El Porfiriato, la Revolución Mexicana y el México Moderno
El Porfiriato (1876 – 1911)
Desde 1871, Porfirio Díaz se levantó en armas contra el gobierno de Benito Juárez en el Plan de la Noria, pero su rebelión no tuvo éxito.
En 1875, Díaz proclama el Plan de Tuxtepec donde desconoce al gobierno de Lerdo y se pronuncia en contra de la reelección presidencial. En esta ocasión, su rebelión tiene éxito y logra ocupar la presidencia un año después.
En política, Díaz estableció un gobierno dictatorial basado en la reelección consecutiva, el fraude electoral y la represión social. Sus lemas de gobierno fueron: “Orden y Paz para el Progreso” y “Cero política y mucha administración”. De hecho, a la prensa la tuvo controlada con la “ley mordaza”. Bajo la apariencia de un gobierno Federal, Díaz estableció un gobierno centralizado.
En economía, Díaz logró mejorar las finanzas a través de la inversión extranjera, principalmente europea y norteamericana. El régimen porfirista otorgó concesiones y privilegios a todos los inversionistas extranjeros. Así, todos los sectores productivos de México (Petróleo, Bancos, Agricultura y Minería) fueron explotados por extranjeros. La unidad productiva más importante fue la Hacienda.
En cuanto a la sociedad, los grupos más privilegiados fueron los hacendados, los inversionistas extranjeros, los altos jefes militares y religiosos, el gabinete de Díaz, así como los inversionistas extranjeros. Seguía una clase media integrada por profesionistas, comerciantes y empleados que aspiraban a ocupar los altos cargos de gobierno. En las peores condiciones se encontraban los mineros, obreros y campesinos, sujetos a largas jornadas de trabajo, bajos salarios, sin ninguna garantía social y sometidos a la tienda de raya.
En el aspecto cultural, México cayó en el afrancesamiento, se siguió la moda europea, se construyó el Palacio de Bellas Artes, el Hemiciclo a Juárez y el Edificio de Correos. En el aspecto educativo destacó Justo Sierra, quien inició campañas de alfabetización.
Con Díaz hubo progreso económico, pero no hubo desarrollo social, ya que la mayoría de la población era analfabeta, extremadamente pobre y estaba sometida a los abusos y arbitrariedades de los caciques, militares y guardias rurales. De hecho, se reprimieron violentamente las huelgas obreras de Cananea (Sonora) y Río Blanco (Veracruz).
La Revolución Mexicana: Etapa Maderista (1910 -1913)
En 1908, Díaz declara al periodista Creelman que México ya estaba listo para la democracia.
En 1910, hay nuevas elecciones presidenciales y Madero es candidato del Partido Antireeleccionista.
Madero obtiene mucha popularidad, por lo que Díaz lo manda encarcelar.
Se celebran las elecciones presidenciales y Díaz es reelecto por medio del fraude.
Madero logra escapar y proclama El Plan de San Luis donde convoca al pueblo mexicano a levantarse en armas para el 20 de noviembre de 1910. Su lema fue “Sufragio Efectivo y No Reelección”.
La Revolución estalla y a Madero se unen Pascual Orozco, Francisco Villa y Emiliano Zapata.
En 1911, las fuerzas de Villa se apoderan de Ciudad Juárez, Chihuahua, y Díaz renuncia a la presidencia exiliándose de México.
Madero es electo presidente de México en 1911, pero su gobierno siguió toda la línea porfirista.
Bernardo Reyes y Félix Díaz se levantan en armas contra Madero, pero fracasan y son encarcelados.
Emiliano Zapata desconoce a Madero en El Plan de Ayala porque se negaba a iniciar el reparto de tierras a campesinos.
El embajador de EUA, Henry Lane Wilson, junto con Victoriano Huerta, inician una conspiración contra Madero.
En 1913, Madero y Pino Suárez son arrestados y asesinados después de la Decena Trágica.
Victoriano Huerta toma el poder como dictador y gobierna hasta mediados de 1914.
La Revolución Mexicana: Etapa Constitucionalista (1913 – 1920)
Después de la Decena Trágica, Victoriano Huerta fue reconocido como presidente de México por casi todos los gobernadores de los estados, excepto el de Coahuila: Venustiano Carranza.
Carranza proclamó en 1913 el Plan de Guadalupe por el que desconocía a Huerta como presidente y creaba el ejército constitucionalista para derrocar al usurpador.
A la lucha contra Huerta se unieron Villa, Zapata y Álvaro Obregón. En esos momentos, Estados Unidos intervino en México argumentando la protección de sus conciudadanos y ocupó la costa de Veracruz.
Victoriano Huerta es vencido por las fuerzas revolucionarias y abandona el país, mientras que Carranza es reconocido como presidente interino.
En 1915, se dio una división entre las filas revolucionarias y se formaron tres facciones: Villistas, Zapatistas y Carrancistas.
Álvaro Obregón intentó reconciliarlos en la convención de Aguascalientes, pero en ella se acordó que Carranza dejaba de ser presidente de México y líder de la revolución, mientras que Villa y Zapata debían renunciar al mando de sus ejércitos.
Carranza no aceptó los acuerdos y se trasladó a Veracruz, mientras que el gobierno de la Convención se establecía en la capital.
El gobierno de la Convención fue muy débil y fácilmente fue disuelto por Álvaro Obregón, quien entregó la capital a Carranza.
Nuevamente en el poder, Carranza mandó asesinar a Zapata y disolvió las fuerzas villistas.
En 1916, Carranza convoca a un congreso constituyente en Querétaro, el cual promulgó el 5 de febrero de 1917 la Constitución que actualmente nos rige. Sus principales artículos son: el tercero, sobre educación; el veintisiete, sobre el reparto de tierras y el ciento veintitrés sobre los derechos de los trabajadores.
Carranza fue electo presidente de México bajo la nueva constitución, pero en 1920, cuando iba a terminar su mandato, decidió apoyar la candidatura a la presidencia del civil Ignacio Bonillas.
Obregón aspiraba a la presidencia y, con ayuda de Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, proclamó el Plan de Agua Prieta donde desconoce a Carranza como presidente y se levanta en armas para tomar la capital. Carranza intenta huir a Veracruz, pero en Puebla es asesinado por sus mismos colaboradores. Adolfo de la Huerta es nombrado presidente interino.