Evolución de la Arquitectura Románica y la Escultura Griega: Características y Periodos

Arquitectura Románica: Características Principales

La arquitectura románica presenta características similares en toda Europa, aunque cada región adopta sus propias particularidades. Los muros de las iglesias se construyen de piedra, a base de sillares en los que a veces se han conservado las marcas de los canteros que trabajaron en la construcción del edificio. No llevan cimientos, sino que se levantan directamente sobre la tierra o sobre la roca. Se trata de muros gruesos, que muchas veces se refuerzan con contrafuertes exteriores, y en los que se perfora un escaso número de vanos de reducidas dimensiones, como si de respiraderos se tratase.

Elementos Arquitectónicos

  • Puertas y ventanas: Son abocinadas y en ellas se colocan arquivoltas apoyadas sobre columnas.
  • Arcos y bóvedas: Se emplean el arco de medio punto y la bóveda de cañón, que se consigue a partir de la prolongación de un arco semicircular. La bóveda suele dividirse en tramos mediante arcos fajones que descansan sobre pilares compuestos, coincidiendo éstos con los contrafuertes exteriores. Con este sistema se consigue repartir los empujes de la bóveda para evitar el derrumbe del edificio.
  • Otros tipos de bóvedas: A menudo se utiliza también la bóveda de arista, sobre todo en las naves laterales de los templos, y la bóveda de horno para los ábsides.
  • Cúpulas: En el crucero suelen levantarse cúpulas, apoyadas unas veces sobre trompas y otras sobre pechinas.

Tipología de las Construcciones

La construcción románica por excelencia es el templo, cuya planta suele ser de cruz latina, con una o tres naves y crucero señalado por la mayor anchura del tramo. Existen, sin embargo, algunos ejemplos de planta centralizada. El ábside o cabecera se rodea con frecuencia de pequeñas capillas abovedadas o absidiolos.

Templos de Peregrinación y Catedrales

En los templos de peregrinación y en las catedrales es frecuente encontrar la girola, que es un deambulatorio que da la vuelta por detrás del altar y cuya función era facilitar la circulación de los peregrinos que llegaban al templo para venerar las reliquias de los santos. En ocasiones, las iglesias de peregrinación disponen también de una tribuna situada por encima de las naves laterales, comunicada con la nave central a través de huecos que forman el triforio. En este tipo de templos suele haber claustros formados por arcos de medio punto sobre columnas generalmente pareadas. En el exterior de las iglesias románicas es frecuente levantar un campanario que, a veces, se encuentra aislado del templo.

Escultura Griega: Arcaica, Clásica y Helenística

La escultura griega tiende a representar la figura humana y busca la belleza en los cuerpos, que se consigue por la armonía de sus proporciones y por la perfección formal. Existe un canon, basado en la cabeza, y una proporción de las medidas, inspirada en los huesos del dedo meñique.

Periodos de la Escultura Griega

La escultura griega se clasifica en tres periodos: arcaica, clásica y helenística.

Época Arcaica

En la época arcaica se abunda en las formas abstractas, de gran expresividad, en las que se aprecia la sonrisa eginética, como se ve en las esculturas del templo de Afaia, en Egina. En esta etapa se realizan también los denominados kuros, que son representaciones en piedra de jóvenes desnudos, con los puños pegados a los muslos y una pierna avanzada. También hay figuras femeninas, la koré, siempre vestidas con pudor. Estas últimas son imágenes votivas, cuya actitud es la de presentar una ofrenda.

Época Clásica

En la época clásica, la novedad es la aparición de la expresión. Las formas se hacen más complejas y movidas, pero el esfuerzo físico no afecta a la serenidad expresiva del rostro. En el siglo V destacan tres grandes escultores:

  • Mirón: Autor del conocido Discóbolo, en el que desarrolló magistralmente el estudio de la anatomía en acción. La figura representa a un héroe de los juegos en el momento de lanzar el disco. Aunque reproduce un momento de tensión y concentración, el rostro es, sin embargo, ajeno al esfuerzo.
  • Policleto: Escribió el primer tratado sobre la escultura. Buscó la belleza basada en el idealismo de las proporciones del cuerpo humano. Según el canon, el cuerpo debía medir siete veces el tamaño de la cabeza. Alcanzó celebridad con el Doríforo, que muestra al portador de una lanza, y con el Diadumenos, que se coloca la diadema del triunfo.
  • Fídeas: El clasicismo alcanzó su cénit con Fídeas, que fue el escultor más famoso de la época. A él se deben las esculturas del Partenón, cuyos modelos han servido siempre como ideales clásicos.

En el siglo IV, algunos artistas griegos derivaron hacia modelos que se alejaban de la serenidad de Fídeas. Tres grandes escultores trabajaron en esta segunda etapa del clasicismo:

  • Scopas: Exaltó en sus obras el sentimiento trágico, con bocas entreabiertas, cuerpos en espiral y ojos hundidos, como se aprecia en las esculturas que realizó para el mausoleo de Halicarnaso.
  • Praxíteles: Acentuó las curvas, apoyando el cuerpo en una pierna y creando la denominada “curva praxiteliana”. Obras suyas son el Hermes con el niño Dionisio o el desnudo de la Afrodita de Cnido.
  • Lisipo: Autor de Apoxiomeno, donde alarga el canon de las esculturas, estilizándolas.

Época Helenística

En la época helenística se siguen aún los principios del clasicismo, como se observa en la Venus de Milo o en la Victoria de Samotracia, pero van perdiéndose la serenidad y las proporciones clásicas. Es representativa de esta etapa el Laocoonte y sus hijos. Junto a estas esculturas se realizan también retratos.