Evolución de la Obra Poética de Juan Ramón Jiménez: Tres Etapas Clave

Evolución de la Obra Poética de **Juan Ramón Jiménez**

A través de la obra poética de **Juan Ramón Jiménez** es como mejor puede seguirse la evolución de los trabajos de un hombre en continua evolución en busca de la expresión poética perfecta y dedicado al continuo retoque de sus obras. En 1918 incluyó un poema en su libro Eternidades, en el que daba un resumen de lo que había sido su trayectoria poética hasta aquel año, y distinguía una primera poesía sencilla, “pura”, a la que siguió una poesía modernista, “fastuosa de tesoros […]”, que posteriormente se fue depurando hasta ser una “poesía desnuda”. En sus anotaciones a Animal de fondo tiene ya una concepción más amplia de las diversas etapas que había atravesado su poesía y distingue tres fases:

**Época sensitiva** (1898 – 1915, aproximadamente)

Llamada así porque priman en ella los elementos sensoriales, derivados del **Modernismo** de Rubén Darío; los sentimentales, heredados del **Romanticismo**; y los símbolos heredados del **Simbolismo francés** de Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé y Verlaine. Pertenecen a esta etapa Ninfeas, Almas de violeta, Rimas, Arias tristes, Jardines lejanos, Pastorales, Elejías y La soledad sonora. En estas obras se nota la influencia de Bécquer, del Romancero y de la copla popular andaluza.

El mundo que plasma Juan Ramón es un mundo creado a partir de visiones y evocaciones. Reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la muerte, y aparecen dos de sus temas recurrentes: la **confusión entre lo vivido y lo soñado** y la **confusión entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos**. Ese mundo va de lo irracional a lo consciente a través de una estética modernista; pero se trata de una estética que rehúye los elementos más tópicos y artificiosos del modernismo hispano, tamizándolos con la sensibilidad romántica. Predomina un tono melancólico e intimista, una sensualidad bastante explícita, un suave colorido y delicada musicalidad. Predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta: parques otoñales y jardines al atardecer, también los símbolos musicales y cromáticos que reflejan la tristeza, la melancolía, los recuerdos y ensueños amorosos. Es una poesía emotiva y sentimental que refleja la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta.

**Etapa intelectual** (1916 – 1936)

En ella el autor busca una poesía concentrada y emotiva que “desnuda” la realidad para conocer así su auténtico sentido; una poesía, en definitiva, que será instrumento de **conocimiento metafísico**. En esta etapa destaca el libro Diario de un poeta recién casado, que comienza a escribir JRJ en 1916 durante su viaje a EEUU para casarse con Zenobia. Es un libro clave en la evolución de su poesía y de la poesía contemporánea española. Es la crónica de un viaje interior, en el que **el mar, omnipresente, simboliza la vida, la soledad, la eternidad**.

En esta obra desaparecen los ritmos y adjetivación modernistas y se opta por el poema breve y conciso, la condensación de las ideas en pocas palabras, la utilización de la palabra desnuda, sin ornamentaciones superfluas, los símbolos complejos y herméticos (formas geométricas, el mar, el aire, la piedra), la asonancia, el octosílabo, el verso libre, el verso blanco, la prosa poética, e incluso incorporó palabras inglesas y términos y formas publicitarias a modo de “collage”. En Eternidades, libro que pertenece a este período de poesía desnuda e intelectual, expresa JRJ esa necesidad de encontrar la palabra exacta que sea la esencia misma. A esta etapa pertenecen también Piedra y cielo, Belleza y La estación total, libro este en el que el anhelo de lo absoluto, de la plenitud, se vuelve obsesivo y hasta parece que en algunos momentos lo alcanza.

**Etapa absoluta o verdadera** (desde 1936)

Es la culminación de esa búsqueda obsesiva de la **Verdad**, la **Belleza** y la **Eternidad** a través de la poesía en una búsqueda compleja y hermética. A esta etapa corresponden títulos como En el otro costado, Animal de fondo y Dios deseado y deseante. La “conciencia” asume el lugar predominante entre los conceptos de la poesía juanramoniana de estos años. El yo histórico, contingente, deja paso a un yo total, esencial, que no está ya en el mundo, sino que es mundo a través de la conciencia del todo, uniéndose y fundiéndose en ella como si de una experiencia mística se tratase. Fundidos, mundo y poeta conforman un todo que Juan Ramón nombra como Dios: un mundo que a su vez quiere ser conocido por el hombre.

Se trata de una poesía caracterizada por un extraño **misticismo**, su sed de búsqueda de la esencia y de la trascendencia le llevan al encuentro con un Dios que identifica con la belleza y la naturaleza, con el propio poeta y su conciencia creadora. Su lenguaje llega al límite de la depuración, se vuelve totalmente hermético. En su métrica hay un dominio absoluto del verso libre.