Unión Dinástica (Familiar): Integración de las Coronas de Castilla y Aragón
Con el reinado de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, comienza la Edad Moderna en España.
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se produjo en 1469. Isabel I sucedió en el trono de Castilla a su hermano Enrique IV en 1474. Alfonso V de Portugal invadió Castilla en 1475, reclamando el trono castellano para Juana la Beltraneja (hija de Enrique IV). Esto provocó una guerra civil en la que Isabel I contó con el apoyo mayoritario de las ciudades, el clero, parte de la nobleza y Aragón, mientras que Juana la Beltraneja contó con el apoyo del arzobispo de Toledo, un sector de la nobleza, Portugal y Francia.
Finalmente, en 1478 se firmó el Tratado de Alcaçovas (tratado que reconocía a Isabel I como legítima reina de Castilla y la soberanía de Castilla sobre las Islas Canarias). En 1479, Fernando II sucedió a su padre, Juan II, en el trono de Aragón.
En 1479 se produjo la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón mediante la Concordia de Segovia, acuerdo por el que cada reino mantenía sus leyes, instituciones y fronteras. La política exterior fue conjunta, y la Inquisición era la única institución presente en ambas Coronas.
Castilla, por su tamaño, población y poder económico, debido al desarrollo del comercio de lana merina con Flandes, lideró las fuerzas militares y la política colonial en América, asumiendo además el mayor esfuerzo fiscal.
La Conquista del Reino Nazarí y la Incorporación del Reino de Navarra
Los Reyes Católicos culminaron la Reconquista con la toma de Granada el 2 de enero de 1492. Diez años antes, movilizaron a la nobleza y a la Santa Hermandad, una institución creada por los Reyes Católicos con el fin de mantener el orden en Castilla.
Castilla se aprovechó de las luchas internas y la guerra civil en el Reino Nazarí de Granada. Se empleó la táctica del asedio y la capitulación. La última campaña fue el asedio de un año a la ciudad de Granada, que terminó cuando Boabdil firmó las capitulaciones que garantizaban a los musulmanes la libertad religiosa y la conservación de sus bienes y costumbres. Sin embargo, en 1499, el Cardenal Cisneros dejó de respetar las capitulaciones y obligó a los musulmanes a convertirse al cristianismo o abandonar Castilla.
Navarra fue incorporada al Reino de Castilla en 1512. Tras la muerte de Isabel I, Fernando el Católico, regente de Castilla, temía la intervención de Francia al sur de los Pirineos. Entró en Pamplona en 1512 bajo el pretexto de una supuesta conspiración entre Navarra y Francia contra Castilla. En 1515, las Cortes de Burgos, bajo el reinado de Fernando, anexionaron el Reino de Navarra a Castilla, aunque conservando sus fueros e instituciones (lo que llamamos Comunidad Foral de Navarra).
La Integración de las Canarias y la Aproximación a Portugal
Tras la muerte del hermano de Isabel I, Enrique IV, se desencadenó la guerra de sucesión entre Isabel y Juana la Beltraneja, apoyada por el rey de Portugal. El Tratado de Alcaçovas puso fin al conflicto y a la cuestión atlántica. Sin embargo, fue un éxito diplomático para Portugal, que vio reconocido su monopolio comercial al sur del Cabo Bojador (Sáhara Occidental), aunque renunciaba a las Canarias. Portugal se quedó con el monopolio del comercio en África.
La conquista de Canarias finalizó en 1496, obra de particulares, andaluces y extremeños, que firmaban capitulaciones con la Corona para efectuar la empresa en nombre del rey y repartirse las tierras. La conquista causó el derrumbamiento demográfico de los pobladores indígenas: los guanches, debido a las enfermedades traídas de la península y a la esclavización para el trabajo en la producción de azúcar.
A partir de 1492, el tráfico hacia América se desarrolló de forma muy notable, ya que, por su situación estratégica en la corriente de los Alisios, el archipiélago canario era una plataforma obligada en el viaje de ida hacia el nuevo continente (esto es lo que llamamos Carrera de Indias).
