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El teatro de 1939 a finales del Siglo XX
Tendencias, autores y obras principales.:Podemos dividir el
teatro posterior a 1939 en estos periodos: década de los 40, década de los 50, década de los 60 y década de los 70 en adelante.Respecto a la década de los 40, diremos que la Guerra Civil supuso una ruptura en el teatro español, debido a que los grandes renovadores de la escena habían muerto durante la durante la misma o se habían exiliado. El teatro en el exilio tuvo un condicionamiento:
el escritor español pertenecía a una cultura diferente que la del público del país que le acogía. Por ello, los dramaturgos exiliados tuvieron tres opciones: seguir cultivando los temas de España, escribir dramas atemporales o escribir teatro para el nuevo público. Los autores más destacados del teatro español fuera de España son: Alberti (con “Noche de guerra en el Museo del Prado” y “El adefesio”), Casona (con “La barca sin pescador” y “La dama del alba”) y Max Aub (con “San Juan”). Por otro lado, el teatro dentro de España se caracterizó por: buscar el entretenimiento (sigue la línea del teatro cómico), plasmar los valores tradicionales, proponer una crítica contenida centrada en las costumbres de la clase media, y presentar un final feliz. Como temas más importantes tenemos: el mundo real (se trata la desavenencia amorosa, la infidelidad o los problemas económicos) y el mundo poético (mundo fantástico que distorsiona la
realidad)
. El estilo tiene estas carácterísticas: se persigue el cultivo de piezas redondas (piezas “bien hechas”), los ambientes y personajes son burgueses, y se utilizan técnicas cinematográficas. Como autores, destacan: Calvo Sotelo, Luca de Tena, Pemán, Poncela, Mihura o Benavente.En la década de los 50, aparecieron tres tipos de teatro: teatro de herederos; teatro cómico; y teatro existencial-
Social
El teatro de herederos se caracterizó por: dar importancia a la pieza bien hecha; ser un divertido espejo de la realidad; ser un teatro evasivo y crítico, en el que se difunde el orden social establecido; utilizar técnicas cinematográficas; y por aparecer la comedia rosa. Los autores y obras más importantes son: Ruiz Iriarte (con “Juegos de niños”), Alejandro Casona (con “Los árboles mueren de pie”), Luca de Tena (con “¿Dónde vas Alfonso XII?”) y Calvo Sotelo (con “La muralla”). El teatro cómico, por su parte, es un teatro evasivo en el que se hilvanaban escenas costumbristas y sucesos más o menos inverosímiles, constituyendo el nuevo astracán, en el que se utiliza un lenguaje lleno de equívocos, juegos de palabras y chistes. Los autores y obras más significativas son: Poncela (con “Eloísa está debajo de un almendro” y “Los habitantes de la casa deshabitada”), Mihura (con “Tres sombreros de copa” y “El caso de la mujer asesinadita”) y Alejandro Casona (con “La dama de Alba”). Por último, en el teatro existencial-social aparece la atención por la gente que sufre, tratando los dramas de indagar la realidad para criticar situaciones injustas. Los autores y obras más destacadas son: Alfonso Sastres (con “Escuadra hacia la muerte” y “La mordaza”) y Buero Vallejo (con “Historia de una escalera” y “En la ardiente oscuridad”).En la década de los 60, distinguimos dos tipos de teatro: teatro de protesta y teatro comercial. El teatro de protesta, que rechazó el teatro del absurdo, se caracterizó por: tratar temas sociales; ser realista; y utilizar un lenguaje violento, directo y sin eufemismos. Entre los autores más destacados sobresalen: Muñiz (con “El grillo”), Olmo (con “La camisa”), Martín Recuerda (con “Los salvajes de Puente San Gil”), Alfonso Sastre (con “En la red”), y Buero Vallejo (con “El tragaluz”, “El concierto de san Ovidio” y “La fundación”). Por otro lado, el teatro comercial se redujo a un mero objeto de consumo y, por eso, se inhibe ante los problemas que España tiene planteados, enmascarándose la realidad. Entre los autores destacan: Alfonso Paso (con “Vamos a contar mentiras”), Alonso Millán (con “Ya tenemos chica”), y Antonio Gala (con “Los verdes campos del Edén” o “El sol en el hormiguero”).Fue, sobre todo, en la década de los 70 y en adelante cuando la apertura de la censura franquista permitíó la entrada de corrientes europeas, como el teatro de Bertolt Brecht o el teatro del absurdo de Ionesco o Beckett. Estas influencias fueron fundamentales para la creación de obras que intentaron oponerse a los cánones establecidos. A partir de 1975, se consolidan los teatros independientes y proliferan las compañías de aficionados. La evolución teatral se tradujo en innovaciones escenográficas. Así, fueron muchos los dramaturgos de este periodo, destacando un teatro realista y un teatro más vanguardista. En el teatro realista destacaron: José Sanchis Sinisterra (con “¡Ay, Carmela!”), José Luis Alonso de Santos (con “La estanquera de Vallecas” y “Bajarse al moro”), Albert Boadella (fundó la compañía Els Joglars y destacó por “Yo tengo un tío en América”), Fernando Fernán Gómez (con “Las bicicletas son para el verano”) y Manuel Martínez Mediero (con “El último gallinero”). Por otra parte, en el teatro vanguardista destacaron: Luis Riaza (con “Retrato de dama con perrito”), Francisco Nieva (con “Los españoles bajo tierra” y “Es bueno no tener cabeza”) y diversas compañías teatrales independientes (destacan: Els Comediants, La Fura dels Baus, La Cuadra y Dagoll Dagom).