Los Inicios: Tendencias de la Poesía de Posguerra
El primer autor destacable de este período es Miguel Hernández (1910-1942), que comienza sus publicaciones en 1933 (Perito en Lunas), si bien escribe su obra capital, Cancionero y Romancero de Ausencias (recoge poemas compuestos entre 1938 y 1939), en estos primeros años de posguerra.
Una fecha clave es 1944. En este año se publican Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre. Los dos maestros ejercerán el papel de guía. Las principales tendencias poéticas de la posguerra española se articulan en torno a cuatro revistas literarias:
Poesía Arraigada
Garcilaso (1943). En ella escribirán unos autores siguiendo una línea clásica. Utilizan moldes clásicos, de belleza formal y que, muy a menudo, se desentienden de los problemas del hombre. Se habla de “poesía arraigada” y se llama “garcilasistas” a estos autores que opinan que “el mundo está bien hecho”. García Nieto (fundador de la revista), Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo y, sobre todos, Luis Rosales (La casa encendida, 1949 y 1967), serán los máximos exponentes de esta poesía. Se ha hablado de “la poesía de los vencedores”. Esta revista tuvo un precedente en Escorial (1940). El Escorial era un símbolo: “religioso de oficio y militar de estructura: sereno, firme, armónico, sin cosa superflua, como un estado de piedra”. Son reveladoras palabras de su creador, Ridruejo. No todo es triunfalismo y optimismo. También habrá dolor y tristezas, aunque expresadas con serenidad, con mesura. Los temas fundamentales son el amor, el paisaje (Castilla y el tema de España) y el sentimiento religioso (hacia un Dios que da sentido al mundo).
Poesía Desarraigada
Espadaña nace como respuesta a Garcilaso. Es una poesía rehumanizada, desarraigada (a veces con tonos cercanos al tremendismo), donde el hombre con sus circunstancias es el principal tema poético. También hay poemas religiosos, pero de una religión difícil y problemática del hombre que se rebela y se enfrenta a un Dios que guarda silencio ante los problemas de la humanidad. Las formas son más libres, menos clásicas. Los poemas son más broncos; el estilo, más sencillo. Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Ángela Figuera, Leopoldo de Luis, Gabriel Celaya y Blas de Otero son los principales representantes de esta línea.
La poesía desarraigada parte del convencimiento de que el mundo “es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla” (D. Alonso). Es esta una poesía existencial; el hombre está angustiado por el tiempo y la muerte. Y más en aquellos años: represión, injusticias, hambre… Todo ello nos llevará, posteriormente, a la poesía social.
Poesía Continuadora de las Vanguardias
Postismo (1945). También hay lugar para las vanguardias. Surge la revista Postismo, que da nombre al último de todos los ismos. Se autodefine como el “surrealismo ibérico”. Carlos Edmundo de Ory es su fundador. Se reivindica la libertad creativa, lo lúdico. Sólo se permitió un número. El movimiento no se estudiará y valorará en su plenitud hasta los años 70.
Poesía del Grupo Cántico
Cántico (1947) es la revista de la poesía pura. Su nombre, muy significativo, procede de Guillén. Muy influidos por Cernuda (intimismo; refinamiento). Pablo García Baena es el principal representante del grupo Cántico. El amor es el tema fundamental. Habitualmente se trata de amores prohibidos.
La Poesía de los Años 50: El Compromiso Social
En los años 50, coincidiendo con la aparición de la novela social, también surge la poesía social. En 1955 se publican Cantos iberos, de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero. Se advierte un paso de lo individual a lo colectivo, a lo social, ya anunciado antes en Otero. Se rechazan los problemas íntimos como tema poético; también se produce un rechazo del esteticismo. El poeta deja de lado sus problemas personales y pasa a comprometerse con la situación del momento. Se pretende crear una poesía para mayorías, una poesía que llegue al pueblo. El lenguaje utiliza el coloquialismo y el prosaísmo. Significativo es el título del poema de Blas de Otero “A la inmensa mayoría”. Celaya nos dirá que “la poesía es un arma cargada de futuro”. Poco a poco, estos autores descubrirán que la poesía no llega a la mayoría y reorientarán su tarea, buscando nuevos caminos estéticos.
Blas de Otero es el poeta más importante de la poesía desarraigada, y después lo será en sucesivos movimientos. En 1950 y 1951 publica Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, fundidos en 1958 en Ancia. El desarraigo es patente desde los primeros versos. También trata el tema amoroso. El amor aparece como posibilidad de realización plena, de salvación ante la angustia.
La Poesía de los 50 a los 60: Superación de la Poesía Social y la Generación del Medio Siglo
Los niños de la guerra. Un grupo de autores, surgidos en los años 50 dentro de la poesía social, se encargarán de renovar el ambiente poético: Ángel González, José Ángel Valente, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma y Claudio Rodríguez. La poesía en los 60 vuelve a preocuparse por el hombre; se recuperan los tonos intimistas. Se rechaza el patetismo de la poesía anterior. Es una poesía inconformista y escéptica (dudan de la utilidad de la poesía para transformar el mundo). Prestan una gran atención a lo cotidiano. Se ha hablado de una “poesía de la experiencia”. En general, observamos una depuración estética y un mayor rigor poético, un esfuerzo por lograr una obra bien hecha, aunque no por ello se reniegue a veces del prosaísmo o del coloquialismo.
