El Régimen de la Restauración en España (1874-1931)

Antecedentes políticos

El Régimen de la Restauración (1874-1931) se instauró en España tras el fracaso de la Primera República (1873-1874). Sus antecedentes políticos se caracterizaron por:

  • Conflictos políticos entre moderados y progresistas, liberales y absolutistas durante el reinado de Isabel II.
  • Conflictos entre liberales y demócratas durante el Sexenio Democrático (1868-1874).
  • Aparición del movimiento obrero.
  • Fracaso del federalismo y del movimiento republicano.
  • Agitación social y política generalizada.

Régimen político de la Restauración

El régimen político de la Restauración se basó en:

  • El turno pacífico entre liberales y conservadores para alcanzar la estabilidad, tomando como modelo el sistema británico.
  • La pacificación del país, acabando con las guerras carlistas y la Guerra de los Diez Años en Cuba.
  • El fortalecimiento del Estado: armamento eficiente, mejor burocracia y capacidad para mejorar la vida de los ciudadanos.

Antonio Cánovas del Castillo

Antonio Cánovas del Castillo, figura clave de la Restauración, era un intelectual e historiador proveniente de la clase media. Entusiasta del pasado y pesimista sobre el presente, fue nombrado líder del Partido Alfonsino por decisión de la reina Isabel II en el exilio. Fue el inspirador y redactor del Manifiesto de Sandhurst, documento que reflejaba un importante cambio político en España: la Restauración. Aunque redactado por Cánovas, el manifiesto se personalizó en la figura de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II y heredero al trono.

Instauración del régimen político

La instauración del régimen se produjo a través de:

  • El pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto (1874).
  • La constitución de un Ministerio-Regencia presidido por Cánovas.
  • La vuelta del rey Alfonso XII del exilio para reinar.
  • La convocatoria de Cortes Constituyentes.
  • La proclamación de la nueva Constitución de 1876.
  • La preparación del sistema de turno pacífico.

Constitución de 1876

La Constitución de 1876 se basó en los siguientes principios:

  • Soberanía compartida entre el rey y las Cortes en la tarea legislativa.
  • Poder moderador del rey con derecho de veto, nombrar y disolver las Cortes.
  • Sufragio censitario (posteriormente se instauró el sufragio universal masculino en 1890).
  • Confesionalidad católica del Estado.
  • Amplia declaración de derechos.

Alfonso XII

Alfonso XII, educado en el exilio, jugó un papel pacificador en la Guerra de Cuba y en la Tercera Guerra Carlista. Sus matrimonios con María de las Mercedes de Orleans y María Cristina de Habsburgo-Lorena marcaron su reinado. Durante su reinado se logró la pacificación del país:

  • Carlismo: Martínez Campos derrota a los carlistas y Carlos VII se exilia.
  • Guerra de Cuba: El fin de la guerra carlista permite concentrar esfuerzos en Cuba para acabar con la Guerra de los Diez Años. Se firma la Paz de Zanjón, pero su incumplimiento llevará a la Guerra Chiquita (insurrección contra la presencia española en la isla).

La muerte del rey por tuberculosis a los 28 años impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales llamado el Pacto del Pardo. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina. Durante la regencia, el Partido Liberal gobernó más tiempo que el conservador. Durante el largo gobierno de Sagasta, los liberales impulsaron una importante obra reformista: abolición de la esclavitud, instauración del jurado, reforma del Código Civil y sufragio universal masculino.

La Regencia de María Cristina

La Regencia de María Cristina (1885-1902) fue un período de estabilidad política y relativo progreso, marcado por la Crisis de 1898, que abrió un nuevo período. Durante este tiempo se mantuvo el turno pacífico: Sagasta, Cánovas, Sagasta, Cánovas.

Crisis del 98

La Crisis del 98 tuvo como detonante la guerra contra Estados Unidos, vinculada a la represión de la insurrección cubana. La derrota española significó la pérdida de los restos del imperio colonial (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) en la Paz de París. Esta derrota fue considerada en España como el Desastre del 98, tanto por las consecuencias económicas como por la crisis moral e ideológica que trajo consigo. A pesar de todo, el sistema de la Restauración sobrevivió.

Guerra en Ultramar (Guerra de Cuba)

Tras la Paz de Zanjón (1878), los cubanos esperaban de la administración española una serie de reformas que otorgasen los mismos derechos de representación política en las Cortes que los españoles de la península, la participación en el gobierno de la isla, libertad de comercio y la abolición de la esclavitud. La ineficacia de la administración española estimuló el deseo de independentismo y autonomismo. En 1893, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era la independencia, y enseguida consiguió apoyo exterior, principalmente de Estados Unidos. Por entonces, el principal cliente económico de Cuba era Estados Unidos (azúcar, tabaco…), mientras que Estados Unidos solo podía exportar productos con muchos aranceles de entrada. El presidente de Estados Unidos, William McKinley, manifestó su protesta y amenazó con cerrar las puertas a ese mercado si el gobierno español no modificaba su política arancelaria en la isla.

En 1879 se produjo una insurrección contra la presencia española en la isla, la Guerra Chiquita. Fue derrotada por la falta de apoyo de los propios españoles. Años después se produjo el Grito de Baire (levantamiento generalizado). Comenzó en Santiago de Cuba y se extendió hasta La Habana. Cánovas envió un ejército al mando de Martínez Campos, pero este no consiguió controlar la rebelión, por lo que fue sustituido por Weyler, quien trató muy duramente a los rebeldes. La guerra no era favorable para los españoles. Tras el fracaso de Weyler, Blanco estuvo al mando e inició una estrategia de conciliación. Para ello, decretó la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria.

El compromiso americano con la guerra cubana se evidenció cuando mostraron apoyo a los insurrectos, a los que mandaban armamento por vía marítima. La ocasión para intervenir en la guerra la dio la voladura del Maine, un acorazado estadounidense que estalló en el puerto de La Habana. Estados Unidos culpó falsamente del hecho a agentes españoles y envió a España un ultimátum para que se retiraran de Cuba. España negó la vinculación con el Maine y rechazó el ultimátum, amenazando con declarar la guerra en caso de invasión de la isla. Comenzó así la guerra hispano-americana, en la que España fue derrotada en varias ocasiones por Estados Unidos, por lo que se firmó la Paz de París, en la que España se comprometía a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser protectorado americano.