La Poesía Española desde los Años 40
En los años 40, tras la muerte de Miguel Hernández y el exilio de muchos poetas del 27, la poesía en España refleja distintas visiones del mundo a través de revistas como Garcilaso (poesía arraigada al régimen), Espadaña (angustia existencial) y Cántico (renovación del lenguaje poético). En los 50, la poesía evoluciona: unos autores profundizan en lo metafísico, mientras otros desarrollan la poesía social como denuncia de las injusticias. En los 60, se inicia una renovación formal con el uso del humor, la ironía y nuevas formas expresivas. A finales de la década, el grupo Novísimos rompe con la poesía social y apuesta por una poesía estetizante e influida por otras artes.
La poesía de los años 40 se divide en varios grupos: Miguel Hernández, como poeta de transición entre el 27 y la posguerra; los poetas exiliados, que continúan su obra fuera de España; y los que permanecen en el país, divididos entre los afines al régimen, los que expresan su descontento y un tercer grupo centrado en la renovación formal de la poesía.
Poesía Arraigada
Entre los poetas afectos a la dictadura, destacarán dos revistas, de títulos muy significativos: Escorial y Garcilaso.
Características:
- Formalismo clasicista.
- Temas religiosos, patrióticos, de la naturaleza y amorosos, desde una concepción muy tradicional.
- Deseo de armonía, orden y claridad.
- Intimismo.
- Sencillez del lenguaje.
- Visión optimista del mundo.
Poetas de la poesía arraigada: Dionisio Ridruejo, José García Nieto, Luis Rosales.
Poesía Desarraigada
La poesía desarraigada nace en España en el año 1944 de mano de una revista de provincia, Espadaña, y dos poetas del 27: Dámaso Alonso, quien publica Hijos de la ira, primera obra poética, que aborda sin tapujos la realidad del momento; y Vicente Aleixandre.
En esta corriente existencial empiezan a publicar sus primeros libros autores que alcanzaron su plenitud en los años 50, como Ángela Figuera, Blas de Otero, Gabriel Celaya o José Hierro.
Características:
- Visión pesimista y desesperada de la vida y del mundo.
- Necesidad imperiosa de expresarse con rabia, ira y violencia.
- Lenguaje agrio, directo.
- Presencia frecuente de los traumas ocasionados por la guerra.
- Desorden sintáctico, exclamaciones e interrogaciones, imágenes irracionales, técnicas surrealistas.
- Religiosidad angustiada en lucha abierta con Dios.
Diferencias entre Poesía Arraigada y Desarraigada
- Poesía Arraigada:
- Revistas: Escorial, Garcilaso
- Formalismo
- Evolucionan a un tipo de poesía metafísica.
- Poesía Desarraigada:
- Revista: Espadaña
- Su poesía se dirige del yo al nosotros.
Otros Grupos Poéticos de los Años 40
Algunos poetas de los años 40 no se llegaron a adscribir a ninguno de los grupos, pues su compromiso era con la poesía misma. Positivismo y Grupo Cántico.
Postismo
- Revistas: Postismo y La Cerbatana
- Rechazo del Garcilasisimo y de la moralidad de la poesía social.
- Recuperación del espíritu lúdico, irreverente e ilógico de las vanguardias.
- Herencia del surrealismo.
- Búsqueda de nuevos ritmos.
- Autores: Carlos Edmundo de Ory, Gloria Fuertes, Ángel Crespo, Juan Eduardo Cirlot.
Grupo Cántico
- Revista: Cántico
- Rechazo del prosaísmo, la queja, la denuncia o la angustia, negación de la poesía arraigada.
- Temas como el placer, el amor en libertad, la belleza y el arte. Estilo elegante, culto y refinado.
- Magisterio del 27.
- Experimentación.
- Autores: Juan Bernier, Ricardo Molina, Mario López, Pablo García Baena.
La Poesía de los Años 50 y 60
La poesía de los años 50 adopta un tono social y comprometido, convirtiéndose en un instrumento de denuncia y cambio. Busca la paz y la palabra para transformar la sociedad, abordando temas cotidianos, la lucha solidaria y la memoria de la guerra, con España como tema central. Poetas como Celaya y Blas de Otero defienden una poesía útil y dirigida a la inmensa mayoría.
A mediados de los 50 surge una nueva generación poética que, sin abandonar el compromiso, se aleja de la poesía social y adopta una postura crítica mediante la ironía, el simbolismo y el perspectivismo.
Poetas como Ángel González, Caballero Bonald, Gil de Biedma y Claudio Rodríguez comparten vivencias similares, influencias de la poesía social y de Antonio Machado, una sólida formación cultural y un afán por renovar el lenguaje, combinando coloquialismo y cultismos. Rechazan la exaltación y el estilo prosaico, creando una poesía más íntima y reflexiva, con temas como la amistad, el amor, el trabajo y la infancia.
