El ocaso de los ídolos: Nietzsche, la moral y la voluntad de poder

La Muerte de Dios y el Nihilismo

Para Nietzsche, el Dios cristiano prohíbe los sentimientos naturales, convirtiendo al hombre en un ser afeminado, castrado, con un espíritu pequeño y mediocre; es decir, en un ser vulgar. Nietzsche argumenta que Dios niega la vida, diviniza la nada. En su obra, la famosa frase “Dios ha muerto” se inspira en Feuerbach, quien señala que Dios no es otra cosa que una proyección de la naturaleza humana. El hombre localiza sus deficiencias y las eleva a la perfección en un Dios. Por lo tanto, es el hombre quien ha creado a Dios y no al revés. Para Nietzsche, el problema surge cuando se olvida este proceso de creación y se dota a la idea de Dios de una sustantividad propia. El problema no es la idea de Dios, sino la postración del humano ante esa idea. Los sacerdotes se creen mediadores y engullen la voluntad de los débiles a cambio del sueño de la salvación.

Nietzsche, por otro lado, admira a los dioses griegos:

  • Apolo: Dios del orden, la arquitectura, la luz y la escultura. Representa lo individual.
  • Dionisios: Dios de la noche, el caos, la música y la poesía. Dios de la sensualidad, el vino y la embriaguez. Simboliza la desmesura en la que se pierde lo individual.

Frente al Dios cristiano con tantas normas morales, la muerte de Dios expresa la desaparición de la conciencia religiosa en el horizonte del ser humano. El Dios cristiano deja de ser el referente que dota de sentido a la vida. La consecuencia de la muerte de Dios es que la humanidad se queda sola en el universo y, ante la imposibilidad de la vida en el más allá, sufre una quiebra existencial. La muerte del Dios cristiano supone la liberación, pero también nos deja sin un horizonte, sin un sentido para la existencia humana. Esta falta de valores conduce a la cultura occidental al nihilismo.

El nihilismo, la negación de todos los valores que esclavizaban, es la condición para crear nuevos valores y dar un nuevo sentido a la existencia humana. Abarca dos dimensiones:

  • Pasiva o negativa: Negación de valores caducos.
  • Activa o positiva: Creación o afirmación de nuevos valores.

Esto nos lleva a las propuestas de Nietzsche: el vitalismo, la voluntad de poder y el superhombre.

La Crítica a la Moral Cristiana

La crítica más radical de Nietzsche se dirige a los valores morales, especialmente a su anti-naturalidad, por ir en contra de la vida, de los instintos básicos del hombre, y por dar prioridad a valores “débiles” como la compasión, el perdón, el silencio y la resignación. Nietzsche no critica los valores morales en sí, sino el orden jerárquico en el que se establecen, ya que están basados en fundamentos erróneos. Ante esta moral “decadente”, Nietzsche propone una moral natural. Según él, la moral cristiana consiste en domesticar a la bestia.

Nietzsche argumenta que toda religión se construye a partir del miedo a la muerte, a la impotencia de no poder resolver los problemas y a las penurias diarias. Por esto, piensa que todo el contenido de las religiones es falso, ya que se basa en una idealización perfecta. Toda religión se basa en un odio a la realidad, a la naturaleza y a sus valores. Las religiones hacen del valor un no-valor, cambiando la verdad en mentira e igualando a todos los hombres. El cristianismo crea un alma perfecta para los enfermos, rechazando el cuerpo y la sensualidad humana.

Los culpables de esta moral son los sacerdotes, quienes consiguen su poder basándose en el engaño. Se inventan palabras como pecado, deber, culpa y compasión para mantener al rebaño bajo su poder, haciendo que vivan bajo esta moral y no bajo sus instintos. El cristianismo, desde el principio, va en contra de la vida, haciendo creer que existe la vida eterna. Por esta razón, Nietzsche rechaza la moral cristiana, porque quita el valor a la vida haciendo creer que la finalidad está después de la muerte. Esta visión hace que se vea la vida como un simple camino para llegar al reino de Dios.

Nietzsche también critica que la moral religiosa es una moral del “no”. Todo está condicionado o prohibido para que todos sigan las mismas normas morales y sigan al rebaño. El cristianismo cree poder cambiar y mejorar el mundo, pero aún no lo ha conseguido.

La Voluntad de Poder y el Superhombre

Nietzsche se une a una corriente filosófica del siglo XIX basada en la exaltación de la vida. La vida, para Nietzsche, es acción y espontaneidad, pero se encuentra sepultada bajo un sistema que la ahoga. Aquí son fundamentales dos aspectos: la voluntad de poder y el superhombre. Este concepto lo toma de Schopenhauer, quien dice que el mundo está lleno de individuos con voluntad de vivir, incluso a costa de los demás. Pero el concepto de voluntad de vida de Schopenhauer no es el mismo que la voluntad de poder de Nietzsche. Nietzsche piensa que no es suficiente la voluntad de vivir, sino que se quiere poder. Para él, el hombre está abierto al futuro y anhela nuevas experiencias. El hombre trae al presente lo que en el pasado solo era posibilidad. Para Nietzsche, la voluntad de poder equivale a la voluntad de crear.

