1. Leyes Fundamentales del Franquismo
El régimen de Franco en España se caracterizó por la ausencia de una constitución formal. Sin embargo, se promulgaron una serie de Leyes Fundamentales que pretendían establecer el marco legal del Estado franquista.
- En 1938, se publicó el Fuero del Trabajo, que regulaba las relaciones laborales y establecía los principios económicos del Estado. Este fuero establecía un sindicato único controlado por la Falange, que organizaba a los trabajadores.
- En 1942, se promulgó la Ley Constitutiva de Cortes, que establecía una cámara representativa compuesta mayoritariamente por procuradores nombrados por el Estado, con algunos designados directamente por Franco. La elección de estos procuradores no era directa, excepto en 1968.
- En 1945, se publicó el Fuero de los Españoles, una declaración de derechos limitada que pretendía dar una apariencia democrática al régimen, aunque en la práctica sólo beneficiaba a quienes no se oponían a él.
- En 1947, se aprobó la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, que confirmaba a Franco como jefe vitalicio y le daba el derecho de nombrar a su sucesor.
- En 1958, se promulgó la Ley de Principios del Movimiento Nacional, en un intento de actualizar las leyes ante el desarrollo del país.
- En 1966, se aprobó la Ley Orgánica del Estado, que pretendía ser una “nueva constitución” dada por Franco y que establecía la “democracia orgánica”. Esta ley introdujo novedades como la separación de los cargos de Jefe del Estado y presidente del gobierno, aunque esta última posición no se cubriría hasta 1973.
El “Contubernio de Múnich”
El llamado “Contubernio de Múnich” fue una reunión celebrada en 1962 donde líderes de la oposición al régimen franquista discutieron sobre la democratización en España. El término fue utilizado peyorativamente por el franquismo para desacreditar el evento como una conspiración contra el Estado español. Aunque no tuvo un impacto inmediato, simbolizó la creciente oposición y la demanda de apertura democrática en la última etapa del franquismo.
El Alejamiento del Nuevo Clero
Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia experimentó cambios significativos. Surgió una brecha entre el clero joven y los católicos progresistas con la jerarquía eclesiástica, quienes clamaban por el derecho a posicionarse contra la dictadura. En 1968, la policía identificó a eclesiásticos liderando movimientos de oposición, lo que llevó a la inauguración de una cárcel especial para sacerdotes en Zamora, en acuerdo con el Vaticano. Esta paradoja mostraba un régimen autoproclamado católico con más clérigos encarcelados que todas las prisiones de Europa juntas. Ante la negativa de Franco de renunciar al privilegio de presentar obispos, el Papa endureció su posición frente al régimen. En 1971, el Vaticano designó al cardenal Tarancón en la diócesis de Madrid, figura clave para dirigir un cambio político en la Iglesia española. Poco después, la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes pidió perdón a la sociedad española por no haber sido un instrumento de reconciliación tras la guerra.
2. La Posguerra: Represión y Autarquía en los Años Cuarenta
En los años cuarenta, tras el fin de la Guerra Civil Española, la represión política y social se convirtió en una realidad cotidiana. Se estima que fueron ejecutadas alrededor de 60.000 personas, y aquellos que no fueron ejecutados tuvieron que adaptar su comportamiento e ideas al régimen.
La depuración política afectó a universidades, institutos y al cuerpo docente, provocando que cerca del 90% de los intelectuales abandonaran el país. Las clases medias y obreras que apoyaban a la República fueron depuradas y reemplazadas en sus trabajos.
Control Social y Represión
El control social se basaba en un sistema de delaciones y venganzas. La Ley de Responsabilidades Políticas (1939) se utilizó para depurar y encausar a todos los que habían estado relacionados con la República.
Relaciones Exteriores y Aislamiento
En cuanto a las relaciones exteriores, España se alineó inicialmente con las potencias fascistas durante la Segunda Guerra Mundial, abandonando la Sociedad de Naciones y firmando el Tratado de Amistad Germano-Español con Hitler. A pesar de la posición oficial de neutralidad (y posterior no beligerancia), España mantuvo cierta colaboración con el Eje. Tras la guerra, Franco intentó mejorar la imagen del régimen, pero se enfrentó al aislamiento internacional y a la condena de la ONU en 1946.
Economía: Autarquía y Mercado Negro
En el ámbito económico, la posguerra dejó a España en ruinas, con un gran deterioro en sectores como la agricultura y la ganadería. La financiación de la guerra agotó las reservas del Banco de España y causó una inflación descontrolada. La política de autarquía económica llevó a una gestión ineficiente de los recursos y a la proliferación del mercado negro (estraperlo).
