Juan Mayorga
Juan Mayorga es un reconocido dramaturgo nacido en Madrid en 1965. Realizó estudios de Filosofía y Matemáticas, obteniendo su licenciatura en ambas disciplinas en 1988, y luego completó su doctorado en Filosofía en 1997 con una tesis sobre Walter Benjamin. Además, ha estudiado Dramaturgia con varios destacados profesionales del ámbito teatral.
Mayorga ha sido galardonado con numerosos premios, incluyendo el Premio Nacional de Teatro y el Premio Nacional de Literatura Dramática, entre otros. Su extenso repertorio teatral abarca obras como “Siete hombres buenos”, “El jardín quemado”, “Cartas de amor a Stalin” y “El chico de la última fila”, entre muchas otras.
Su obra se caracteriza por ser un teatro de palabra y de pensamiento, con un profundo compromiso social. Explora temas como la lucha del individuo contra el poder, el racismo y la violencia, tanto en piezas breves como en obras más extensas. Mayorga considera que el arte, y el teatro en particular, tienen la tarea moral de mostrar la violencia y defender el pacifismo.
Además de su labor como dramaturgo, Mayorga ha incursionado en la adaptación de textos clásicos y ha fundado compañías teatrales. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas y ha sido representada en diversos países. Su enfoque teatral destaca por su capacidad para transmitir experiencias intensas y profundas.
Buero Vallejo
El teatro español posterior a la Guerra Civil experimentó una evolución que refleja las transformaciones sociales y políticas de la época. Hasta los años 60, predominó un teatro realista y comprometido, mientras que en los años 70 se inició una etapa de experimentación formal y búsqueda de nuevos caminos.
Durante la posguerra, la censura franquista restringió la libertad de los dramaturgos, llevando al surgimiento de la comedia absurda como una forma de expresión. Destacan en este período Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela, quienes reflejaron la angustia y el desorden del tiempo a través de comedias disparatadas.
Sin embargo, la figura más relevante del teatro de posguerra fue Antonio Buero Vallejo. Su obra más emblemática, “Historia de una escalera” (1949), marcó el inicio del teatro social en España. Buero Vallejo, quien había pasado años en prisión por sus ideas comunistas, exploró en sus obras la condición humana, la moralidad y el compromiso social. Su estilo teatral se caracterizó por el realismo tradicional pero con uso innovador de técnicas dramáticas y un enfoque simbólico en la acción.
A lo largo de su carrera, Buero Vallejo pasó por distintas etapas en su obra:
- Hasta 1955: Teatro de tipo existencial centrado en la meditación sobre el sentido de la vida y la condición humana. Los personajes de las obras de esta etapa se muestran como seres sufrientes que buscan un sentido a su existencia dolorosa.
- Hasta 1970: Teatro de tipo social: las mismas preocupaciones de su teatro inicial se presentan ahora intentando mostrar las causas sociales del sufrimiento humano (la injusticia, las diferencias de clase…). Obras de estos años: Las Meninas, Un soñador para un pueblo, El tragaluz.
- A partir de 1970: Sus obras adoptan un matiz cada vez más político: la cárcel, la tortura, la pena de muerte, la represión policial, el mundo de la delincuencia ocupan un lugar relevante en las obras de esta época. Además, se observa en ellas un claro deseo de renovar la técnica teatral (La Fundación, 1975).
Sus obras reflejaron preocupaciones sociales y políticas, presentando tramas simbólicas que desafiaban la censura pero transmitían mensajes críticos.
Además de Buero Vallejo, otros dramaturgos como Alfonso Sastre y Lauro Olmo también contribuyeron al teatro social español, interpretándolo como una forma de protesta contra la represión política y la injusticia social.
