El Sistema Político de Cánovas: Un Legado Clave en la Restauración
Antonio Cánovas del Castillo, figura central en la historia contemporánea española, fue el arquitecto principal del sistema político que imperó en España durante la Restauración. Este período se inició con la ascensión al trono de Alfonso XII (1874) y concluyó con la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923).
Cánovas, historiador y profundo conocedor de los sistemas parlamentarios europeos, introdujo en España tres elementos característicos del modelo británico: la Monarquía, el Parlamento y la alternancia pacífica en el poder de dos partidos políticos. Su objetivo era implementar en España la doctrina del equilibrio de poderes entre la Corona y el Parlamento, y crear una Constitución que regulara todo el sistema político.
Principios Fundamentales del Sistema Canovista
- Soberanía Compartida: Cánovas recuperó el concepto de “soberanía compartida”, dejando atrás el de soberanía nacional. Las Cortes y la Corona ostentarían conjuntamente la soberanía.
- Bipartidismo: Siguiendo el modelo británico, la labor de gobierno recaía en dos partidos que se alternaban en el poder y la oposición:
- El Partido Conservador, liderado por el propio Cánovas.
- El Partido Liberal, encabezado por Práxedes Mateo Sagasta.
Otras ideologías políticas, como socialistas, republicanos, regionalistas y carlistas, quedaban fuera del sistema canovista. Sin embargo, con la aprobación del sufragio universal masculino en 1890, estos grupos accedieron a las Cortes, y el control electoral se debilitó en las zonas urbanas, donde el caciquismo era menos efectivo.
Es crucial destacar que, a pesar del derecho al sufragio y las elecciones periódicas, la formación de gobierno no dependía del resultado electoral, sino de la decisión de la Corona ante crisis políticas o el desgaste del partido gobernante.
La Constitución de 1876: Pilar del Sistema
La Constitución de 1876, pilar fundamental del sistema de la Restauración, fue diseñada por Cánovas. Esta Constitución, vigente hasta la dictadura de Primo de Rivera (1923), tenía un marcado carácter conservador y se basaba en los valores de la monarquía, la religión y la propiedad. Sus características principales eran:
- Sufragio censitario y soberanía compartida: Inicialmente, el voto fue censitario (1878), limitado a los mayores contribuyentes. En 1890, Sagasta aprobó el sufragio universal masculino.
- Poder moderador de la Corona: La monarquía actuaba como árbitro en la vida política, garantizando la alternancia entre conservadores y liberales. La Corona mantenía amplios poderes, como el derecho de veto, el nombramiento de ministros y la disolución de las Cortes.
- Cortes bicamerales: El Congreso de los Diputados era elegido por sufragio, pero la mitad de los senadores eran miembros por derecho propio o designados por la Corona.
- Confesionalidad del Estado: Se estableció la religión católica como oficial, aunque se permitían otras creencias sin manifestaciones públicas. El Estado financiaba al clero católico.
- Declaración de derechos: Se reconocían derechos como los de expresión, asociación y reunión.
El Turnismo y el Fraude Electoral
El turno en el poder se garantizaba mediante un sistema electoral que pervertía los principios parlamentarios. Cuando el partido en el gobierno se desgastaba y perdía la confianza de las Cortes, la Corona encargaba la formación de gobierno al jefe del partido de la oposición. Este convocaba elecciones para obtener una mayoría parlamentaria, y los resultados eran manipulados para asegurar su victoria.
El control del proceso electoral se ejercía a través de varias instituciones: el Ministro de la Gobernación, los alcaldes y los caciques locales. El ministro elaboraba las listas de candidatos que debían ser elegidos (“encasillado”). Los gobernadores civiles transmitían estas listas a alcaldes y caciques, y el aparato administrativo se ponía a su servicio para garantizar la elección mediante el “pucherazo”: falsificación del censo, manipulación de actas, compra de votos, etc.
La figura del cacique era fundamental. Como autoridad local, intercambiaba votos por favores: concesión de cargos, recomendaciones, financiación de obras públicas, etc.