Oposición Política
En términos políticos, la oposición al franquismo se enfrentó a una represión feroz. Fueron depurados tanto el sector más radical del falangismo como los monárquicos que no aceptaban la situación. Al ver fracasar las aspiraciones de Don Juan de Borbón, heredero de la corona, que en el Manifiesto de Lausana (1945) ofrecía a los españoles la restauración de una monarquía “reconciliadora” para evitar el aislamiento, los monárquicos perdieron influencia. En 1948, Don Juan se entrevistó con el dictador a fin de acordar la estancia y educación de su hijo, el príncipe Juan Carlos, en España.
La década de los cuarenta dejó al país marcado por la represión, la autarquía económica y el aislamiento internacional, sentando las bases para la consolidación del régimen franquista en los años siguientes.
3. Apertura y Reconocimiento Exterior: Los Años Cincuenta
En los años cincuenta, el contexto de la Guerra Fría facilitó el reconocimiento internacional del régimen franquista, debido a su férrea posición anticomunista. Se reabrieron las fronteras con Francia y se firmaron tratados comerciales con potencias occidentales. En 1956, España concedió la independencia a la zona norte de su protectorado en Marruecos, aunque mantuvo la soberanía sobre Ifni y el Sáhara Occidental, enfrentando una breve guerra en Ifni (1957-1958). La aceptación internacional del régimen se consolidó con los acuerdos con Estados Unidos (Pactos de Madrid) y el Concordato con el Vaticano en 1953, que simbolizaban el apoyo militar, económico y religioso respectivamente.
Oposición Interna y Represión
A pesar de esta apertura exterior, la oposición interna al régimen se manifestó a través de huelgas obreras (como la de Barcelona en 1951), movimientos estudiantiles (sucesos de 1956) y el resurgimiento de nacionalismos. El gobierno respondió con represión. El Partido Comunista de España (PCE) se reorganizó y se convirtió en una fuerza importante en la oposición clandestina, junto con movimientos sindicales como las incipientes Comisiones Obreras (CC. OO.) y organizaciones nacionalistas como ETA en el País Vasco, fundada en 1959.
Economía: Fin de la Autarquía y Plan de Estabilización
Económicamente, en el llamado «Decenio Bisagra», la autarquía se hizo insostenible y se inició una tímida apertura hacia la liberalización económica. La ayuda económica de Estados Unidos impulsó cierto crecimiento industrial y se promovió el turismo como fuente de divisas. Sin embargo, la crisis económica de 1957 llevó al gobierno, con la entrada de los tecnócratas, a introducir reformas drásticas: el Plan de Estabilización de 1959, que implicó medidas de austeridad, restricción del crédito, congelación salarial y una fuerte devaluación de la peseta para fomentar las exportaciones y el turismo. A pesar de los efectos negativos inmediatos, como el aumento del desempleo y la emigración masiva, sentó las bases para el posterior desarrollo económico.
4. La España del Desarrollo (1960-1972)
En la década de 1960, el régimen franquista adoptó una ideología desarrollista con el objetivo de aumentar la renta per cápita e integrar la economía española en los mercados internacionales. Se implementaron tres Planes de Desarrollo (1964-1967, 1968-1971, 1972-1975), que contribuyeron a situar a España entre las principales potencias industriales del mundo. Estos planes, impulsados por tecnócratas como Laureano López Rodó (vinculado al Opus Dei), buscaban dirigir las inversiones públicas, estimular la iniciativa privada y promover la creación de polos de desarrollo industrial en diversas ciudades. Aunque no se lograron todos los objetivos planificados, España experimentó tasas de crecimiento económico muy altas (el “milagro español”), especialmente en sectores como el automóvil, los electrodomésticos, la construcción y el turismo.
Desigualdades y Cambios Sociales
Este rápido desarrollo económico trajo consigo importantes desigualdades personales y regionales. La descentralización industrial planificada fracasó en gran medida, y regiones como las dos Castillas, Aragón, Extremadura y Andalucía quedaron rezagadas, acentuando los desequilibrios territoriales. La rápida industrialización provocó una migración masiva del campo a las ciudades (éxodo rural) y también hacia países europeos más industrializados. La sociedad española experimentó cambios culturales significativos: aumentó el nivel de vida, se extendió la sociedad de consumo y se adoptó una mentalidad más abierta y materialista, influida por el turismo y la emigración.