Teatro de los Años 40
El teatro español de la década de los años 40 estuvo marcado por limitaciones impuestas por factores políticos y culturales, como la censura y los intereses burgueses. Se destacan dos tendencias principales:
- La comedia burguesa: En la línea del teatro benaventino. Cumplió la función de entretener y educar mediante el elogio de la virtud. Se caracteriza por la perfecta construcción y por su intrascendencia, con ciertas dosis de humor y ternura. Sobresalen los temas del amor y la exaltación de la familia, el matrimonio y el hogar, con personajes mayoritariamente burgueses, como su público.
- El teatro humorístico: Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil, llenas de personajes en constante movimiento que representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero. Entremezcla en ellas el humor verbal (chistes, retruécanos…) y el de situación (hechos ilógicos, disparatados).
Y otro autor importante es Miguel Mihura, cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Distorsiona la realidad por medio de la imaginación y la fantasía poética, y gusta de los asuntos policíacos. Sin embargo, hacia finales de la década, emerge un teatro más serio y comprometido, influenciado por corrientes existenciales. Obras como “Historia de una escalera” de Buero Vallejo y “Escuadra hacia la muerte” de Alfonso Sastre marcan el inicio de una corriente realista que se extiende hasta los años 70.
Realismo Social de los Años 50
Frente a un teatro de consumo, no han faltado dramaturgos que pugnaban por recoger las inquietudes de cada momento o que buscaban nuevas formas de expresión teatral. Por todo ello podemos hablar de un teatro visible, el que accede a los escenarios, y un teatro soterrado, que intentaba responder a nuevas exigencias sociales o estéticas y que apenas logró mostrarse.
Con “Historia de una escalera” (1949) nació el drama realista, cuyos temas son los característicos de la literatura social: Antonio Buero Vallejo es la figura más importante del teatro español de posguerra, con una variada trayectoria. El teatro de Buero, de acento trágico, se centra en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo, con referencias críticas a la España de su tiempo. Une, pues, lo social y lo existencial, con un mensaje ético, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad.
Formalmente, no llega a romper del todo con las fórmulas del teatro comercial; más bien intenta aprovecharlas para darles una dimensión nueva. Recurso frecuente en sus obras es el de los denominados “efectos de inmersión”, con los que pretende una mayor identificación del público con la historia que se está representando. Sus obras sintetizan realismo y simbolismo, y en ellas opone personajes contemplativos a personajes activos con relaciones conflictivas entre ellos. Se suelen observar tres etapas en su producción dramática:
- Obras de enfoque existencial y una técnica teatral realista: Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad, Hoy es fiesta.
- Enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples, etc.). Escribe dramas simbólicos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente: Un soñador para un pueblo, Las Meninas, El concierto de San Ovidio o El tragaluz.
- Obras de contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos: La doble historia del doctor Valmy.
- En los años cuarenta escribe un teatro metafísico, de inquietud existencial: Uranio 235.
- Desde 1950 practica un teatro de crítica social que se irá radicalizando con el tiempo.
Un asunto controvertido en su momento fue el llamado “posibilismo”.
El Teatro desde los Años 60 y 70 hasta Hoy
Desde los años sesenta y setenta hasta la actualidad, el teatro español experimentó una serie de cambios significativos. En este período, una nueva generación de dramaturgos continuó con el realismo iniciado por Buero Vallejo y Sastre, pero con una marcada actitud de denuncia social y una mayor complejidad escénica. Se exploraron temas como la injusticia, la alienación individual y la falta de solidaridad, enfrentándose a las limitaciones impuestas por la censura. Autores como Carlos Muñiz, Lauro Olmo y Rodríguez Méndez destacaron abordando problemas como la emigración, el autoritarismo y la brutalidad rural.
Hacia 1970, el teatro español comenzó a experimentar una renovación en su expresión dramática, superando el realismo y adoptando corrientes experimentales internacionales como el teatro del absurdo y las propuestas vanguardistas. Se privilegiaron elementos simbólicos, grotescos e imaginativos, influenciados por autores como Valle-Inclán. Se destacaron dramaturgos como Fernando Arrabal y Francisco Nieva, quienes exploraron temas como la sexualidad, la religión y la política con un enfoque surrealista y crítico.
