Edad Media. La caída del Imperio Romano marca el inicio de la Edad Media (siglo V-XV d. C.), dividida en Alta Edad Media (V-XII) y Baja Edad Media (XIII-XV). El debate central de este periodo gira en torno a la explicación del mundo, que comienza a ser cristiana, introduciendo la fe como instrumento de conocimiento. Inicialmente prohibido por el emperador Constantino, el cristianismo se legaliza con el Edicto de Milán. En los últimos dos siglos del Imperio Romano, la Iglesia se organiza y cobra gran importancia.
El concepto clave de la Edad Media es la evolución de la relación entre fe y razón. La forma en que se aborda esta relación define las relaciones entre Iglesia y Estado, determinando si la explicación de la realidad se basa en la fe o en la razón. Este debate implica si la Iglesia debe intervenir en el poder civil o no.
A lo largo de la Edad Media, este debate se desarrolla a través de tres corrientes principales: la patrística, la escolástica y el criticismo. La postura adoptada en cada una de estas épocas respecto al papel de la fe y la razón determina la comprensión de las relaciones entre Iglesia y Estado.
La Patrística (Alta Edad Media, siglos V-XII)
Representada principalmente por San Agustín de Hipona, la patrística defiende la Biblia como explicación del mundo. Inicialmente, surge una discusión entre religión y filosofía, con el cristianismo consolidándose como base, dado que muchas de sus afirmaciones coinciden con las platónicas.
San Agustín argumenta que solo hay una verdad, la cristiana, y que, al ser una verdad de fe, no necesita ser explicada por la razón, aunque esta puede ayudar a comprenderla mejor. En este periodo, las obras de Aristóteles, que negaban la existencia de Dios, son prohibidas y conservadas por los árabes. Tras siete siglos de dominio de la patrística, surge la escolástica.
La Escolástica (Baja Edad Media, siglo XIII)
Representada por Santo Tomás, la escolástica coincide con el regreso a Europa de los textos de Aristóteles gracias a Avicena y Averroes (siglos X-XII). Santo Tomás considera que la física aristotélica es válida para explicar el mundo terrenal, mientras que la fe explica todo lo relacionado con Dios y el alma. Para él, la física de Aristóteles no está equivocada, sino que describe el movimiento, la materia y el comportamiento del mundo.
Santo Tomás distingue entre verdades que se pueden razonar y creer, estableciendo una relación entre razón y fe. La razón queda subordinada a la fe, que explica toda la realidad, mientras que la razón aclara cuestiones ya establecidas por la fe. La conclusión de la escolástica es que la Iglesia debe participar en el gobierno, ya que la explicación del mundo es religiosa. Si bien la razón tiene cierta independencia, la religión y la teología siguen siendo más importantes, ya que explican el ámbito de Dios y del alma. Aunque la Iglesia mantiene el poder, el Estado puede ocuparse de ciertos asuntos sin la intervención eclesiástica, lo que supone una incipiente separación de poderes.
El Criticismo (Baja Edad Media, siglo XIV)
Representado por Guillermo de Ockham, el criticismo considera que las verdades de razón y fe se explican desde la religión. Ockham separa la explicación del mundo terrenal, dejándola en manos de Aristóteles, mientras que la fe explica todo lo demás.
Ockham establece una separación radical entre filosofía, ciencia y religión, lo que implica una separación entre el poder civil y la Iglesia. Defiende que las verdades comunes de la escolástica son verdades de fe, ya que solo se pueden razonar argumentalmente. De esta forma, se delimitan los terrenos de la teología, la ciencia y la filosofía.
Esta apertura de la ciencia y la filosofía en los siglos XIII-XIV, junto con la recuperación de Aristóteles, da paso al criticismo y, posteriormente, al Renacimiento. Esta separación entre Iglesia y Estado inicia un pensamiento que culminará en las revoluciones renacentista y racionalista de la Edad Moderna, donde se otorga total independencia y confianza a la razón.
