La inestabilidad del Sexenio Democrático provocó un viraje de la burguesía hacia posiciones conservadoras. El fracaso republicano había despertado en amplias capas sociales el anhelo de una restauración monárquica sobre nuevas bases políticas que restableciesen el orden y garantizasen la estabilidad.
Antonio Cánovas del Castillo y la Restauración Borbónica
Antonio Cánovas del Castillo fue el gran protagonista político del momento, ya que preparó el retorno a España y al trono de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Los partidarios de la restauración borbónica habían emprendido una activa labor diplomática con el objetivo de lograr apoyos internacionales para el nuevo monarca, en especial ante el Vaticano, que había rechazado abiertamente la política hostil hacia la Iglesia emprendida en el Sexenio.
Los monárquicos se encontraban divididos en distintos grupos, según el candidato que apoyaran (Alfonso, Isabel II, Antonio María Orleans, Carlos VII), por lo que Cánovas volcó todos sus esfuerzos en presentar al príncipe Alfonso como único candidato idóneo al trono para el más amplio espectro político. La intención de Cánovas era que la restauración borbónica se impusiera como resultado de un estado de opinión y no mediante un nuevo pronunciamiento militar. Había redactado y hecho firmar al príncipe Alfonso el Manifiesto de Sandhurst, en el que exponía al pueblo español sus ideales religiosos y sus propósitos conciliadores.
Los militares se adelantaron una vez más, y el desencadenante de la Restauración fue el pronunciamiento en Sagunto, el 29 de diciembre de 1874, del general Martínez Campos, que proclamó rey de España a Alfonso XII. Cánovas se vio obligado a admitirlo, pero argumentaría que la Restauración no fue obra militar, ya que dos batallones no la habrían conseguido de no existir un estado de opinión predispuesto a ella. El 9 de enero de 1875, el nuevo monarca llegaba a Barcelona y, cinco días después, entraba triunfalmente en Madrid.
El Sistema Canovista
Cánovas no solo había preparado y dirigido la estrategia para entronizar de nuevo a la Casa de Borbón en España, sino que también había diseñado el nuevo sistema político por el cual se debía regir la monarquía. Como hombre pragmático y moderado, aspiraba a construir un sistema político estable y sólido, que permitiera superar la confusión y el desorden de la mayor parte del siglo XIX. Su fuente de inspiración era el modelo inglés, cuya estabilidad se basaba en la alternancia en el gobierno de dos grandes partidos y en la consolidación histórica de dos instituciones fundamentales: la monarquía y el Parlamento.
Se trataba de aplicar la doctrina inglesa de la balanza de poderes, según la cual la estabilidad se basaba en el equilibrio de fuerzas opuestas de igual poder: Corona y Parlamento; partido gobernante y partido en la oposición. De este modo, el proyecto político de Cánovas tenía tres vértices:
- El rey y las Cortes, como instituciones fundamentales.
- El bipartidismo, como sistema idóneo de alternancia en el poder.
- Una Constitución moderada, como marco jurídico del sistema.
Para Cánovas, la nación era una creación histórica que se configuraba a lo largo del tiempo. Y de la experiencia histórica surgía una constitución interna, propia de cada nación, que estaba por encima de las constituciones escritas. La historia había convertido al rey y a las Cortes en las dos instituciones fundamentales de la constitución interna de la nación española. Ambas formaban la columna vertebral del Estado y debían ejercer la soberanía conjuntamente. Cánovas retomaba así los planteamientos del liberalismo doctrinario y su defensa de la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, que constituían la base ideológica del antiguo Partido Moderado.
El Bipartidismo
Siguiendo el modelo bipartidista inglés, Cánovas pretendía que la labor de gobierno recayera en exclusiva en dos partidos principales, alternándose en el poder y en la oposición. Pero para poner en práctica este sistema, no solo configuró el Partido Conservador, el suyo propio, sino que también organizó su oposición con la colaboración de otro político pragmático, Sagasta, que creó el Partido Liberal. Ambos eran partidos de cuadros, de élites, sin masas.
El Partido Conservador se había formado en el contexto de la revolución de 1868, como continuador del Partido Moderado, pero su verdadera importancia la alcanzó tras la caída de la República. Integraba a los antiguos moderados, partidarios de la Constitución de 1845, a los miembros de la Unión Católica de Pidal y a los alfonsinos de Cánovas.