Además, surgieron corrientes como el teatro independiente, donde grupos estables priorizaban elementos coreográficos, plásticos y musicales, fusionándolos con lo literario y disminuyendo la presencia del autor tradicional. Tras la muerte del dictador en 1975, hubo una expansión del teatro en España, con la llegada de obras de autores exiliados y la proliferación de festivales teatrales. También emergieron nuevos dramaturgos como Antonio Gala y Ana Diosdado, que abordaron temas sociales con un realismo moralizante.
Finalmente, se destacó un teatro que exploraba realidades contemporáneas y sociales, revitalizando géneros populares como la comedia neorrealista o el sainete con autores como José Luis Alonso de Santos, Fernando Fernán Gómez y José Sanchís Sinisterra, quienes abordaron temas como la droga, la delincuencia y la guerra civil con un enfoque irónico y crítico.
El Teatro del Siglo XXI
En los últimos años, la crisis del teatro se ha hecho más evidente, tal vez debido a la fuerte competencia de otras artes y entretenimientos (televisión, cine, espectáculos deportivos, internet, mundo virtual) o a la forma de vida actual. No obstante, se siguen habilitando salas alternativas en las que muchos de estos autores pueden estrenar sus primeros textos. Como ocurre con la novela o la poesía de estos años, falta perspectiva histórica para decidir cuáles de las líneas que presenta el teatro actual tendrán continuidad en un futuro o desaparecerán. Entre los dramaturgos que se han dado a conocer en las dos últimas décadas predomina la línea realista, con un toque de denuncia social e intención moralizante: Ernesto Caballero (Squash), Paloma Pedrero (Besos de lobo, 1986), Juan Mayorga (Últimas palabras de Copito de Nieve, 2004; La tortuga de Darwin, 2008; Intensamente azules, 2018), Ignacio García May (Alesio, una comedia de tiempos pasados o bululú, 1987).
Alejandro Casona
Podemos enmarcar la obra de Alejandro Casona dentro de la línea conservadora existente en el teatro anterior a la Guerra Civil española. Triunfó con su teatro en época de república (antes del franquismo), cuando recibió el premio Lope de Vega y cosechó varios éxitos teatrales en el panorama español y también, después de la Guerra Civil. En 1937 se exilia a diversos países de Hispanoamérica (Uruguay, México, Argentina, etc.) donde también alcanza un notable éxito, y ya en los años sesenta vuelve a triunfar en España.
Su teatro ha sido valorado con una cierta injusticia derivada de la realidad de la dictadura española; ésta distorsiona los puntos de vista. Casona era republicano y por ello se va al exilio, pero cuando su teatro vuelve a triunfar aquí, el público de izquierdas le exige un teatro comprometido con esa ideología. Se le exigía un teatro contra el dictador, pero su obra no cumplía dicha circunstancia política.
Su obra: Es maestro e hijo de maestros. Hay mucho de espíritu didáctico en su teatro. De hecho, en la república, colaboraba en labores de difusión del teatro. Inventa las “misiones pedagógicas”, y dentro de ellas el teatro ambulante, del pueblo. Su teatro ha planteado la discusión de si estamos ante un teatro escapista, evasionista, etc., o no. “Nuestra Natacha”, probablemente conecta con la expectativa de ese teatro de izquierdas. En “La dama del alba” encontramos el folclore asturiano. “La tercera palabra” es una especie de realización del mito del buen salvaje. “Los Árboles Mueren de Pie” presenta a una familia con una abuela compasiva y un abuelo arrepentido. “El Caballero de las Espuelas de Oro” es la respuesta del autor a las críticas de izquierda sobre su compromiso ideológico. “Prohibido suicidarse en primavera” es una obra que se desarrolla en una residencia dirigida por el doctor Ariel, donde todos los huéspedes desean suicidarse.
