SIGLO XVIII: El Pensamiento Ilustrado
Los orígenes de la Ilustración europea
Se encuentran en el racionalismo y el empirismo, corrientes que nutren el espíritu crítico de los ilustrados. Descartes considera que la base del conocimiento humano es la razón. Locke fundamenta el saber en la observación y la experimentación que permiten verificar las leyes físicas.
En la revisión de las ideas se ponen de manifiesto otros rasgos del pensamiento ilustrado:
- La curiosidad por todo tipo de conocimiento, reflejada en el enciclopedismo.
- El reformismo y el despotismo ilustrado en política.
- El humanitarismo en lo social.
- La confianza en la razón o cientificismo.
- El deísmo en religión.
- El utilitarismo cultural.
El Enciclopedismo francés
La Enciclopedia es un excelente medio de difusión del pensamiento ilustrado a pesar de ser prohibida o censurada en numerosos países y su influencia se extendió a todos los ámbitos del conocimiento.
En el pensamiento político triunfan el reformismo y el despotismo ilustrado.
La Estética: El Neoclasicismo y el Prerromanticismo
El movimiento deriva del clasicismo francés que se inspira en el modelo grecolatino.
El Neoclasicismo sigue las normas clásicas, presenta motivos y personajes genéricos o universales, tiene una finalidad didáctica y valora lo razonable y verosímil. Se guía por el buen gusto.
Dentro del Neoclasicismo se distingue la tendencia o estilo rococó en el que predominan las formas preciosistas y elegantes, junto al tono sentimental, melancólico e irónico.
El Prerromanticismo surge en las últimas décadas del siglo XVIII, en Alemania y en Inglaterra. Esta nueva sensibilidad, más sentimental y emotiva, reivindica la primacía del sentimiento sobre la razón y defiende la libertad creadora frente a las normas neoclásicas.
Literatura s. XVIII
La creación literaria no alcanza la genialidad que se había dado en los siglos anteriores, quizá por el predominio de la literatura didáctica y moralizante del Neoclasicismo y la Ilustración.
En la literatura del siglo XVIII se distinguen 3 estilos:
1. Posbarroco:
Durante los primeros años del siglo, en algunos países pervive el gusto barroco. Esta tendencia es especialmente intensa en España.
2. Neoclasicismo:
Es el movimiento más representativo de la literatura del siglo XVIII. Representa una uniformidad de estilo. En la literatura neoclásica domina lo racional frente a lo inverosímil, pero también acoge numerosos elementos sentimentales y didácticos que cuajan en géneros como la fábula y el teatro. La mayoría de escritores ilustrados se ajustan a las formas clásicas y las combinan con un estilo sencillo, aunque también se desarrolla una literatura rococó más elaborada y sensorial.
3. Prerromanticismo:
Surge en la segunda mitad del s. XVIII en Inglaterra y en Alemania como un rechazo del racionalismo y sus reglas, que coartan la libertad como el que se da en lírica tradicional e incorpora una nueva sensibilidad ante la naturaleza.
Los Géneros Literarios
Los géneros que alcanzan mayor desarrollo y calidad son aquellos que se sitúan en los límites de la literatura: el ensayo y la narrativa filosófica, considerados lo más original de la época.
La literatura ilustrada de tono ensayístico se expresa mediante la prosa de ideas.
Con el Prerromanticismo se inicia un periodo brillante en todos los géneros: la lírica, el teatro y la narrativa, especialmente la de tono sentimental e intimista.
Poesía s. XVIII
Se cultivan diferentes tendencias:
La poesía barroca:
Tiene como autor más preciado a Diego Torres Villarroel, por su poesía satírica, que sigue la línea de Quevedo.
La poesía neoclásica:
Es la que destaca J. Meléndez Valdés, sigue los principios clásicos recogidos en la Poética de Luzán. Los neoclásicos valoran la poesía didáctica y cultivan los géneros clásicos que se ajustan a ese objetivo: la poesía anacreóntica y rococó, la oda, la sátira, la epístola y la fábula.
La poesía prerromántica:
Plantea temas metafísicos, pedagógicos o sociales con un tono de intensa emotividad. Es cultivada por J. Meléndez Valdés, N. Álvarez Cienfuegos, M. J. Quintana y A. Lista.
