La evolución de la narrativa hispanoamericana durante el siglo XX puede describirse en cinco movimientos:
- Años iniciales del siglo: sigue fiel al realismo decimonónico.
- A partir de 1920: se consolida un realismo con temas americanos e interés social.
- Años 40 y 50: se suceden experiencias renovadoras, compatibles con el acento social.
- Años 60 y 70: se produce el boom o auge de la nueva narrativa, que sitúa a sus autores en la primera línea de la narrativa mundial.
- Los herederos del boom: consolidan el éxito comercial de la novela hispanoamericana.
El realismo domina la novela hasta los años 40. Indigenismo, enfoque político-social y presencia de la naturaleza son sus principales ingredientes. A partir de 1940 se buscarán otros temas y otras técnicas con las que tratar los motivos tradicionales. Se aprecian varias novedades:
- Aparición de temas urbanos, junto a los rurales dominantes.
- Se abordan problemas humanos, y no solo sociales.
- Aparece la fantasía junto a la realidad: será el llamado «realismo mágico» o «lo real maravilloso».
- Hay una mayor preocupación por las estructuras y el estilo, gracias al influjo de los grandes novelistas europeos y norteamericanos.
En este momento surge un panorama muy rico de autores en el que destacamos a los siguientes:
- Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986): uno de los más asombrosos autores de cuentos de nuestra época. Sus relatos nos ponen en contacto con lo insólito y excepcional, proponiéndonos sutiles juegos mentales llenos de inteligencia. Sus cuentos se recogen en volúmenes como Ficciones y El Aleph.
- Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-1974): aborda de forma muy nueva los viejos temas. En Señor Presidente (1946) trata la dictadura con técnica expresionista y alucinante. Obtuvo el premio Nobel en 1967.
- Alejo Carpentier (Cuba, 1904-1980): en Los pasos perdidos (1953) y El siglo de las luces (1962) no dejó de avanzar en la renovación narrativa.
- Juan Rulfo (México, 1918-1986): aporta una colección excepcional de cuentos con El llano en llamas (1953). También es autor de una novela magistral, Pedro Páramo (1955), donde se mezclan la vida y la muerte, lo real y lo sobrenatural, lo personal y lo social, que influirá decisivamente sobre los autores más jóvenes.
En los años 60, los lectores europeos quedan fascinados por autores como Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Sábato, Fuentes, sumados a los que hemos citado con anterioridad, situando en el primer nivel mundial esta narrativa, es la nueva novela hispanoamericana, el llamado boom. Estos novelistas continuaban las innovaciones emprendidas por sus predecesores, llevándolas más lejos y aportando nuevos recursos, ampliando el universo temático, ahondando en el «realismo mágico», experimentando con las estructuras, el lenguaje y el estilo, derrochando creatividad.
Nos centraremos en la obra de cinco autores, aunque la nómina de narradores valiosos debe incluir a otros como Mujica Lainez, Onetti, Lezama Lima, Uslar Pietri, Roa Bastos, Arreola, Donoso, Sarduy, Cabrera Infante, etc.
- Gabriel García Márquez (Colombia, 1928): en sus novelas y cuentos destaca un pueblo imaginario llamado Macondo, trasunto de su Aracataca natal. En él ambienta El coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad (1967). En esta última se narra la historia de la familia Buendía a través de varias generaciones, mezclando realidad y fantasía de modo singular. La imaginación creadora y la facilidad para contar son las principales virtudes de García Márquez. Otras obras destacables son Cronica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1986). Recibió el premio Nobel en 1982.
- Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984): destaca como un estupendo autor de cuentos (Historias de cronopios y de famas) y como un novelista en el que lo fantástico surge dentro de lo cotidiano mostrando la complejidad de lo real. Su novela Rayuela (1963) es un alarde de maestría estilística y estructural (admite varios itinerarios de lectura).
- Mario Vargas Llosa (Perú, 1936): asombró con La ciudad y los perros (1962), aunque quizás su obra cumbre sea Conversación en la catedral (1969), extensa novela en la que dos personas hablan de sus vidas fracasadas, logrando evocar todo un mundo. Tras una primera etapa dominada por un intenso experimentalismo, a partir de los años ochenta regresa a los caminos de la narratividad y el humor con obras como Pantaleón y las visitadoras o Lituma en los Andes.
- Ernesto Sábato (Argentina, 1911): es autor de El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974). Las dos últimas ofrecen una visión apocalíptica y crítica de nuestro mundo, y con estructuras narrativas libres y complejas.
- Carlos Fuentes (México, 1928): aúna virtuosismo técnico y carga crítica. Entre sus títulos sobresalen La región más transparente (1958) y La muerte de Artemio Cruz (1962). Recibió el premio Cervantes en 1987.
Tras la internacionalización de la narrativa hispanoamericana, sus mejores autores siguen publicando, al mismo tiempo que se abren paso las nuevas generaciones. Los nuevos narradores acceden a un mercado mucho más atento a las novedades procedentes de Hispanoamérica, pero deben luchar por estar a la altura, cuando no a la sombra, de sus predecesores. Entre los novelistas destacan:
- Manuel Puig (Argentina, 1932) con obras modernas y culturalistas como La traición de Rita Hayworth (1968), The Buenos Aires affair (1973) y El beso de la mujer araña (1976).
- Alfredo Bryce Echenique (Perú, 1939): sorprende por su sentido del humor y su capacidad para caricaturizar personajes y situaciones. Algunas de sus obras más representativas son Un mundo para Julius (1970), La vida exagerada de Martín Romanña (1981) y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz (1985).
- Isabel Allende (Chile, 1942): su obra es una muestra clara del influjo de García Márquez en la narrativa posterior. En ella se aprecian vetas mágicas, compromiso social y la voluntad de contar con sencillez. Su novela La casa de los espíritus (1982) supuso un éxito de ventas mundial. Otras narraciones suyas son Eva luna (1987), Paula (1994) e Hija de la fortuna (1999).
Como cuentistas, además de los ya señalados, debe destacarse la importancia del guatemalteco Augusto Monterroso (Lo demás es silencio) y de los uruguayos, Mario Benedetti (Buzón de tiempo) y Eduardo Galeano (Las bocas del tiempo; Espejos), reconocidos en Europa fundamentalmente a partir de los años 80.