La Edad Moderna
La Edad Moderna abarca desde la segunda mitad del siglo XV hasta el siglo XVIII, incluyendo el Renacimiento y el Siglo de Oro. Para comprender la transición de la Edad Media a la Moderna, es crucial analizar los cambios del Renacimiento en política, religión y ciencia, que influyeron en la transformación de la filosofía.
Los cambios fundamentales del Renacimiento son:
- Recuperación del antropocentrismo griego: El ser humano vuelve a ser la medida de todas las cosas.
- Eliminación de las explicaciones teológicas.
- Resurgimiento de la filosofía y la ciencia clásica.
- Retorno a la ciencia y la filosofía para explicar el mundo.
En política, se abandona el geocentrismo medieval y se adopta una visión antropocéntrica. Maquiavelo propone una nueva forma de gobierno, similar a la política moderna, que transforma la ética y la política, otorgando el poder de decisión al gobernante, no a Dios.
En religión, Lutero traduce la Biblia y funda el protestantismo, permitiendo la libre interpretación de las escrituras y debilitando internamente al cristianismo.
En ciencia, el heliocentrismo de Copérnico, Kepler y Galileo reemplaza al geocentrismo aristotélico, cambiando radicalmente la visión del universo.
La revolución industrial se inicia con el heliocentrismo. Copérnico propone el sistema heliocéntrico, Kepler introduce las órbitas elípticas y Galileo lo comprueba y añade el concepto de infinito. Estos tres personajes transforman la comprensión del universo.
Racionalismo
El Racionalismo, representado por Descartes, defiende el uso de la razón. Sus características principales son:
- Confianza plena en la razón: La razón se independiza de la fe y la religión como instrumento de conocimiento.
- Uso del método científico deductivo: Se priorizan las matemáticas para alcanzar conclusiones evidentes y necesarias.
- Subjetivismo: Se introduce una realidad intermedia entre el objeto y el sujeto de conocimiento, analizando los pensamientos e ideas como forma de comprender la mente.
Tras el Racionalismo, surge el Empirismo como respuesta.
Razón y Fe
Tras siglos de predominio de la patrística, donde razón y fe estaban entrelazadas, Santo Tomás, en el siglo XIII, inicia una separación entre ambas. Esta separación se debe a dos motivos: la teoría de la doble verdad de Averroes y la física de Aristóteles, que se considera compatible con el cristianismo.
Aristóteles ofrece una teoría del conocimiento basada en los sentidos y la razón, que no puede explicar lo no material, ámbito reservado a la religión. La teología sigue estando por encima de la ciencia y la filosofía.
Santo Tomás establece un razonamiento para la existencia de Dios, un contenido común a la fe y la razón. Sus dos principales atrevimientos son: defender a Aristóteles, considerado hereje, y afirmar la independencia del poder civil respecto a la Iglesia.
En el siglo XIV, el criticismo niega los contenidos comunes de fe y razón de la escolástica, considerando las verdades comunes como verdades de fe.
Iglesia y Estado
Durante la Edad Media, la relación entre razón y fe es la cuestión central. Se distinguen dos visiones principales:
- Patrística: Defendida por San Agustín, la fe predomina sobre la razón, y la teología sobre la ciencia y la filosofía.
- Escolástica: Santo Tomás otorga cierta independencia a la razón, aunque la fe sigue explicando las cuestiones más relevantes.
El Criticismo y la Mística proponen la separación total entre razón y fe. Guillermo de Ockham, principal representante del Criticismo, defiende la superioridad de la fe. La ciencia y la filosofía no pueden abordar lo ya explicado por la teología.
Ockham defiende la independencia de razón y fe, teología, filosofía, ciencia, Iglesia y Estado. Sus ideas políticas, plasmadas en sus escritos, no se conocen ampliamente debido a su participación en las polémicas entre el Papa y el Emperador.
Esta separación entre ciencia, filosofía, teología, razón y fe impulsa la revolución científica del Renacimiento.