Teatro Comercial
Antes de 1939, el teatro estaba dominado por el drama realista y las obras de Echegaray, marcadas por un romanticismo obsoleto y una expresión verbal y gestual exagerada. A pesar de intentos de renovación, el público burgués, que buscaba entretenimiento, influía significativamente en la dirección del teatro. Además, coexistían el teatro social, con tintes socialistas o anarquistas, y los grupos vanguardistas que buscaban crear un nuevo concepto de drama en España.
- Teatro comercial: Suele hablarse de dos tendencias dentro del teatro anterior a la guerra: el teatro de éxito comercial y el renovador. El primero, destinado a satisfacer las exigencias del público, es, en general, un teatro costumbrista, cómico o melodramático, que continúa con las formas dramáticas tradicionales.
- Comedia burguesa de Benavente: Jacinto Benavente (1866-1954) destacó como una figura emblemática que reflejaba tanto las posibilidades como las limitaciones de su tiempo. Inició su carrera con audacia con “El nido ajeno”. Después de este revés, Benavente optó por suavizar su tono crítico, centrando sus obras en la “comedia de salón” o alta comedia, exceptuando “Los intereses creados” (1907), su obra maestra.
- Teatro poético: El teatro poético del siglo XX, influenciado por el modernismo, se caracterizaba por ser en verso y musical. Sus principales exponentes fueron Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. También se destacaron los hermanos Machado con obras modernistas como “La Lola se va a los puertos” y “Juan de Mañara”.
- Teatro cómico: Este teatro, destinado principalmente al entretenimiento y al retrato de costumbres y tipos populares, atrajo a un gran público. Se inspiró en tradiciones como los sainetes del siglo XVIII y el género chico del XIX. Entre los autores más destacados se encuentran:
- Carlos Arniches (1866-1943): Con dos vertientes en su trabajo teatral. Por un lado, sus sainetes ambientados en Madrid. Por otro lado, sus “tragedias grotescas”.
- Los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín): Presentaron una visión típica de Andalucía en sus obras teatrales.
- Pedro Muñoz Seca: Pionero del subgénero cómico conocido como astracán (o astracanada).
Teatro Renovador
A contracorriente de los gustos de la época, renovador en las formas y en los temas, hubo de esperar muchos años para ser valorado en su justa medida. El fracaso acompañó en su día a experiencias de notable interés, pero este teatro es hoy, sin duda, el más apreciado. Estas son algunas de estas tentativas renovadoras:
- Intentos de renovación:
- El teatro desnudo de Unamuno se caracteriza por su enfoque en los conflictos interiores de los personajes.
- Azorín, desafió el realismo naturalista incorporando simbolismo.
- Jacinto Grau, exploró grandes mitos y temas literarios.
- Ramón Gómez de la Serna introdujo audaces experimentaciones teatrales.
- Dentro de la generación del 27, destacan Rafael Alberti, Alejandro Casona y Max Aub.
- La obra teatral de Federico García Lorca: Federico García Lorca, en 1932, fundó el Teatro Universitario “La Barraca”. Sus obras teatrales, influenciadas por diversas corrientes, abordan temas universales como el deseo imposible, el conflicto entre la realidad y el deseo, el enfrentamiento entre autoridad y libertad, así como la frustración personal.
La Trayectoria Dramática de Valle-Inclán
La trayectoria dramática de Ramón María del Valle-Inclán es una evolución marcada por su rebelión contra la sociedad burguesa y su búsqueda de una expresión teatral radicalmente original. Su obra teatral refleja su constante evolución y su rechazo tanto al conservadurismo como al liberalismo de su época. En su primera etapa, Valle-Inclán fue influenciado por el decadentismo europeo. Luego, en la etapa modernista, se volcó hacia el simbolismo. La fase expresionista marca un cambio importante en su obra, caracterizada por su crítica social y moral, así como por la introducción del esperpento. Valle-Inclán se convierte así en un precursor del expresionismo y del teatro de vanguardia.