El Teatro Español del Siglo XX: Tradición, Innovación y Compromiso Social

Contexto Histórico y Vanguardias

A principios del siglo XX, el teatro español no era terreno fértil para las inquietudes innovadoras y vanguardistas. Sin embargo, a partir de mediados de los años cincuenta, comenzó a surgir un tipo de teatro realista y social con valiosas aportaciones.

Teatro del Exilio

En el exilio se encontraron figuras como Alejandro Casona, Max Aub y algunos poetas y dramaturgos de la Generación del 27, como Rafael Alberti y Pedro Salinas. Pedro Salinas escribe un teatro poético y simbólico que plantea el conflicto entre la realidad y la fantasía, con obras como La dama del alba y La casa de los siete balcones.

Teatro de los Cuarenta

Teatro Tradicional

A) La Alta Comedia: Definida por Ruiz Ramón como “continuidad sin ruptura”, esta línea perdura a lo largo de la posguerra con dramaturgos como José María Pemán, Luca de Tena, López Rubio, Calvo Sotelo, Claudio de la Torre, Edgar Neville, Ruiz Iriarte y otros más jóvenes como Alonso Millán, Jaime Salom, Ana Diosdado, Jaime de Armiñán o Alfonso Paso. Sus características principales son: un teatro ligero con tendencia a la comicidad, dirigido a la clase media-alta, con diálogos bien construidos, cuidados y elegantes.

B) Drama Ideológico: Algunos de los autores mencionados también cultivaron el drama ideológico, con temas de tipo moral y social, como Pemán, Luca de Tena y Calvo Sotelo.

Teatro Humorístico

Junto al teatro tradicional, encontramos una línea interesante en las figuras de Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela. Ambos intentan renovar el teatro humorístico del astracán, el costumbrismo y el sainete. Jardiel Poncela, estudiado en una época anterior a la Guerra Civil, está emparentado con las tendencias experimentales de principios de siglo (Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con freno y marcha atrás). Este autor representa la utilización de un humor inteligente que recoge el teatro de Mihura.

El teatro de Mihura es una auténtica ruptura con el teatro anterior. Tres sombreros de copa (1952) significa un comienzo absoluto. Se vio a este autor como interesado en las realidades sociales. Aparece aquí la raíz del pensamiento de este autor: el choque entre individuo y sociedad, motivo de un radical descontento ante un mundo de convenciones que atenazan al hombre y le impiden ser feliz. Con el final de esta obra, Mihura marca el inicio del teatro del absurdo. Posteriormente, este autor tuvo que someterse al conformismo del público: Maribel y la extraña familia, Melocotón en almíbar

Teatro de los Cincuenta

El estreno de Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo, Tres sombreros de copa (1952) de Miguel Mihura y Escuadra hacia la muerte (1953) de Alfonso Sastre representan un hito en el desarrollo del teatro español de este periodo. En esta época hay que distinguir entre el teatro de testimonio y compromiso y el de protesta y denuncia.

  • Teatro de testimonio y compromiso: Antonio Buero Vallejo.
  • Teatro de protesta y denuncia: Alfonso Sastre es el primer representante de este tipo de teatro. En 1945 funda el grupo teatral Arte Nuevo, con el que trata de decir no al teatro de Benavente, al astracán y al teatro versificado. Considera que el teatro es un arte social y que lo social es superior a lo artístico. Entre sus obras destacan: Escuadra hacia la muerte, La mordaza, El cubo de basura

Teatro de los Sesenta

Es un teatro de denuncia y crítica social: la injusticia, la marginación, la explotación… Es alegórico-simbólico, expresionista y cercano a la farsa, lo grotesco, lo onírico, lo esperpéntico… El lenguaje es desgarrado, violento, popular. (1960 Los inocentes de la Moncloa, de Rodríguez Méndez, 1961 La madriguera de Rodríguez Buded, El tintero de Carlos Muñiz (1961), La camisa de Lauro Olmo (1962), Los salvajes del puente de San Gil de Martín Recuerda (1963)).

