Evolución del latín tras la caída del Imperio Romano: Los dialectos romances y el español

El Latín y sus Dialectos: De Imperio a las Lenguas Romances

Tras la caída del Imperio Romano, la lengua y cultura latinas desaparecieron de muchas regiones. Sin embargo, en las zonas con mayor latinización, la lengua se mantuvo y diversificó en variaciones diatópicas: los dialectos romances.

  • Dialectos hispanos: gallegoportugués, asturleonés, castellano, catalán, mozárabe…
  • Dialectos franceses: francés, provenzal…
  • Dialectos réticos o retorrománicos: variedades habladas en algunos cantones suizos y en el norte de Italia.
  • Dialectos italianos: toscano, napolitano, siciliano…
  • Sardo: hablado en la isla de Cerdeña (Italia).
  • Rumano.

Algunas de estas variedades se convirtieron en lenguas históricas con tradición literaria, asociadas a algún reino o estado, como el rumano, italiano, francés, castellano (o español) y portugués.

El Romance Hispano

La Invasión Germánica y la Llegada del Árabe

En el año 409, las invasiones germánicas en la Península Ibérica marcaron un punto de inflexión. Durante el reino visigodo, Toledo y otras sedes episcopales (Sevilla, Tarragona, Mérida, Zaragoza…) se convirtieron en centros del saber. La lengua latina de la clase culta mantenía cierta unidad, pero el habla popular comenzaba a diversificarse.

La invasión árabe del 711 rompió la unidad cultural visigoda y dividió la Península en dos bloques: musulmanes y cristianos. Esta división fomentó la fragmentación lingüística en dialectos románicos centrales, occidentales y orientales. En la zona dominada por los musulmanes, el latín tardío perdió su poder unificador.

El Mozárabe

En los territorios musulmanes, el árabe era la lengua dominante. Los cristianos que vivían bajo dominio musulmán, llamados mozárabes, conservaron su romance derivado del latín en el ámbito coloquial. Estas hablas mozárabes desaparecieron con la llegada de las lenguas de los reconquistadores cristianos.

Los Romances Centrales

El Castellano

Durante el siglo IX, el reino asturiano fortificó su frontera oriental (Alto Ebro) con castella, dando nombre a la región y su lengua. Fernán González unificó los condados castellanos y en 1035, Fernando I estableció el reino de Castilla, marcando el ascenso de Castilla y el declive de León.

La decisión de Fernando III de usar el castellano como lengua de cancillería fue crucial para su desarrollo. Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII, consolidó la norma castellana basándose en el lenguaje culto toledano, implementando normas ortográficas, gramaticales y léxicas en sus obras (Las Siete Partidas, Libros del saber de Astronomía, Lapidario…).

El Aragonés

La invasión musulmana en el valle del Ebro provocó el desplazamiento de la población hispanorromana hacia los Pirineos, donde surgió el reino de Aragón y las variedades lingüísticas altoaragonesas. La lengua actual de la zona, aunque heredera, es una evolución más cercana al castellano. Del antiguo altoaragonés quedan residuos dialectales como el ansotano (de Ansó), el cheso (de Hecho), el belsetano (de Bielsa) y el chistaví (de Gistau).

El Asturleonés o Bable

En Asturias, primer núcleo de resistencia contra los musulmanes, se formó el reino de Asturias y surgieron los primeros balbuceos romances. Con el traslado de la corte a León (910) y el auge de Castilla, el asturleonés se redujo a favor del castellano. El bable, conjunto de hablas aisladas en los valles asturianos, se limitó al ámbito familiar y rural.