El Teatro Español Anterior a la Guerra Civil: Entre lo Comercial y lo Renovador

La renovación que estaba triunfando en la narrativa y la lírica españolas, que pretendía huir del realismo de la etapa anterior, no llegaba con la misma fuerza al género dramático anterior a la Guerra Civil. Con esta perspectiva, se diferencian dos vertientes dramáticas: la comercial, con el único objetivo de entretener al público, y la renovadora, que contaba con muchos menos seguidores y permaneció apartada de la escena.

1. Teatro Comercial

Destinado a satisfacer la demanda de entretenimiento por parte del público burgués, este teatro evita los conflictos ideológicos y continúa con la tendencia dramática tradicional, en la que abundan ambientes cuidados y puestas en escena realistas.

Pueden distinguirse tres corrientes:

  • Alta Comedia: Su autor más representativo es Jacinto Benavente. La mayoría de sus obras, llamadas comedias burguesas, se ambientan en escenarios de la alta sociedad, de la que se critican sus vicios y costumbres, pero de una forma sutil y amable. Se trata de un teatro donde predominan los diálogos sobre la acción, con personajes de escasa profundidad psicológica. Las obras más importantes son: Los intereses creados, donde se expone la lucha entre los intereses particulares y los ideales de Crispín y Leandro en una trama de amores y farsas; y La malquerida, un drama rural donde el amor entre padre e hijastra desencadena una profunda tragedia.
    Jacinto Benavente modernizó el drama burgués. Sus obras poseen una buena construcción dramática y un lenguaje cuidado, de gran espontaneidad, que incorpora giros y recursos característicos del habla conversacional. Según la crítica, su teatro resulta conservador y escapista, nada implicado en los conflictos que plantea.
  • Teatro poético en verso: Adquiere una inclinación musical y su temática es de carácter histórico o fantástico. Se trata de un teatro tradicional que, ante la crisis espiritual de la época, responde exaltando los valores nobiliarios y los mitos nacionales. Es un teatro muy tradicional en cuanto a ideas y concepción escénica, recuperando ideas y personajes nobles del pasado histórico nacional. Los principales autores son Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.
  • Teatro humorístico: Aborda temas superficiales con una trama fácil que se resuelve favorablemente. Presenta personajes populares y castizos que resultan divertidos por su lenguaje. Se basa en la presentación de costumbres y tipos populares. Los autores más representativos son Carlos Arniches, que escribe sainetes y zarzuelas de tema madrileño, pero destaca en la tragedia grotesca, donde mezcla lo trágico y lo cómico, como La señorita de Trévelez; Los hermanos Álvarez Quintero, que centran sus obras en un costumbrismo andaluz gracioso y espontáneo; y Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, género cómico de humor basado en el chiste fácil y en la presencia de situaciones descabelladas. Su obra más destacada es La venganza de don Mendo.

2. Teatro Renovador

Varios fueron los intentos de renovación teatral, los primeros llevados a cabo por Unamuno, Azorín y, sobre todo, Valle-Inclán. Aunque nunca gozaron de gran aceptación popular, estos autores y sus obras influyeron notablemente en el teatro posterior.

Ramón María del Valle-Inclán:

Es uno de los autores que más contribuyó a esta renovación. Se pueden diferenciar varias etapas en la evolución de su obra dramática:

  • Fase modernista: Se aprecia la influencia directa de Rubén Darío. La obra más representativa es El yermo de las almas.
  • Etapa de transición: Se le llama también Ciclo mítico. El autor adopta un juicio más crítico y agresivo, y un lenguaje que, no alejándose del Modernismo, se vuelve más duro. Los temas predominantes son la lujuria, la crueldad, el despotismo, la superstición y la magia. La obra más importante es la trilogía Comedias bárbaras. A esta etapa también pertenecen pequeñas farsas como La cabeza de dragón o La marquesa Rosalinda. También pertenece a este ciclo su obra Divinas palabras.
  • El esperpento: A partir de 1920, en el que publica Luces de bohemia, se inicia la estética del esperpento. Es una estética deformadora que resalta lo grotesco y supone una superación del dolor y de la risa. Realiza una crítica de la época y de sus instituciones, para lo cual utiliza:
    • Deformación caricaturesca de la realidad y personajes que son tratados como marionetas a través de procedimientos de animalización y cosificación.
    • Creación de situaciones absurdas y exageradas.
    • Utilización de la ironía y la sátira.
    • Uso de un lenguaje coloquial que a veces llega a lo vulgar, lleno de juegos de palabras y casticismos.