Elementos de la novela

La novela
Beltenebros, publicada en 1989 por Antonio Muñoz Molina, se encuadra en el paradigma de novela de intriga, con elementos policíacos y de espionaje, que en la narrativa española posterior a 1975 constituye  uno de los subgéneros más destacados. Otros ingredientes relevantes son las influencias cinematográficas y de la cultura popular, así como las abundantes referencias intertextuales (sirva como ejemplo el título, alusivo a Amadís de Gaula, con múltiples connotaciones negativas asociadas a lo maligno, lo demoníaco, lo tenebroso o lo oscuro;  aspectos que cobran pleno sentido al final del relato).Los dieciocho capítulos que forman la división externa pueden agruparse, atendiendo a la estructuración interna, en tres bloques: los cuatro primeros capítulos constituyen el planteamiento (encargo de la misión, viajes, llegada a Madrid); del cinco al trece, hasta el asesinato de Andrade por Luque, podría marcarse la segunda parte (el nudo); a partir del catorce, con la decisión del protagonista de averiguar toda la verdad y la resolución de la trama principal, se situaría la tercera, el desenlace. La historia está narrada en primera persona por el protagonista, Darman, excombatiente del bando republicano en la Guerra Civil, exiliado en Inglaterra; al principio de la novela, viaja a Florencia para recibir un encargo de los miembros de su organización: debe matar a un supuesto traidor, Andrade. Para ejecutar el plan, ha de viajar a Madrid (como declara la primera frase de la obra: “Vine a Madrid para matar a un hombre al que no había visto nunca”); en esta ciudad se desarrolla la mayor parte de la trama. La perspectiva narrativa interna se vincula estrechamente con el tratamiento del tiempo (uno de los aspectos más significativos de la novela), ya que los recuerdos del personaje muestran las continuas retrospecciones que hacen bascular los hechos narrados entre dos momentos diferentes: la década de los 40 (época rememorada) y la de los 60 (tiempo de la narración, cuya duración no supera los tres días). Este desorden cronológico propicia, además, las duplicidades de los  personajes principales que se producen a lo largo de la historia. Así, Walter, el supuesto traidor asesinado por Darman veinte años atrás, tiene su paralelismo con Andrade, a quien persigue el protagonista para matarlo. El nombre de Rebeca Osorio alude a dos mujeres muy parecidas físicamente, madre e hija, vinculadas sentimentalmente a cada uno de los “traidores”. La primera, escritora de novelas (quien reaparece al final, destrozada mentalmente y recluida por Ugarte); la segunda, cabaretera que actúa en la boîte Tabú (donde realiza un número erótico inspirado en Gilda, la mítica película de cine negro), a partir de la cual Darman irá averiguando los auténticos motivos de su misión e identificará al responsable último de ella, el comisario Ugarte (“Beltenebros”), quien ha urdido la trama para eliminar a su rival sentimental (Andrade). Años atrás, este personaje, con el nombre de Valdivia, había conseguido también que Darman asesinara a Walter acusándolo de traidor y había disimulado sus auténticos intereses haciendo creer a los demás en su integridad y heroísmo. La duplicidad afecta también al protagonista; es un personaje con una doble vida (asesino a sueldo y apacible vendedor de libros); su existencia, en las dos identidades, es falsa, carece de sentido; se muestra vacío y desengañado ideológicamente. El lector comprueba que sus actuaciones obedecen a menudo a la inercia, que carece de voluntad.


Además, experimenta una evolución considerable, a pesar de su carácter frío y calculador, puesto que las dudas sobre el pasado que continuamente regresa y las que genera la nueva misión, así como su experiencia, el paso del tiempo y la atracción que ejerce sobre él la joven Rebeca Osorio lo van convirtiendo en un hombre capaz de sentir compasión por las víctimas, de identificarse con ellas, de asumir su culpa, de rectificar y de reaccionar contra  la maldad, aspecto encarnado en la figura de Beltenebros (comisario Ugarte- Valdivia). Pero hay otros personajes secundarios cuya caracterización también resulta negativa; es el caso de los integrantes de la organización comunista: Bernal (quien ordena los asesinatos) y Luque (ejecutor de Andrade): el primero representa el fanatismo de las ideologías y el segundo el ingenuo que aún cree en los héroes. Por todo ello, la novela puede considerarse representativa  de una época en la que las ideologías han perdido vigencia o han generado desencanto (tanto las de izquierdas como las de derechas); en este sentido, se la puede calificar de posmoderna.

Otro elemento destacable en la novela, atendiendo a los lugares donde se desarrolla la trama,  es el Universal Cinema,  ya que este cine decrépito y olvidado adquiere un carácter simbólico: es el reino de la oscuridad, el escondite de Beltenebros,  adonde el protagonista desemboca por un pasadizo conectado con la boîte Tabú. Ese viaje a las tinieblas finalizará con la muerte del comisario Ugarte (descubierta ya su auténtica identidad), el rescate de Rebeca Osorio y la resolución del conflicto principal. Representa asimismo la vuelta al origen del protagonista para desvelar las mentiras y reparar los errores cometidos en el pasado.  En este sentido, la luz de la linterna que provoca la caída del comisario también implica simbólicamente el final de  los desdoblamientos existentes a lo largo del relato.

El gran acierto de Muñoz Molina es haber creado una narración que entretiene al lector y capta su interés hasta el final,  sin renunciar para ello a variadas técnicas narrativas.