Juan Meléndez Valdés:
Es el poeta que mejor sintetiza las corrientes poéticas del momento: el anacreontismo neoclásico y las preocupaciones humanitarias del Prerromanticismo. En su primera época, bajo la influencia de Cadalso, compuso anacreónticas, odas, idilios y églogas de un suave sensualismo, así como elegías y epístolas dedicadas a sus amigos o a personajes conocidos. En su segunda etapa recoge la influencia de Jovellanos, evoluciona hacia el Prerromanticismo y escribe romances legendarios, como Doña Elvira, y una poesía de tema social, de tono humanitarista y sentimental. En prosa escribió una comedia Las bodas de Camacho el rico y unos discursos forenses donde explica sus ideas ilustradas.
La Prosa en el S. XVIII
El ensayo es el género que alcanza un mayor desarrollo con autores como Feijoo y Jovellanos. Su obra contribuyó a renovar y difundir un lenguaje más moderno y sencillo, labor que también realizaron los periódicos y revistas de divulgación muy numerosos en la época.
La novela fue poco cultivada a excepción del Padre Isla y Cadalso.
Se distinguen 3 estilos:
1. Prosa posbarroca:
Representada por Diego Torres de Villarroel, con sus escritos satíricos Almanaques y Pronósticos, y su novela autobiográfica de tono picaresco, Vida.
2. Prosa neoclásica ilustrada:
Logra una gran calidad en el ensayo y en la crítica de Feijoo, Cadalso y Jovellanos. Como novelista destaca el Padre Isla, con la obra Fray Gerundio de Campazas, una sátira sobre los predicadores que imitaban al estilo barroco y contra las supersticiones.
3. Prosa prerromántica:
Aparece a finales de siglo en autores que habían iniciado su obra en la estética neoclásica, como Cadalso y Jovellanos.
Fray Benito Jerónimo Feijoo
Es autor de numerosos ensayos didácticos. Sus obras divulgan conocimientos muy variados con el objetivo de modernizar la sociedad de su época en obras como Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas, donde ataca las supersticiones y las falsas creencias populares, siempre desde una perspectiva religiosa.
José Cadalso:
Gran conocedor de los neoclásicos y prerrománticos, es autor de la obra narrativa más representativa de la Ilustración, Cartas marruecas. En ella Cadalso, realiza una sátira social siguiendo el planteamiento de Cartas persas, de Montesquieu. En estas cartas repasa y critica las costumbres, las ideas y la organización social hispánica.
Gaspar Melchor de Jovellanos:
Como escritor, es un destacado representante del ensayo, género en el que trata sobre temas variados: economía, educación, agricultura, derecho. Jovellanos criticó los usos de la literatura barroca por considerarlos extravagantes y defendió un estilo sencillo. Su prosa se caracteriza por la sencillez y claridad acordes con la exposición expositivo-argumentativo de sus ensayos. En ocasiones utiliza un lenguaje técnico, en sus ensayos manifiesta una preocupación por los principales problemas de la sociedad de su época y propuso medidas reformistas para solucionarlos. Desde su perspectiva de ilustrado se propuso modernizar el país, mediante obras como Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos, una reflexión sobre las formas de entretenimiento que ofrece la sociedad.
El Teatro s. XVIII
Los ilustrados defendían un teatro didáctico y verosímil mientras que el público aplaudía las obras barrocas y posbarrocas.
Los ilustrados y neoclásicos rechazaban el teatro barroco de Lope o Calderón pero sobre todo el de sus imitadores.
Se distinguen varias corrientes:
1. Teatro posbarroco:
La comedia triunfa durante la primera mitad del siglo en los escenarios y en las imprentas. Se imita la comedia de capa y espada, las de magia. Lograron un gran éxito los autos sacramentales y los sainetes.
2. Teatro neoclásico:
Se constituyó la tragedia Raquel, de Vicente García de la Huerta y las comedias de Leandro Fernández de Moratín.
3. Teatro prerromántico:
El sentimentalismo aparece en autores que se habían iniciado en el Neoclasicismo, como Jovellanos.