Claudio Rodríguez nos dirá que el estilo es lo único realmente importante. Para él, la poesía es una forma de conocimiento, de descubrir en la vida los sentidos más ricos e inesperados.
Un tema frecuente será la reflexión sobre el propio lenguaje. Las palabras habituales están gastadas y no se pueden volver a usar; ello es especialmente notorio en el tema amoroso. Son autores que buscan el poema bien hecho, y continúan en esta línea hasta nuestros días. Lo podemos observar en Prosemas o menos (1985), de Ángel González, o en la obra de Claudio Rodríguez: Alianza y condena (1965) o El don de la ebriedad.
Su actitud es de crítica y de extrañamiento a la vez, a través del humor o la ironía que evitan todo patetismo o adhesión sentimental a su clase, su país, su realidad, aunque también en su poesía tengan un lugar la evocación y la melancolía del tiempo y la fidelidad a la amistad. Se ha hablado de poesía “meditativa”, como rasgo que más acerca a todos estos autores entre sí. La influencia de Luis Cernuda también es patente, sobre todo en los más jóvenes, Francisco Brines y Claudio Rodríguez.
Los Novísimos: Ruptura y Experimentación
José María Castellet publica en 1970 la antología Nueve novísimos poetas españoles. De ahí procede el nombre. Hoy se incluyen otros autores. Los “nueve novísimos” son Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Pedro Gimferrer, Guillermo Carnero, Ana María Moix, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Leopoldo María Panero y Vicente Molina Foix.
Estos autores aportan una nueva sensibilidad. Su educación incluye elementos nuevos: cine, tebeos, nuevas músicas (jazz, pop). Son frecuentes sus viajes al extranjero. Admiran a Aleixandre, Cernuda; redescubren al grupo Cántico y al Postismo. Rechazan la poesía social. Su formación intelectual es muy amplia. Esto marca algunos de sus poemas (se ha hablado de “culturalismo”).
Preside esta poesía un íntimo malestar vital. Otras veces, la poesía se vuelve frívola; otras, sarcástica. No es el tema lo que hace literaria una obra, sino el estilo. Para renovar el lenguaje poético, vuelven sus ojos al surrealismo. Crean una poesía con frecuencia hermética, de gran dificultad de lectura.
Según la crítica, las características de este grupo se pueden resumir así:
- Preocupación máxima por el lenguaje y por el poema como creación autónoma.
- Esteticismo (en lo que enlazan con el grupo Cántico y los del 27), revalorizando lo lujoso, decadente, al mismo tiempo que lo lúdico. Este esteticismo se relaciona con el culturalismo y el exotismo de que hacen gala.
- Sus poemas a veces se presentan como literatura de la literatura: citas, referencias intertextuales, variaciones…
- La presencia de los ‘mass’ media como referente cultural y fuente de mitos populares en los que inspirarse o a los que tergiversar. El cine enseña también una forma de mirar la realidad y de componer los poemas.
- Uso frecuente de procedimientos experimentales: ruptura del verso, disposición gráfica no normal, supresión de signos de puntuación, collages con textos, refranes, recortes de anuncios…
- Presencia del surrealismo; recuperación de los valores irracionales del lenguaje. Gusto por la sorpresa y lo inusitado.
Muchos de estos autores llegan a separar completamente realidad y poesía; se proclama la autonomía del mundo poético respecto de cualquier referente externo. El más claro ejemplo es la multitud de poemas de metapoesía.
Dentro de este grupo podemos distinguir dos líneas:
a) Autores que comienzan a escribir en los inicios de la década de los 60. Muy influidos por la cultura pop. (Vázquez Montalbán, A la sombra de las muchachas sin flor, 1971, sería un buen exponente de esta línea).
b) Una segunda generación que se da a conocer en los años finales de la década o ya en los 70, influidos por el decadentismo de Kavafis. Son más esteticistas. Citemos a Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte, 1967; su esteticismo se puede resumir en uno de sus versos: “raso amarillo a cambio de mi vida”) o a Antonio Colinas (Sepulcro en Tarquinia).
Como rasgos generales, podemos destacar la importancia de la ironía y el carácter rompedor. Admiten en lo poético una nueva imaginería que va desde Mickey Mouse hasta Humphrey Bogart. Son autores que se abren a la cultura foránea (la mayoría son, al menos, trilingües) y realizan estudios en el extranjero. Se proponen romper la estructura rítmica de los poemas. Para ellos no hay alta o baja cultura, sino simplemente conocimientos que se pueden usar en el poema.
Poetas en los 70: Diversidad de Tendencias
Señalemos algunos nombres, los más significativos: Antonio Colinas, Antonio Carvajal, José Miguel Ullán, Jenaro Talens, Luis Alberto de Cuenca, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena. Hay diversas tendencias:
- Experimentalismo (Ullán): poemas vanguardistas, collages, poemas visuales…
- Culturalismo (Colinas): influencia del mundo clásico grecolatino. El poeta manifiesta un vasto dominio cultural.
- Clasicismo (De Cuenca, Siles, Villena): vuelta a moldes estróficos clásicos (sonetos, endecasílabos). Influjo de autores renacentistas.
- Neobarroquismo (Carvajal).
- Metapoesía (Talens): poesía sobre la poesía.
- Minimalismo: la estética de lo cotidiano, de lo mínimo.
- Antirretoricismo.
- Poética del silencio (Valente, Siles, Jover): hablar por hablar para callar lo único importante, lo que el hombre busca pero ignora.