Evolución del Concepto de Ciudadanía: De la Antigüedad a la Era Moderna

Origen del Concepto de Ciudadanía

Una Definición Usual

Ciudadano: el habitante de las ciudades antiguas o Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país.

Rasgos fundamentales:

  • La pertenencia a una comunidad política.
  • El disfrute efectivo de unos derechos, entre los que se incluye la posibilidad de participar en tareas del gobierno.

La Ciudadanía en la Antigüedad Grecolatina

El término “ciudadano” procede del latín civis. En el derecho romano, el término civis estaba reservado para los miembros de la comunidad que cumplían ciertos requisitos, como ser varón, no esclavo y mayor de edad. El resto de la población no era considerada ciudadana.

En la Grecia clásica se utilizó el término polites para referirse al ciudadano, aquel miembro de la comunidad política que reunía los mismos requisitos y podía participar activamente en el gobierno a través de la democracia.

La Ciudadanía en la Democracia Griega: Tradición Política

En la Grecia antigua, cada ciudad era un Estado independiente que procuraba ser económicamente autosuficiente. El ciudadano, tanto si era rico como pobre, tenía la responsabilidad de acudir a la Asamblea. La mayor parte de los cargos públicos se asignaban mediante sorteo.

Tres principios regían la participación en la Asamblea:

  • Isonomía: igualdad ante la ley; todo ciudadano tenía los mismos derechos y deberes.
  • Isegoría: todo ciudadano tenía el mismo derecho a hacer uso de la palabra.
  • Koinonía: cooperación para alcanzar el bien público en lugar del particular.

La Ciudadanía en la Antigua Roma: La Tradición Jurídica

Ciudadano era aquel que gozaba de la protección jurídica otorgada por las leyes y por las instituciones. El ciudadano es el que actúa bajo la ley. En Roma se entiende como un título jurídico que permite reclamar ciertos derechos.

En la historia de Roma se distinguen dos fases: la República, en la que los ciudadanos elegían libremente a sus representantes, y la fase del Imperio, en la que el poder lo tenía el Emperador.

Limitaciones de la Ciudadanía Antigua

Se trataba de una ciudadanía excluyente; únicamente eran ciudadanos los que cumplían ciertos requisitos, por tanto, la inmensa mayoría no eran considerados ciudadanos. Se consideraban libres e iguales a los miembros de la misma comunidad y no a todo ser humano. La condición de ciudadano en la Antigüedad proporcionaba ciertos derechos de participación política, pero los derechos individuales no estaban protegidos.

La Doble Raíz de la Ciudadanía Moderna

La noción de ciudadanía en la Antigüedad nos muestra dos tradiciones que aún perduran: la participación política a través de la deliberación y la protección legal de los derechos de la persona.

Ciudadanía Moderna

Ciudadanía y Estado

El término “Estado” fue utilizado por primera vez por Maquiavelo. Los miembros de pleno derecho de un Estado son ciudadanos. En el Estado son los ciudadanos quienes ostentan la nacionalidad de ese país.

Según las costumbres de cada país, se da prioridad a uno de los siguientes rasgos personales para reconocer la nacionalidad de cada recién nacido:

  • El derecho de suelo: reconocer como ciudadano a quien nace en el territorio nacional.
  • El derecho de sangre: concede prioridad a la nacionalidad de los padres.

En un Estado de derecho como el moderno, la nacionalidad puede ser cambiada si la persona renuncia a ella y adopta una nacionalidad distinta.

Ciudadanía e Inclusión en el Estado

El filósofo alemán Jürgen Habermas plantea que existen varios modos de entender la relación entre los ciudadanos y el Estado:

  • Una concepción liberal que mantiene una separación entre las libertades civiles y los derechos políticos. Esta visión tiene el inconveniente de que se puede fijar arbitrariamente la separación entre diversos colectivos.
  • La concepción republicana, que es la que defiende Habermas, en la que no habría lugar para excluir de los derechos políticos a ningún colectivo social. Desde este punto de vista, la ciudadanía va ligada a procedimientos democráticos.
  • Hay también una concepción comunitarista que reclama mayor atención a los vínculos étnicos y culturales. El comunitarismo mantiene que existen vínculos formados por la cultura y la procedencia étnica y que esos lazos son la base de la solidaridad. Habermas critica este punto de vista.

