El Régimen de la Restauración (1874-1902)
El Régimen de la Restauración
El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos dio un golpe de estado en Sagunto, proclamando a Alfonso XII como rey y poniendo fin a la I República. Este acto contó con la oposición de Cánovas del Castillo, quien prefería una transición pacífica al trono, como la planteada en el Manifiesto de Sandhurst. En este documento, Cánovas presentaba al futuro rey como un monarca democrático, heredero de las tradiciones españolas. Previamente, en 1870, Cánovas había logrado la renuncia a los derechos dinásticos de Isabel II para evitar temores de una posible vuelta de la reina.
Cánovas diseñó un sistema basado en el turno pacífico de dos partidos: el Partido Conservador, liderado por él mismo y heredero del moderantismo, y el Partido Liberal, dirigido por Sagasta, que aglutinaba a progresistas y demócratas del Sexenio. Sagasta, aunque se expresaba como un progresista radical, actuaba con pragmatismo y moderación.
El sistema de turno garantizó la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin al intervencionismo militar y los pronunciamientos. Sin embargo, fue un artificio político que marginaba a las fuerzas de izquierda, el movimiento obrero, el regionalismo y el nacionalismo.
A finales de 1885, la muerte de Alfonso XII dejó como regente a su esposa María Cristina. El Pacto del Pardo garantizó la estabilidad durante la regencia, facilitando la alternancia pacífica, pero agravando la corrupción política y falseando la voluntad popular.
Durante la regencia, se mantuvo el turno entre Cánovas y Sagasta, pero ambos partidos comenzaron a descomponerse, surgiendo escisiones personalistas. El Parlamento largo, un período de gobierno liberal bajo Sagasta, vio la aprobación de leyes importantes como la Ley de Jurado (1888). El regreso de los conservadores en la década de 1890 trajo consigo una política económica proteccionista.
Características y Funcionamiento del Sistema Canovista
El sistema de Cánovas emulaba el parlamentarismo británico con dos partidos que aceptaban la monarquía liberal y la Constitución de 1876. El turno pacífico requería moderación y la renuncia al apoyo del ejército.
Estos no eran partidos de masas modernos, sino partidos de notables, liderados por figuras influyentes que mantenían unidas a las distintas facciones a través de clientelismo, prensa y apoyos locales.
El liderazgo carismático era crucial para mantener la unidad del partido. La pérdida de esta unidad podía llevar a la retirada de la confianza del rey y la convocatoria de nuevas elecciones.
El caciquismo, un mecanismo de poder local, era fundamental para el sistema. Los caciques, oligarcas locales, controlaban los resultados electorales a cambio de favores políticos y económicos. Este sistema se perpetuó por la apatía del electorado, el predominio de los grandes propietarios y la manipulación administrativa y judicial.
El Partido Conservador representaba a la burguesía latifundista y financiera, y a los grupos residuales del antiguo régimen. Tras la muerte de Cánovas, el partido se dividió en torno a figuras como Romero Robledo, Silvela y Maura.
El Partido Liberal, fundado en 1880, aglutinaba a progresistas, unionistas y republicanos posibilistas como Castelar. Su programa inicial se moderó para acceder al poder. Tras la muerte de Sagasta (1903), el partido se dividió, adoptando el anticlericalismo como seña de identidad.
La Constitución de 1876
Inspirada en las constituciones de 1845 y 1869, la Constitución de 1876 establecía un Estado confesional católico con libertad religiosa. El sistema bipartidista y el turno pacífico buscaban la estabilidad política. La Constitución definía la capacidad legislativa del monarca, quien gobernaba junto con las Cortes.
- Soberanía compartida entre las Cortes y la Corona.
- Corona inviolable con iniciativa legislativa.
- Cortes bicamerales.
- Derechos y libertades individuales con limitaciones.
- Catolicismo como religión oficial con tolerancia de otros cultos.
- Control de la educación por la Iglesia.
- Sufragio universal masculino instaurado en 1890.
La Oposición al Sistema
La “España real” se oponía a la “España oficial”. Los republicanos defendían la república, la separación Iglesia-Estado, el sufragio universal y la atención a las clases populares. El republicanismo se dividió en federales, progresistas, centralistas y posibilistas.
El movimiento obrero, aunque no era una oposición política organizada, atacaba al sistema mediante insurrecciones, huelgas y atentados. El PSOE, fundado en 1879, no obtuvo su primer escaño hasta 1910. El anarquismo, extendido por el campo andaluz, catalán y levantino, promovía el cambio social mediante propaganda y atentados.
Nacimiento de los Nacionalismos Periféricos
En regiones con lenguas propias surgieron movimientos regionalistas y nacionalistas. En Cataluña, el Centre Català, fundado por Valentí Almirall, abogaba por el proteccionismo industrial. El galleguismo tuvo una vertiente cultural. El nacionalismo vasco, de base más radical y xenófoba, creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895.
Guerra Colonial y Crisis del 98
Tras la independencia de la mayor parte del imperio español, solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas permanecían como colonias. La Guerra de Independencia cubana (1895-98) y la filipina (1896-98) detonaron una profunda crisis en España.
Las causas del conflicto fueron:
- La política exterior española, que buscaba evitar compromisos internacionales.
- El expansionismo colonial de las potencias internacionales.
- El incumplimiento de los Acuerdos de Zanjón.
- La situación económica de Cuba, con mayor comercio con EE.UU. que con España.
- El apoyo de EE.UU. a la independencia cubana, motivado por sus intereses económicos.
- El patriotismo nacionalista de los líderes cubanos.
EE.UU. intervino en el conflicto, tras intentar comprar la isla a España. La flota española fue derrotada en Santiago de Cuba, y tropas estadounidenses invadieron Cuba y Puerto Rico. En Filipinas, EE.UU. se presentó como libertador de los insurrectos filipinos. El Tratado de París (1898) puso fin al conflicto, con España reconociendo la independencia de Cuba y cediendo Puerto Rico, Guam y Filipinas a EE.UU.
La guerra provocó grandes pérdidas humanas y económicas para España, además de una crisis de conciencia por la pérdida de las últimas colonias.