Isabel II: El Reinado Efectivo. Los Grupos Políticos y las Constituciones
Durante las regencias de María Cristina (1833-1840) y Espartero (1840-1843) se establecieron las bases legales del nuevo Estado. Pero fue durante el reinado de Isabel II cuando se institucionalizó el liberalismo.
La Década Moderada (1845-1854)
Durante 10 años, hubo gobiernos moderados con el destacado general Narváez. El moderantismo es una versión restringida del liberalismo, que se refleja en la Constitución de 1845 con ideas como:
- La soberanía compartida entre la Corona y las Cortes.
- La división de poderes que fortalece al rey.
- La limitación de la libertad de prensa y otros derechos individuales.
- La confesionalidad del Estado con el catolicismo como religión oficial.
Además, se aprobaron reformas que centralizaron el poder, mejoraron la administración y protegieron los privilegios de las clases dominantes.
- El sufragio censitario se restringió aún más, solo el 1% de la población tenía derecho a votar respecto a 1837 que era un 5%.
- Se creó la Guardia Civil en 1844 (lucha contra el bandolerismo).
- Se disolvió la Milicia Nacional en 1845.
- Se estableció una nueva ley de ayuntamientos en 1845, donde el gobierno nombraba a los alcaldes.
- Se unificó el sistema de pesos y medidas adoptando el sistema métrico decimal.
- Se aprobaron nuevos Código Penal (1848) y Civil (1851).
- También se firmó un concordato con la Santa Sede en 1851, comprometiendo al Estado a financiar los gastos de la Iglesia.
Durante los últimos años de la Década Moderada, hubo mucha corrupción y el prestigio de las instituciones se vio afectado. Esto, junto con la influencia de la Primavera de los Pueblos en 1848, llevó a la aparición de nuevos partidos políticos como:
- Los republicanos (con ideas socialistas).
- Los demócratas (escindido de los progresistas y defensor del sufragio universal).
- Los puritanos (moderados de izquierda temerosos de una involución).
El Partido Moderado se hizo con el monopolio del poder, marginando a las demás fuerzas políticas y dejándoles solo la opción de recurrir al pronunciamiento para intentar alcanzar el poder.
El Bienio Progresista (1854-1856)
En junio de 1854, los generales O’Donnell y Serrano, que eran puritanos, dieron un golpe de Estado llamado la “Vicalvarada”, justificado por el “Manifiesto de Manzanares” escrito por Antonio Cánovas del Castillo. Este golpe significó el fin de la Década Moderada y el comienzo del Bienio Progresista (1854-1856).
Durante esta etapa, hubo importantes cambios económicos como:
- La desamortización de Madoz.
- La ley de ferrocarriles.
- La creación del Banco de España.
Sin embargo, no tuvieron tanto éxito en la política. Aunque se redactó una Constitución en 1856, no llegó a ser promulgada. Durante estos dos años de gobierno, los progresistas implementaron medidas laicistas que generaron malestar social y político, como la expulsión de los jesuitas y la prohibición de manifestaciones religiosas.
Isabel II aprovechó este descontento para destituir a Espartero como jefe del Ejecutivo y colocar a un perfil más conservador, el general O’Donnell.
La Unión Liberal (1856-1863)
Después del Bienio progresista, hubo varios gobiernos moderados y se restableció la Constitución de 1845. Surgió la Unión Liberal, un nuevo partido liderado por O’Donnell, que buscaba unir a los moderados de izquierda y a los progresistas.
Su período de mayor éxito fue entre 1858 y 1863, durante el largo gobierno de O’Donnell. Lograron una gran estabilidad política y socioeconómica gracias al comercio colonial.
En el ámbito internacional, la Unión Liberal buscó recuperar el prestigio internacional, aunque obtuvo pocos beneficios.
- Colaboramos con Francia en la Conchinchina.
- Declaramos guerra a Marruecos (1859-1860) destacando la figura del general Prim.
- Junto con franceses y británicos, intervenimos en México para castigar el impago de la deuda de su Gobierno.
Crisis y Revolución (1863-1868)
A partir de 1863, hubo una serie de gobiernos inestables y autoritarios, tanto moderados como unionistas. Ninguno pudo resolver la crisis financiera, lo que llevó a una inflación creciente y a revueltas campesinas reprimidas por la Guardia Civil. Además, la figura de Isabel II perdió legitimidad debido a su involución política y sus asuntos amorosos.
Todo este malestar provocó nuevos levantamientos, como el de Prim y los sargentos del Cuartel de San Gil en 1866. Finalmente, los progresistas, demócratas y republicanos, y más tarde los unionistas, firmaron el pacto de Ostende en Bélgica en 1866, comprometiéndose a derrocar a Isabel II. Lograron este objetivo en 1868, cuando un nuevo golpe de Estado militar, conocido como “La Gloriosa”, obligó a la reina a exiliarse.