Ciudadanía y Derechos Humanos

Derechos Civiles

Son derechos individuales que tratan de frenar los posibles abusos del Estado y mantener la libertad para cada ciudadano. En una primera etapa, los siglos XVI, XVII y XVIII, los derechos que se reconocen a los ciudadanos son los derechos civiles. A lo largo de esos tres siglos, la influencia de estas ideas se promulgó por diversos países y provocó diversos cambios.

Derechos Políticos

A lo largo de los siglos XIX y XX se generalizaron los derechos como parte de las constituciones occidentales, como los de participación política, tales como el derecho a la asociación política, el sufragio universal para los varones y los derechos de la mujer a votar y ocupar cargos públicos.

Derechos Sociales, Económicos y Culturales

Los primeros derechos de este tipo fueron el derecho a la educación, a la asociación sindical, a la huelga y a la garantía de seguridad e higiene en el trabajo.

Ciudadanía Social

La ciudadanía social incluye derechos sociales como trabajo, educación, vivienda, salud y prestaciones sociales. La protección de estos derechos está garantizada por el Estado social de derecho, históricamente llamado Estado del bienestar. El Estado del bienestar ha entrado en crisis y las críticas están afectando también al Estado social.

Dimensiones de la Ciudadanía Contemporánea

Justicia y Pertenencia

Ciudadanía: el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad puede motivar a los individuos a trabajar por ella. En este concepto confluyen dos aspectos de la vida: el lado racional, el de una sociedad que debe ser justa, y el lado sentimental, representado por esos lazos de pertenencia que no hemos elegido, sino que forman parte de nuestra identidad.

Las principales dimensiones de la ciudadanía:

  • Política: igualdad de derechos civiles y políticos.
  • Social: igualdad de acceso a las oportunidades.
  • Económica: equidad en las relaciones laborales.
  • Civil: participación pública.
  • Intercultural: respeto activo y solidaridad.
  • Cosmopolita: solidaridad internacional.

El reconocimiento de la ciudadanía se refiere a la responsabilidad que tiene cada sociedad respecto a su propia población. El ejercicio de la ciudadanía se refiere a la responsabilidad que corresponde a cada persona.

Nuevas Facetas de la Ciudadanía

Ciudadanía Económica

Es preciso reconocer que, además de ciudadanos políticos, somos también ciudadanos económicos. Y ese reconocimiento implica tomar en serio una ética empresarial y un estímulo a la responsabilidad social de las empresas, teniendo como objetivo la erradicación de la pobreza.

Ciudadanía Civil

El concepto de sociedad civil se refiere a lazos sociales no políticos. Es en los grupos de la sociedad civil donde las personas aprenden a participar y a interesarse por las cuestiones públicas. Desde ese punto de vista, la sociedad civil es una escuela para la ciudadanía. Pero no todos los sectores de la sociedad son beneficiosos para el bien común y para una ciudadanía activa. El impulso ético que anima lo mejor de la sociedad civil tiene su expresión en tres lugares: el voluntariado o tercer sector social, las profesiones y la opinión crítica.

Ciudadanía Intercultural

La ciudadanía debe ser un vínculo entre grupos sociales diversos; no puede ser una ciudadanía ligada a un solo grupo social, porque entonces se produce un desequilibrio y habría ciudadanos de primera y de segunda. Para evitar esta situación, las sociedades se van abriendo a una nueva dimensión que se basa en la ética intercultural. Esta ética consiste en un verdadero diálogo entre quienes pertenecen a grupos sociales diferentes, fijando unos principios de convivencia.

Ciudadanía Cosmopolita

Es un ideal que tal vez algún día se pueda hacer realidad. Consiste dicho ideal en que construyamos un mundo en el que todos se consideren ciudadanos de pleno derecho, sintiéndose parte activa. Para ello es preciso universalizar los derechos humanos de la primera, segunda y tercera generación, apostando por una globalización ética.