A mediados de los 60 surge la ruptura más radical con los Novísimos, grupo bautizado por la antología Nueve novísimos poetas españoles de José María Castellet. Poetas como Pere Gimferrer, José María Álvarez, Guillermo Carnero y Ana María Moix buscan una poesía esteticista y alejada del realismo de posguerra. Se inspiran en los medios de comunicación y la cultura de masas, adoptando formas vanguardistas. Sus temas incluyen la exaltación de los placeres sensoriales, el arte, la historia y preocupaciones existenciales. Reivindican el esteticismo decadente y la bohemia, con influencias del surrealismo, el modernismo y los poetas de los 50.
El Teatro Español desde la Guerra Civil
Durante la Guerra Civil, el teatro fue un instrumento político utilizado por ambos bandos. En los años 40, sufrió la censura y el exilio de dramaturgos, limitándose a dramas burgueses y teatro humorístico. En los 50, surge un teatro realista y social con intención crítica. Los 60 marcan una renovación con influencias extranjeras y vanguardistas, aunque su auge llega al final de la dictadura. En los 70, los grupos teatrales apuestan por la improvisación, la creación colectiva y la ruptura de convenciones, transformando el teatro español de forma duradera.
Teatro de los Años 40
Tras la Guerra Civil, el teatro español quedó desolado por la muerte de Valle-Inclán y García Lorca en 1936, así como por el exilio de muchos dramaturgos y técnicos teatrales. En este contexto, surgen dos principales tendencias. Por un lado, el drama burgués, que continúa la línea de la comedia de Benavente y tiene como representantes a José María Pemán, Edgar Neville y Joaquín Calvo Sotelo. Por otro, el teatro de humor, que busca la renovación mediante el absurdo y lo inverosímil, con autores como Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura, cuya obra Tres sombreros de copa se estrenó en 1952, veinte años después de haber sido escrita. En general, el teatro de los años 40 es un espectáculo conservador dirigido a la burguesía, con diálogos ingeniosos, intriga dosificada y finales complacientes. Presenta personajes con escasa profundidad psicológica y transmite los valores franquistas de familia, religión, patria y trabajo. En el caso del teatro de humor, se apoya en situaciones inverosímiles y juegos de palabras, acercándose al absurdo.
Teatro de los Años 50
La década de los 50 comienza con el estreno de dos obras clave: Historia de una escalera (1950) de Antonio Buero Vallejo y Escuadra hacia la muerte (1953) de Alfonso Sastre. Ambos autores se inspiran en el existencialismo y luego abordan temas sociales. Sastre rechaza el teatro burgués, buscando que la dramaturgia recupere su capacidad de concienciar, a pesar de ser ignorado por empresarios y compañías. Buero Vallejo, por su parte, rompe con la dinámica tradicional al presentar un teatro arriesgado pero accesible, con el objetivo de llegar al público y cumplir su misión de concienciación social. Otros autores de la época, como Lauro Olmo (La camisa, 1956), José Martín (Buenas noches José, 1956) y Alfonso Sastre (La mordaza, 1958), también muestran su compromiso social, a pesar de las restricciones impuestas por la censura.
Antonio Buero Vallejo escribió un teatro comprometido con temas humanos, tanto existenciales como sociales. Su género preferido fue la tragedia, buscando provocar la reflexión del espectador sin ofrecer soluciones, lo que se refleja en finales abiertos. Su obra destaca por un cuidado técnico, con acotaciones detalladas y diálogos precisos, de réplicas breves y coloquiales. Sus tramas se pueden clasificar en tres grupos: Historia de una escalera (1949), que aborda los conflictos sociales; En la ardiente oscuridad (1950), centrado en discapacitados que simbolizan taras morales; y El sueño de la razón (1970), con temas históricos aplicables a la situación de España.
Teatro de los Años 60 y 70
A mediados de los años 60, la censura comenzó a relajarse, lo que permitió el surgimiento de un tímido movimiento de renovación teatral, influenciado principalmente por el teatro extranjero, especialmente el francés. En los 70, los grupos de teatro independiente, junto con autores individuales, conformaron el nuevo teatro español, crítico con la situación social del país e incorporando innovaciones escénicas que no fueron bien recibidas por el público. Entre los autores destacados se encuentran Francisco Nieva, que divide su obra en dos bloques: el teatro furioso y de denuncia social, como Pelo de tormenta (1962), y el teatro de farsa y calamidad, como Caperucita y el otro (1965). También destaca Fernando Arrabal, con su teatro de pánico, influenciado por las vanguardias y el teatro del absurdo, con obras como El cementerio de automóviles (1971) y Picnic (1966). Los grupos de teatro independiente, como Els Joglars y Els Comediants, fueron responsables de algunas de las experiencias más interesantes, caracterizándose por la creación colectiva, la improvisación, la infravaloración del texto literario y la ruptura de convenciones escénicas, además de fomentar la participación del espectador y una visión crítica de la realidad.