El Reinado de Isabel II: Consolidación y Crisis del Liberalismo en España
El reinado efectivo de Isabel II (1843-1868) fue un periodo crucial para la construcción del Estado liberal en España. Durante estos años, el país experimentó una serie de reformas institucionales, políticas y económicas que consolidaron el liberalismo, aunque también estuvo marcado por la inestabilidad política y los conflictos entre distintas facciones liberales.
1. Inicios del Reinado de Isabel II: La Consolidación del Liberalismo Moderado
En 1843, con solo 13 años, Isabel II fue declarada mayor de edad, iniciando así su reinado efectivo. Tras el derrocamiento de Espartero, el control del gobierno pasó a manos del general Narváez, líder de los liberales moderados. Éstos buscaban consolidar un Estado liberal basado en el orden y la estabilidad, limitando la participación política a las clases sociales más altas.
El primer gran paso en esta dirección fue la Constitución de 1845, que reemplazó la Constitución progresista de 1837. La Constitución establecía una monarquía constitucional de carácter más restringido: el sufragio era censitario (restringido por las rentas), lo que limitaba el derecho al voto a una élite de propietarios; además, se reforzaba el poder de la monarquía, ya que el rey compartía el poder ejecutivo con las Cortes, controlaba la formación de gobiernos y tenía derecho de veto.
Durante este periodo también se llevaron a cabo otras reformas importantes. Se reorganizó la Hacienda pública y se centralizó la administración, con el objetivo de mejorar el control del Estado sobre el territorio. La creación de la Guardia Civil en 1844, una fuerza de seguridad destinada a mantener el orden en el medio rural, fue otro de los hitos que consolidó el poder del Estado.
2. Gobierno de los Progresistas y Bienio Progresista (1854- 1856)
A pesar de las reformas, el predominio de los moderados no estuvo exento de oposición. Los liberales progresistas, que defendían una mayor apertura política y social, protagonizaron diversos pronunciamientos y revoluciones. En 1854, una insurrección encabezada por el general O’Donnell, apoyada por el general Espartero, obligó a Isabel II a aceptar un nuevo gobierno (Bienio Progresista de 1854-1856).
Durante este breve periodo, se impulsaron reformas más avanzadas, como la Ley de Desamortización de Madoz en 1855, que continuaba el proceso de expropiación de bienes de la Iglesia y de propiedades comunales, con el objetivo de aumentar los ingresos del Estado y fomentar la creación de una clase de propietarios liberales. También se proyectaron leyes para democratizar la administración local y ampliar el sufragio, aunque estos cambios fueron limitados.
Sin embargo, las tensiones internas entre los propios progresistas y las dificultades económicas llevaron a un rápido colapso de este gobierno. En 1856, los moderados, liderados nuevamente por O’Donnell, retomaron el control del gobierno.
3. La Alternancia entre Moderados y Unionistas
Entre 1856 y 1868, el régimen de Isabel II se caracterizó por la alternancia en el poder entre moderados y unionistas. Estos últimos eran un grupo político dirigido por O’Donnell que intentaba combinar elementos moderados y progresistas en un nuevo
partido, la Unión Liberal. Su objetivo era estabilizar el sistema político mediante el consenso entre las distintas facciones liberales, aunque sin comprometer la esencia elitista del régimen.
O’Donnell dirigió varios gobiernos entre 1858 y 1863, un periodo conocido como el “Gobierno Largo”. Durante aquellos años, España vivió un cierto crecimiento económico y se realizaron algunas mejoras en infraestructuras, especialmente ferroviarias. En política exterior, los gobiernos de O’Donnell se embarcaron en aventuras coloniales como la guerra de Marruecos (1859-1860), que permitió consolidar la presencia española en el norte de África.
A pesar de estos logros, las tensiones sociales y políticas no desaparecieron. La exclusión de amplias capas de la sociedad del sistema político, el clientelismo, la corrupción y el descontento en el ejército fueron problemas persistentes que socavaron la legitimidad del régimen.
4. Crisis Final y Revolución de 1868
El reinado de Isabel II terminó sumido en una profunda crisis política y social. La reina, que había perdido apoyo entre amplios sectores políticos, estaba asociada a un régimen corrupto y autoritario. A partir de 1863, la inestabilidad se acentuó, con cambios constantes de gobierno y crecientes revueltas populares.
En 1866, un intento fallido de sublevación militar conocido como la sublevación del cuartel de San Gil mostró el creciente descontento dentro del ejército. Finalmente, en 1868, un pronunciamiento militar, conocido como la Revolución de La Gloriosa, dirigido por los generales Prim y Serrano, logró derrocar a Isabel II, que tuvo que exiliarse a Francia.
Conclusión
El reinado de Isabel II fue una etapa clave en la construcción del Estado liberal
en España, pero también estuvo marcado por la inestabilidad política, la corrupción y el conflicto entre facciones. A pesar de los avances hacia un Estado centralizado y liberal, las divisiones internas, la exclusión política de amplios sectores sociales y la incapacidad de resolver los problemas económicos y sociales acabaron precipitando la caída del régimen en 1868, abriendo la puerta a nuevas formas de gobierno.