Los Reyes Católicos, para asegurarse las relaciones diplomáticas con Portugal, pactaron el matrimonio de su hija Isabel con el heredero de la corona portuguesa. Tras la muerte de éste, se concertó un segundo matrimonio de la infanta Isabel con el rey portugués Manuel I “el Afortunado”. De esta unión nació el infante Miguel de la Paz, quien, de haber sobrevivido, hubiera reunido las coronas de Portugal, Castilla y Aragón. Tras el fallecimiento de Isabel, se mantuvo la alianza con el segundo matrimonio de Manuel I con la infanta María.
El descubrimiento de América reabrió el conflicto con Portugal por la navegación atlántica, conflicto que se resolvió en 1494 con el Tratado de Tordesillas.
La Organización del Estado bajo los Reyes Católicos: Instituciones de Gobierno
El objetivo de los Reyes Católicos era transformar una monarquía feudal medieval en una monarquía moderna y autoritaria. Ejercieron el poder de una manera personalista y tomaron medidas para reforzar la autoridad de la monarquía. Algunas de estas medidas fueron:
- Limitar el poder de la nobleza, reduciendo su influencia política y apartándola de los cargos de la administración, a cambio de reforzar su poder socioeconómico.
- Controlar las Órdenes Militares, presionando para que nombrasen al rey como su Gran Maestre.
- Fiscalizar el poder municipal de Castilla, reforzando la figura del corregidor.
Los Reyes Católicos apenas convocaron a las Cortes y se apoyaron en las ciudades para gobernar. El Consejo Real dejó de ser consultivo para convertirse en un órgano de gobierno, y se crearon consejos especializados (Consejos de Aragón, Hacienda, Indias, Castilla, Inquisición y Órdenes Militares).
Se creó una organización territorial de justicia con dos chancillerías (tribunales superiores de justicia), una en Granada y otra en Valladolid, y dos audiencias, en Santiago de Compostela y Sevilla.
Se creó un ejército permanente y se impuso el derecho de presentación o patronato regio, por el cual los Reyes Católicos proponían al Papa las personas que ocuparían los cargos eclesiásticos.
Se creó la Santa Hermandad en Castilla, aprobada en las Cortes de Madrigal en 1476, para combatir el bandidaje.
Se creó la institución de la Santa Inquisición. El Papa otorgó a los Reyes Católicos el privilegio de la bula para perseguir a los sospechosos de herejía. El Tribunal del Santo Oficio se utilizó como instrumento de su política autoritaria. Los judíos y los mudéjares fueron obligados a optar entre convertirse al catolicismo o abandonar sus reinos.
La Proyección Exterior: Política Italiana y Norteafricana
Política Italiana: El creciente poder de la monarquía hispánica provocó la reacción de Francia. Los Reyes Católicos respondieron con una política de alianzas matrimoniales con el Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra y Portugal.
Se enfrentaron en Italia con el objetivo de controlar el Reino de Nápoles. Firmaron el Tratado de Barcelona, por el cual Francia restituía a Aragón el Rosellón y la Cerdaña. Francia invadió Nápoles, y Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, obligó al ejército francés a retirarse. Luis XII de Francia se anexionó el Milanesado e invadió Nápoles, y nuevamente el Gran Capitán derrotó al ejército francés.
El enfrentamiento entre Francia y la monarquía hispánica terminó con la anexión del Milanesado por Francia y la integración de Nápoles a la Corona de Aragón, además de la reincorporación del Rosellón y la Cerdaña.
Política Norteafricana: Los Reyes Católicos entendían que la mejor forma de evitar el ataque de los turcos y de los berberiscos (pueblos procedentes del norte del Magreb) a las costas españolas era la ocupación de las plazas del norte de África. Fueron ocupadas las ciudades de Melilla, Orán, Bugía y Trípoli.