Reformas Sociales
En el ámbito social, se promulgó la Ley de Bases de la Seguridad Social en 1963 (aplicada desde 1967), que unificó y extendió la cobertura sanitaria y de pensiones. Además, la Ley General de Educación de 1970 (Ley Villar Palasí) modernizó el sistema educativo, extendió la escolaridad obligatoria y facilitó el acceso a la educación secundaria y universitaria, aumentando significativamente la alfabetización y el nivel formativo de la población.
Relaciones Exteriores en los Sesenta
En cuanto a las relaciones exteriores, el régimen franquista fue gradualmente aceptado internacionalmente en los años sesenta, consolidando su alineamiento con el bloque occidental en la Guerra Fría. Se renovaron los pactos militares con Estados Unidos, se resolvieron tensiones con Marruecos (aunque persistía el conflicto del Sáhara) y se mantuvo la disputa diplomática con el Reino Unido sobre Gibraltar, obteniendo cierto apoyo internacional. España solicitó ingresar en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1962; sin embargo, su condición de dictadura impidió su admisión. No obstante, en 1970 se firmó un Acuerdo Preferencial que facilitó los intercambios comerciales con los países miembros.
5. Ocaso del Franquismo (1969-1975)
Durante el periodo final del franquismo (1969-1975), se evidenció una creciente inestabilidad en el régimen, exacerbada por el declive físico de Franco. El recurso al estado de excepción, declarado en varias ocasiones, especialmente en el País Vasco debido a las actividades de ETA, reflejó la respuesta represiva del régimen ante la creciente agitación social y política.
En 1969, Franco designó al príncipe Don Juan Carlos de Borbón como su sucesor en la Jefatura del Estado a título de Rey, a pesar de la oposición inicial de sectores de la Falange y del propio padre del príncipe. Esta decisión, impulsada por figuras como Carrero Blanco y los tecnócratas del Opus Dei, se vio ensombrecida por escándalos como el caso Matesa (1969), que implicó a ministros tecnócratas en un fraude de exportación y evidenció las luchas internas por el poder.
La salud deteriorada de Franco lo alejó gradualmente de la toma diaria de decisiones, mientras que el régimen se debatía entre las tímidas propuestas de “aperturismo” y las posturas “inmovilistas” del llamado “búnker”. En junio de 1973, Franco nombró al Almirante Luis Carrero Blanco presidente del Gobierno, separando por primera vez este cargo de la Jefatura del Estado. Sin embargo, el asesinato de Carrero Blanco por ETA en diciembre de 1973 truncó esta vía continuista.
Franco nombró entonces a Carlos Arias Navarro como nuevo presidente del gobierno. Arias Navarro intentó una tímida apertura política (el “espíritu del 12 de febrero” de 1974), pero la falta de reformas reales, la ejecución de opositores (como Salvador Puig Antich en 1974 y las últimas ejecuciones de septiembre de 1975), y los crecientes enfrentamientos con la Iglesia (caso Añoveros) y la sociedad civil (huelgas, protestas estudiantiles) socavaron sus esfuerzos y aumentaron la contestación.
La crisis económica internacional de 1973 (crisis del petróleo) agudizó las tensiones sociales y las protestas laborales. La Revolución de los Claveles en Portugal (abril de 1974) generó expectativas de cambio en España e inspiró la creación de la Unión Militar Democrática (UMD) entre algunos oficiales del ejército. La oposición política se reorganizó con la constitución de la Junta Democrática (impulsada por el PCE) y la Plataforma de Convergencia Democrática (liderada por el PSOE) en 1974 y 1975, respectivamente. El conflicto del Sáhara Occidental culminó con la Marcha Verde marroquí y la firma del Acuerdo Tripartito de Madrid (noviembre de 1975), poco antes de la muerte de Franco.
El fracaso del proyecto de Arias Navarro y la creciente movilización social y política señalaron la descomposición final del régimen franquista, que culminaría con la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975.
El Proceso de Burgos
Desde finales de los sesenta, ETA se consolidó como un actor principal en la oposición violenta al régimen al optar por la lucha armada. En 1970, la organización logró un notable éxito propagandístico con el Proceso de Burgos, un consejo de guerra sumarísimo contra dieciséis miembros de ETA acusados de diversos delitos, incluido el asesinato de un comisario de policía. Seis de ellos fueron condenados a muerte. La enorme presión internacional y las multitudinarias movilizaciones populares en España y el extranjero obligaron a Franco a conmutar las penas de muerte por largas condenas de prisión.