Teatro de los Setenta: Teatro Experimental

Aparecen dramaturgos que buscan una renovación de la expresión dramática, asimilando las corrientes nuevas y experimentales del teatro extranjero (Bertolt Brecht, Antonin Artaud, Samuel Beckett, Eugène Ionesco). En la temática continúa la crítica moral y social, pero la estética se vuelve simbólica o esperpéntica. Los personajes son símbolos (el dictador, el explotador, la víctima…). Se acude a la farsa, lo grotesco, se recurre a lo onírico, alucinante. Se da importancia a la escenografía y a los recursos extraverbales (sonidos, luces, movimientos corporales, efectos especiales). Prefieren un lenguaje poético, ceremonial o infantil. La experimentación va ligada al teatro independiente: compañías de actores que hacen un tipo de teatro diferente al comercial. Grupos como Els Joglars, Los Goliardos, Tábano, Dagoll Dagom, Els Comediants, Ditirambo, La Cubana, La Fura dels Baus. Autores: Francisco Nieva, Fernando Fernán Gómez, José Sanchis Sinisterra…

Antonio Buero Vallejo

Su visión personal ha sido la de conjugar cierta visión trágica de la existencia con una moderna esperanza en un futuro mejor. La serenidad y la actitud reflexiva han sido siempre constantes en él, aunque el tono angustiado y desesperanzado se han acrecentado (vejez y muerte de dos hijos).

Teatro

Durante más de cuarenta años de carrera dramática, ha perdurado en sus dramas una visión del mundo prácticamente similar: la defensa de la dignidad del hombre. Su obra es la de un humanista que defiende valores como la libertad, la justicia, la honradez, la verdad. Repite también personajes con importantes limitaciones físicas (ciegos, sordos, dementes…) y la utilización de espacios y otros elementos reales con función simbólica (escalera, sótano, tragaluz). Es un teatro alegórico en el que la preocupación por los problemas humanos de carácter universal propicia que los dramas tengan un alcance moral que bordea lo metafísico. Pero las tramas argumentales quedan encarnadas en personajes sociales e históricamente muy definidos, que no son meros tipos, sino seres de carne y hueso cuyos problemas individuales terminan por adquirir una dimensión más genérica. Por eso su teatro ha tenido una intención de testimonio o crítica social que ha sido constante en toda su trayectoria. Es un teatro trágico. Intenta inquietar y curar. Por eso plantea problemas sin imponer soluciones. Hace que el público reflexione después del espectáculo. Invita también a la superación personal y colectiva del pesimismo, abriendo agujeros de esperanza en medio de la tragedia (En la ardiente oscuridad). Pinta al hombre y su anhelo de realización frente a los obstáculos que se le interponen y adopta un plano existencial (sentido de la vida) y otro social (donde denuncia la injusticia).

Teatro Existencial (hasta finales de los 50)

En 1949 estrena Historia de una escalera. Esta obra contrasta con el tono general del teatro de la época. Retrata con eficacia la situación de pobreza y falta de salida de una colectividad atrapada en un mundo miserable y sin futuro. Las siguientes obras de Buero: En la ardiente oscuridad, La tejedora de sueños. Abundan en ellas lo mítico, lo legendario, los símbolos… Obras de transición son: Hoy es fiesta, Las cartas boca abajo.

Teatro Social

En 1958 publica Un soñador para un pueblo (sobre Esquilache) e inicia el drama histórico. Es una forma de sortear la censura, por lo que los espectadores habrían de entender los conflictos de siglos anteriores como una alegoría del presente, y responde a un deseo de indagar en momentos críticos del pasado para encontrar explicaciones en el presente. Otros dramas históricos son Las Meninas (lucha de Velázquez contra la corrupción y la injusticia del poder), El concierto de San Ovidio (denuncia la explotación de un conjunto de ciegos), El sueño de la razón (sobre Goya). De esta época son La doble historia del doctor Valmy y El tragaluz (sobre la Guerra Civil). Todas las obras de esta segunda etapa no se estructuran de forma tradicional, sus finales son abiertos, en donde se deja al propio espectador la posibilidad de imaginar un desarrollo ulterior, y se manifiestan influencias de Brecht.

Teatro Último

Hay un mayor propósito experimental como los efectos de inmersión, es decir, la corporeización escénica de sueños o visiones de los personajes o el empleo de ciertos recursos que permiten adentrarse al espectador en la conciencia de un personaje… Obras como: La detonación, La fundación, Lázaro en el laberinto… Continúa el interés por los conflictos sociopolíticos, la preocupación por la obra bien hecha, y un estilo y lenguaje que, tras su aparente sencillez, son fruto de una concienzuda elaboración.