El Siglo XX: Crisis de la Centralidad Europea y Redistribución del Poder Mundial

El Siglo XX como Periodo Histórico

Benedetto Croce afirmó: “Solo el interés por la vida presente puede llevarnos a indagar un hecho pasado, el cual, se identifica con un interés por la vida presente, convirtiéndolo en un interés presente”.

A un periodo histórico se le atribuyen características propias y específicas respecto a los periodos anteriores. El siglo XX viene marcado por los valores de la cultura europea y su creciente expansión mundial desde el siglo XVI. Sin embargo, en el siglo XX, esta centralidad entra en crisis.

La Crisis de la Centralidad Europea, las Guerras Mundiales y la Redistribución del Poder Mundial

Durante el siglo XX se produce el despertar y el renacer de Asia contra el dominio europeo. Es el fin del colonialismo en América (cae en crisis en los años 60 y desaparece en los 70). Hay también un cambio drástico de las relaciones de Europa con el mundo a raíz del ascenso impetuoso de Estados Unidos (poder económico y militar, + hegemonía en Iberoamérica).

El Siglo XX: Un Siglo de Conflictos y Transformaciones

El siglo XX estuvo marcado por dos guerras mundiales, grandes revoluciones, regímenes fascistas y nacionalsocialistas, y luchas por la liberación colonial.

Retos del Extranjero

  • En 1900, Estados Unidos se alzaba como la patria triunfante del capitalismo, una potencia en imparable crecimiento que pretendía intervenir en primera persona en los conflictos interimperiales. Su política de ‘puertas abiertas’ reivindicaba el derecho a la penetración comercial con China.
  • En la guerra de 1904 y 1905, Japón infligió otro golpe contra la Rusia zarista. Era la primera vez que un país no europeo derrotaba al ejército de una potencia imperialista.

Retos Internos a Europa

  • Ascenso de Alemania: El asalto de Alemania a las posiciones de poder de Inglaterra y Francia. La rápida expansión industrial de Alemania fue el acontecimiento más importante de los 50 años anteriores a la Primera Guerra Mundial. El industrialismo, el autoritarismo político y el militarismo marcaron esta época, con una modernización acelerada impulsada por un gobierno que subordinaba a las clases inferiores.
  • Crisis del Imperio Zarista: Rusia experimentó un colapso absoluto de su sistema interno. A pesar de la cuarta gran oleada industrial, la modernización sometió al Imperio a tensiones ingobernables. La industrialización, aunque intensa, era limitada. Predominaba el capital estatal o extranjero, y la burguesía era muy débil. Hacia 1900, se crearon el Partido Socialdemócrata Ruso y el Partido Social-Revolucionario, ambos buscando la destrucción del imperio. En 1905, la Revolución Rusa (un intento de reforma, el desastre militar de la Primera Guerra Mundial, las tensiones entre las diferentes nacionalidades del imperio…) solo conducía a la catástrofe. Este evento influyó directamente en la vida política y social de Europa y el mundo.

La Primera Guerra Mundial y el Fin de la Hegemonía Europea

A finales del siglo XIX, la relación entre potencias se convirtió en un delirio imperialista. La Primera Guerra Mundial fue la expresión de aquel delirio y marcó el fin de la hegemonía europea. ¡El conflicto no se pudo resolver satisfactoriamente! Francesco Saverio Nitti creía que el sistema creado por los tratados determinaba un estado de guerra permanente. Estados Unidos, la fuerza decisiva para concluir la guerra, se convirtió en la “esperanza del mundo”.

Entre Guerras: Ideologías en Pugna

En los 20 años que separaron las guerras mundiales, compitieron tres proyectos:

  1. La Sociedad de Naciones (1919): Un proyecto capitalista, liberal y democrático impulsado por Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Sin embargo, mostró su incapacidad para imprimir un giro a las relaciones internacionales y entró en una crisis estructural en los años 30.
  2. La Federación Europea: Un proyecto con gran significado ideal pero sin eficacia práctica.
  3. El Comunismo Bolchevique: Pretendía la doble superación del capitalismo internacional y de los Estados nacionales.

Estados Unidos se retiró de sus responsabilidades internacionales, mientras que Francia y Gran Bretaña intentaron reorganizar sus imperios coloniales. Este esfuerzo fracasó en la segunda década del siglo debido a la crisis del 29. En los años 30, la democracia liberal europea parecía débil y vinculada a potencias incapaces de organizar el continente. El problema radicaba en que cada una de estas ideologías contrapuestas (democracia liberal, fascismo y comunismo) se creía destinada a crear de nuevo la sociedad, el continente y el mundo entero. El choque de valores e intereses, y el consecuente choque de armas, eran inminentes.

1945: El Fin de la Ilusión de Centralidad Europea

En 1945, por primera vez en la historia, los europeos no decidieron su propio destino. Europa quedó dividida verticalmente por una línea de frontera ideológico-político-militar, con Alemania en el centro. Este fue el fin de toda ilusión de centralidad europea.

El Mundo Después de la Segunda Guerra Mundial

Se abrían tres caminos:

  1. Una rápida unificación política en sentido federal.
  2. Avanzar hacia una Federación Europea basada en la colaboración pacífica, la libertad, la democracia sólida y la paz interior y exterior.
  3. Establecer formas de colaboración, sobre todo económica, o continuar fragmentada en Estados aislados.

La Segunda Guerra Mundial llevó a la creación de la Organización de las Naciones Unidas en 1945, con el objetivo de asegurar la paz y fomentar el desarrollo económico, social y cultural de las naciones, así como la cooperación entre ellas, partiendo de la igualdad entre los Estados miembros.