La Regencia de Isabel II
Fernando VII tuvo una hija, Isabel. Según la ley Sálica, las mujeres no podían reinar, por lo que el sucesor debería ser el hermano del rey. Sin embargo, Fernando cambió la ley. María Cristina se encargó de la regencia hasta que Isabel II alcanzase la mayoría de edad.
Los partidarios de Carlos alzaron en armas contra la regencia. Comenzó así la guerra civil entre carlistas e isabelinos. La regencia giró en la organización del Estado hacia el régimen liberal.
Los tres primeros años de regencia se afianzaron en la política.
En 1836, una revuelta contra la regenta, organizada por suboficiales del ejército, obligó a María Cristina a aceptar la Constitución de 1812, aunque se redactó otra en 1837 con algunos cambios.
Las Guerras Carlistas
Finalizada la Primera Guerra Carlista, un gobierno dirigido por Pérez de Castro intentó limitar las reformas de las clases medias urbanas. Durante esta guerra: los carlistas se hicieron fuertes en el norte de la Península. El general carlista, acompañado por el pretendiente a la Corona, llegó en una expedición desde la zona del Maestrazgo hasta las puertas de Madrid. El coronel Zumalacárregui consiguió organizar el ejército. La muerte del caudillo puso fin a la tendencia ascendente del carlismo.
La Segunda Guerra Carlista tuvo lugar fundamentalmente en Cataluña. Carlos María de Isidro había abdicado a favor de su hijo, que trató de casarse con su prima Isabel II.
La Tercera Guerra Carlista comenzó cuando los partidarios del pretendiente carlista atacaron el ejército liberal tras el acceso de Amadeo I al trono.
Fernando VII
Cuando en 1814 el imperio de Napoleón fue derrotado, Fernando VII regresó a España. Tanto los liberales como absolutistas esperaban al monarca. Un grupo de diputados entregó al rey un documento en el que solicitaban la restauración de la monarquía absoluta y la abolición de la Constitución de 1812. El documento, llamado “Manifiesto de las Persas”, fue aceptado por Fernando, quien derogó la Constitución.
Fernando anuló la obra legislativa de las Cortes y promovió una represión contra los constitucionalistas, que tuvieron que exiliarse. La Iglesia encabezó una cruzada contra las ideas de democracia y defendió el Antiguo Régimen. Se restableció la Inquisición, suprimida antes en las Cortes de Cádiz. A pesar de la persecución a los liberales, sucedieron alzamientos por partidarios de la Constitución. En 1820 triunfó un pronunciamiento encabezado por Rafael de Riego, iniciando así el periodo conocido como Trienio Liberal.
Los liberales se dividieron en moderados y exaltados. Los moderados proponían llegar a un pacto con los absolutistas, quienes intentaban que fracasara el régimen.
A partir del golpe de Estado dirigido por Fernando VII se produjo una restauración absolutista, que trajo una ola de represión y abolición de todo tipo de libertades políticas.
Desde 1808 hasta la década de 1820 se produjo el proceso de emancipación de las colonias americanas. Se distinguen tres periodos: la primera parte coincidió con la Guerra de la Independencia en España; la segunda fase coincidió con la reacción absolutista de Fernando VII; a partir de 1818, las campañas de los líderes americanos decidieron la guerra, sobre todo después de la batalla de Ayacucho.
Isabel II: Su Reinado Personal
El general Narváez puso fin a la regencia de Espartero. Proclamada mayor de edad a los 13 años, Isabel II asumió el trono de España con el apoyo de los sectores burgueses más conservadores. Derogó la Constitución de 1837 y redactó otra en 1845. El sistema legislativo era bicameral (Senado y Congreso de los Diputados).
En esta etapa se realizaron algunas reformas político-administrativas importantes.
Los políticos moderados intentaron un acercamiento a la Iglesia. Se firmó un convenio de colaboración con el Vaticano por el que la Iglesia recuperaba sus privilegios.
En 1844 se creó la Guardia Civil, cuerpo policial de carácter militar.
La Vicalvarada
A partir de este golpe de Estado, conocido como “La Vicalvarada”, comenzó una nueva etapa política. Isabel II pidió al general progresista que formara gobierno. Otra medida importante del gobierno fue una segunda desamortización. Las consecuencias de esta medida fueron beneficiosas porque se pusieron en cultivo tierras que antes eran improductivas.
El bien progresista terminó por la reacción de los liberales moderados y las presiones de la Corona y de los sectores eclesiásticos. El periodo de mayor prosperidad durante esta etapa conservadora coincidió con el gobierno de O’Donnell. En este periodo también se inició una política exterior a imitación de las operaciones coloniales.
Frente a la política conservadora de los moderados, crecían en España las aspiraciones a la libertad y derechos civiles. Se desarrolló el Partido Demócrata y apareció el republicanismo.
El Sexenio Revolucionario
El gobierno represivo de Narváez marginó a los sectores más progresistas del liberalismo y a los grupos populares.
Un grupo de políticos demócratas y progresistas firmaron un pacto en la ciudad belga de Ostende, que incluía un acuerdo para destronar a Isabel II y crear juntas revolucionarias.
Dos años después del Pacto de Ostende, las armadas españolas, al mando de Topete, se sublevaron contra Isabel II en Cádiz. Se crearon juntas revolucionarias en las principales ciudades, y lo que era un pronunciamiento militar se convirtió en un movimiento revolucionario que se conoció como “La Gloriosa”. La revolución puso fin al régimen liberal autoritario que había gobernado España durante veinticinco años.
Isabel II y su familia abandonaron España y se exiliaron en Francia. La primera medida que adoptaron los revolucionarios fue convocar elecciones para que las nuevas Cortes redactaran una constitución que sustituyera a la de 1845.
El Estado permitía la libertad de culto, y la monarquía era la forma de Estado. Esta cuestión planteaba un problema, ya que en aquellos momentos la familia real estaba en el exilio; por tanto, no había monarca. Por ello, se buscó un candidato, Amadeo de Saboya, que pertenecía a la casa real italiana.
Amadeo I se encontró con numerosos problemas políticos. Por otra parte, se produjeron numerosas revueltas urbanas. Tras su abdicación, los republicanos convencieron a los diputados de que la alternativa era la república. Votaron la constitución de una república cuyo presidente fue Estanislao Figueras.