El Revisionismo Político Inicial del Reinado de Alfonso XIII
El intento de revisionismo político durante el reinado de Alfonso XIII buscó reformar el sistema canovista sin desmantelarlo. Tras la crisis de 1898, la monarquía se debilitó, y el intervencionismo del rey agravó la inestabilidad política. El Regeneracionismo, con figuras como Joaquín Costa, denunció el caciquismo y exigió cambios, influyendo en líderes como Antonio Maura (Partido Conservador) y José Canalejas (Partido Liberal). Maura, durante su “gobierno largo” (1907-1909), promovió una “revolución desde arriba” con reformas como la nueva Ley Electoral, medidas proteccionistas, leyes laborales y la creación del Instituto Nacional de Previsión. Intentó también un primer paso hacia el autogobierno regional con la Ley de Mancomunidades, pero su gobierno cayó tras la Semana Trágica de Barcelona (1909), provocada por su política en Marruecos y la dura represión de las protestas. El revisionismo fracasó ante la fragmentación política, la conflictividad social y el creciente rechazo a Alfonso XIII, dejando al sistema de la Restauración en una crisis irreversible.
El Reinado de Alfonso XII (1874-1885) y la Consolidación del Sistema Canovista
El reinado de Alfonso XII, interrumpido por su temprana muerte a los 28 años, representa la fase de construcción y consolidación del sistema político canovista. Entre 1875 y 1880, el partido de Cánovas asumió las funciones de gobierno. En este período no existe bipartidismo ni turno pacífico porque hay un partido único, el Partido Conservador, hasta que en 1880 se forma el Partido Liberal de Sagasta. En 1881 se inicia la práctica del turno pacífico con el primer gobierno del Partido Liberal. Hasta ese momento, Cánovas del Castillo ejerció el gobierno y se dedicó a consolidar el nuevo régimen mediante:
- Una nueva ordenación sociopolítica consistente en reorganizar los cargos del ejército.
- La aproximación a la Iglesia: fin del matrimonio civil, fin del divorcio y establecimiento del matrimonio canónico.
- Amnistía política para intentar conservar el espíritu de la Revolución del 68.
- Construcción de un nuevo orden constitucional mediante la elaboración de la Constitución de 1876.
- Aprobación de medidas centralizadoras como la ley de 1876, aboliendo definitivamente los fueros vasco-navarros.
- Establecimiento de un nuevo arancel aduanero en 1877 que supuso el triunfo del proteccionismo hasta bien entrado el siglo XX.
- Promulgación de ley electoral de 1878, que fijaba el sufragio restringido y limitaba el derecho al voto.
- Adopción de medidas legislativas represivas, que limitaron los derechos individuales reconocidos por la Constitución de 1876 como la libertad de cátedra, libertad de asociación, libertad de prensa y expresión.
Las Guerras Carlistas: Conflicto Dinástico e Ideológico
El conflicto sucesorio tras la muerte de Fernando VII en 1833 desencadenó la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Fernando VII, al no tener hijos varones, derogó la Ley Sálica y nombró heredera a su hija Isabel II, lo que fue rechazado por su hermano, Carlos María Isidro, quien reclamó el trono. Este conflicto no solo fue una lucha dinástica, sino también ideológica:
- El bando isabelino apoyaba el liberalismo y estaba compuesto por burgueses, funcionarios, la alta nobleza, el alto clero y sectores urbanos.
- El bando carlista, defensor del absolutismo y el tradicionalismo católico, contaba con nobles rurales, el bajo clero y campesinos, con fuerte presencia en Navarra, el País Vasco y el norte de España.
El carlismo defendía el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey” y se oponía a las reformas liberales, abogando por la monarquía absoluta y el mantenimiento de los fueros regionales. La Primera Guerra Carlista (1833-1840) fue la más relevante desde el punto de vista militar y tuvo tres fases:
- 1837-1840: Dominio isabelino, con el fin de la guerra mediante el Convenio de Vergara (1839), que garantizaba la inclusión de los carlistas en el ejército liberal y el mantenimiento parcial de los fueros vasco-navarros.
Segunda Guerra Carlista o “de los Matiners” (1846-1848)
Este conflicto, centrado en Cataluña, se originó por el fracaso del matrimonio entre Isabel II y Carlos VI. Además del motivo dinástico, tuvo un fuerte componente social, con la participación de clases bajas empobrecidas. Militarmente, la falta de armamento y la desorganización carlista, liderada por Ramón Cabrera, facilitaron la victoria liberal.
Consecuencias de las Dos Primeras Guerras Carlistas
- Humanas: La Primera Guerra Carlista causó casi 200.000 muertes; la segunda fue menos violenta.
- Políticas: La monarquía se inclinó hacia el liberalismo, con los militares ganando protagonismo político y usando el pronunciamiento como herramienta habitual de gobierno.
- Económicas: El alto costo de la guerra llevó a crisis fiscales y reformas como la desamortización de Mendizábal.
Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
Aprovechando el Sexenio Democrático (1868-1874) y la caída de Isabel II, los carlistas liderados por Carlos VII se alzaron en armas en el medio rural de Vascongadas, Navarra y Cataluña.
Consecuencias de la Paz de Somorrostro
- Abolición de los fueros vascos y navarros, alimentando el sentimiento nacionalista.
- Fin del carlismo como amenaza militar, consolidando el sistema de la Restauración.
- Conversión del carlismo en un partido político (Partido Tradicionalista), defensor del antiliberalismo y la religión, con una milicia, El Requeté, que tuvo relevancia en la Guerra Civil y el franquismo.