Reinado de Alfonso XII: El sistema canovista y la Constitución de 1876
El hecho histórico de la Restauración
Transición de la República a la Monarquía
El fracaso de la República de 1873 en mantener el orden público, con la rebelión cantonalista, constituye el punto de partida. Le sigue el golpe de Estado del general Pavía y la República de 1874, que actuó como verdadero régimen de transición. En 1874, la sociedad estaba preparada para la Restauración:
- La nobleza mantuvo su oposición total a la revuelta de las clases medias y del pueblo.
- El ejército pensaba que la revuelta había ido demasiado lejos y adoptó una actitud socialmente conservadora.
- En la Iglesia y en los eclesiásticos actuaba la inercia de su compromiso con el régimen isabelino a partir del Concordato de 1851.
- La burguesía de negocios estaba ávida de seguridad y estabilidad.
- Las clases medias habían prestado amplia adhesión a la revolución del 68 y al republicanismo. Esta adhesión no sería lo suficientemente fuerte como para superar los acontecimientos del 73 y 74; el deseo de paz, orden y estabilidad prevaleció sobre las ideas y utopías.
- Las clases populares no se sentían identificadas con el régimen democrático o republicano.
Motores inmediatos de la Restauración
El Partido Alfonsino, acaudillado por Cánovas del Castillo, deseaba restaurar lo siguiente:
- La monarquía como institución constitucional, vinculada a los Borbones.
- El régimen representativo en su versión doctrinaria.
- La defensa de la propiedad y del orden social tradicional.
- Un liberalismo político de bipartidismo estable.
- Acabar con el pronunciamiento como único instrumento del cambio político.
El mundo de los negocios y de los grandes intereses económicos, el apoyo financiero prestado por la alta burguesía a la Restauración fue decisivo, y también jugaron un importante papel los intereses coloniales antillanos. El ejército y la doctrina del alfonsinismo, definida por Cánovas en el Manifiesto de Sandhurst (diciembre de 1874), recoge dos elementos de la ideología política de los militares del siglo XIX. Militares y políticos tenían ideologías semejantes, pero diferían en los medios para llegar al hecho de la Restauración: Cánovas prefería medios constitucionales, mientras que los militares se impacientaron y Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII. El poder se pasó al representante oficial del rey, Cánovas, quien se encargó de organizar el nuevo régimen. Un Real Decreto de 31 de diciembre de 1875 convocó elecciones.
La Constitución de 1876 y el funcionamiento real del sistema
Se intentaba evitar que cada partido pretendiese implantar su constitución tan pronto como llegase al poder. La Constitución de 1876 fue una constitución ecléctica, que expresaba el consenso entre un amplio sector de la clase política, de ahí su excepcional duración. La doctrina en la cual la soberanía reside en las Cortes con el Rey se hace constar en el preámbulo del texto constitucional. Hay declaración de derechos individuales, que confiere un carácter liberal, pero la Constitución remitía la regulación de los derechos mencionados a leyes ordinarias, con lo cual cada partido en el gobierno podía aplicar estos derechos de forma restrictiva o más liberal.
El poder legislativo corresponde a las Cortes y al Rey. La Corona tiene la potestad de sancionar las leyes, vetar una ley y disolver las Cámaras. Las Cortes son bicamerales. La Cámara Alta está integrada por tres clases de senadores: por derecho propio, vitalicios y elegidos. El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros, que responden ante las Cámaras. El Rey elige libremente al jefe de gobierno, que debe tener la confianza de las Cortes. El poder judicial queda reforzado en su independencia y se reafirma la unidad de códigos. La cuestión religiosa se resuelve mediante el reconocimiento de la confesionalidad católica del país y la garantía de mantener el culto y al clero. Permite otros cultos mientras se ajusten a la moral católica y con prohibición de su manifestación pública.
El funcionamiento real del sistema
Responde a realidades que no están presentes en el texto constitucional. La función reservada al cuerpo electoral no es decisiva; los resultados de las elecciones se pactan con diversas fuerzas políticas, capaces de movilizar sus respectivas clientelas por medio de la figura del cacique. El cuerpo electoral no es clave; la última decisión queda en manos del Rey, que nombra a cada jefe de gobierno dentro del bipartidismo. El gobierno parlamentario es claramente una ficción. La vida política se establece sobre la base de unos partidos que aceptan la legalidad constitucional. Se trata de un sistema bipartidista. El Partido Conservador gobernará desde 1875 a 1881. En 1881, los liberales suben al poder hasta 1884 (regreso de Cánovas). En 1885 (muerte de Alfonso XII) vuelven los liberales. Los dos partidos no encuadraban la dualidad.