El Régimen de la Restauración en España (1875-1902)
Introducción
A finales de 1874, el General Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II, dando inicio al periodo conocido como la Restauración, en referencia al retorno de la monarquía borbónica. Este periodo se caracterizó por:
- Estabilidad política basada en el turno de partidos entre conservadores y liberales.
- Industrialización de Cataluña y el País Vasco.
- Aparición de los nacionalismos periféricos: vasco, catalán y gallego.
- Crisis de 1898 por la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El Sistema Canovista: La Constitución de 1876 y el Turno de Partidos
Antonio Cánovas del Castillo consideraba el periodo 1868-1874 como caótico, y la única solución era la vuelta de la dinastía borbónica con Alfonso XII. Para ello, se consiguió la renuncia de Isabel II en favor de su hijo en 1870. Cánovas proponía poner fin a los golpes de Estado y lograr que Alfonso fuera rey por proclamación popular, iniciando una intensa actividad propagandística. Sin embargo, el regreso se produjo por un pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en 1874.
Una vez instalado Alfonso XII en el trono, las Cortes redactaron una nueva Constitución, caracterizada por:
- Soberanía compartida entre el Rey y la nación.
- El Rey nombraba al jefe de gobierno y a la mitad de los senadores.
- Sufragio universal masculino restringido.
- Libertad de cultos.
- Libertad de los ciudadanos bastante matizada.
Esta constitución reflejaba un pensamiento político conservador. Cánovas sustituyó la multiplicidad de partidos por dos grandes bloques: conservadores y liberales. Este mecanismo, conocido como el turno de partidos, se puso a prueba con la muerte prematura del monarca en 1885. La alternancia funcionó principalmente en Madrid. Para su correcto funcionamiento, se necesitó un acuerdo entre las dos fuerzas políticas para pactar los resultados electorales, distribuyendo los escaños de antemano e incluso recurriendo al fraude electoral.
La Oposición al Sistema: Regionalismo y Nacionalismo
Los republicanos eran la principal oposición a la monarquía en el último cuarto del siglo XIX. Su proyecto se definía por la superioridad de la república sobre la monarquía, la separación Iglesia-Estado, el sufragio universal y la preocupación por la cuestión social.
En regiones periféricas como Cataluña, País Vasco y Galicia surgieron movimientos políticos y culturales denominados regionalistas, que más tarde evolucionaron hacia el nacionalismo. Estos movimientos encontraron apoyo en las burguesías regionales, interesadas en la independencia de Madrid. El nacionalismo, un fenómeno crucial en el siglo XX, tiene sus raíces en el siglo XIX.
El movimiento obrero también cobró importancia en este periodo. Los gobiernos de la Restauración comenzaron a preocuparse por la situación de los obreros. En 1883, Sagasta convocó la Comisión de Reformas Sociales para estudiar las condiciones de vida de la clase obrera, denunciando sus precarias condiciones. Estos problemas contribuyeron a la difusión de movimientos reivindicativos como el anarquismo y el socialismo.
Guerra Colonial y Crisis de 1898
España mantenía fuertes lazos con Cuba. José Martí y Antonio Maceo lideraron el movimiento independentista cubano. En 1868, con el Grito de Yara, se inició la Guerra de los Diez Años, que finalizó en 1878 con la Paz de Zanjón. En 1895, estalló un nuevo conflicto, generando tres posturas en las fuerzas políticas españolas: unionistas, autonomistas e independentistas.
Tras la concesión de la autonomía cubana en 1897, se produjeron disturbios en La Habana promovidos por oficiales españoles unionistas opuestos a la autonomía. Para evaluar la situación, Estados Unidos envió el acorazado Maine al puerto de La Habana. Poco después, el buque sufrió una explosión y se hundió, lo que desencadenó la declaración de guerra de Estados Unidos a España.
El conflicto se desarrolló en el archipiélago filipino y el Caribe, donde la flota española fue derrotada. Con la mediación francesa, se firmó el Protocolo de Washington, en el que España aceptaba la evacuación de Cuba y Puerto Rico. El Tratado de París, que España se vio obligada a firmar, marcó el inicio de la expansión oceánica de Estados Unidos. Estados Unidos concedió a España una compensación de 20 millones de dólares.
Desde 1833, España experimentó un proceso de modernización lento y continuo, que se aceleró durante la Restauración.