En Así habló Zaratustra, Nietzsche habla de las tres transformaciones del espíritu:

  • El camello: Representa al hombre que aguanta toda la carga, sin quejarse, inclinándose ante su amo; representa al hombre cristiano, que se inclina ante Dios y carga con los mandamientos y las cargas morales.
  • El león: Ya no soporta que nadie le toque y mucho menos se inclina para ser cargado. Simboliza al ser humano libre de cargas morales sociales. El hombre que se libera del yugo y cambia el “yo debo” por el “yo quiero”.
  • El niño: Es inocencia y juego, pero también inteligencia. Despejado de deberes, se vuelve creador. Todo es nuevo para el niño. Ahí empieza el juego de crear.

Finalmente, el hombre liberado de la religión cristiana encuentra su mundo: “Muertos están todos los dioses: ahora queremos que viva el superhombre”. Nietzsche denomina superhombre a la voluntad de poder, que representa la superación del hombre y aquello hacia lo que el superhombre se dirige como sentido de su existencia.

Nietzsche y la Filosofía Griega

La filosofía griega se pregunta qué es el ser. La respuesta establece dos grandes ontologías:

  • Ontología del ser (Parménides): Existe lo inmutable, aquello que va más allá de los sentidos. (Una realidad que no cambia, pero que percibimos de forma diferente porque los sentidos nos engañan).
  • Ontología del devenir (Heráclito): Cambio continuo de las cosas, aunque este cambio está sometido a unas reglas que evitan el caos (Logos). La esencia de lo real consiste en una transformación ordenada.

El mundo real es un mundo en el tiempo: el mundo del nacer, del perecer, del dolor, de la muerte, del devenir (cambio). Lo real se nos presenta cambiando constantemente. Por eso, la realidad se nos presenta con cierto misterio; puede ser experimentada, pero no conocida.

Según Nietzsche, el pueblo griego, al no sentirse seguro en este mundo, crea un mundo imaginario para eliminar sus miedos. Es una huida hacia el mundo ideal y se produce una escisión (ruptura) entre el mundo real y el mundo ideal. Además, el mundo ideal se convierte en el verdadero. El origen de la filosofía occidental se encuentra en el miedo y en el uso indebido de la razón, y no en el amor por la verdad. En El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche trata de mostrar este error. La división entre el mundo sensible y el inteligible es puesta en duda. Nietzsche define a Platón como un cobarde frente a la realidad, que huye hacia un mundo ideal.

Nietzsche no se limita a describir el devenir de Heráclito, sino que da una respuesta nueva, concibiendo el ser del mundo de una manera nueva. Identifica el ser con la vida, y la vida con el querer y actuar. No trata de revindicar el mundo sensible, sino de eliminar el dualismo. Si el mundo ideal deja de existir, el mundo de los sentidos es el verdadero, un mundo en el que predomina el devenir y del que podemos tener experiencias, pero no conocimiento. A esta concepción ontológica se vincula la teoría de Nietzsche del lenguaje.

Nietzsche distingue dos modos de comprender la diferencia entre verdad y falsedad:

  1. Heredada del platonismo: Las ideas adquieren la condición de verdad, en la que un mundo verdadero se antepone al aparente.
  2. El lenguaje se construye de metáforas.

Para Nietzsche, el deseo de saber esconde el deseo de dominar; es la voluntad de poder. Entiende el conocimiento como una forma de poder. Esta interpretación, llamada por Nietzsche “extramoral”, conduce a pensar que no existen conocimientos privilegiados ni eternos. Las palabras adquieren sentido por un acuerdo entre los hablantes, y el error está en asumir el acto creador como una definición. Hay un profundo relativismo en considerar que no existe una única verdad, sino varias, algo que ya defendían los sofistas. Nietzsche reivindica ese relativismo al comprender el lenguaje como una construcción convencional tras la que se esconde la voluntad de poder.

Nietzsche y el Gregarismo en la Actualidad

Desde el punto de vista del gregarismo, se podrían distinguir dos tipos de personas: los que siguen a los demás (el rebaño) y los que actúan de forma independiente. Nietzsche se queda con los segundos, ya que son más parecidos al superhombre. Son creativos, espontáneos, libres; es decir, características de una voluntad de poder fuerte. Al ser independientes, tienen la posibilidad de hacer de su vida una obra de arte.

A los gregarios se les podría identificar en la actualidad con los seguidores de equipos de fútbol o de macrofestivales musicales. Estos aficionados y fans siguen a un futbolista o persona que, a su vez, es seguida por un gran número de personas; es decir, no son originales. Son uno más de la masa y no les importa; se sienten a gusto en la masa. Además, muchos compran camisetas con el nombre de su futbolista o cantante favorito, convirtiéndolos en ídolos y modelos a seguir, eliminando así toda posibilidad de crear. Solo copian, imitan, no inventan. En este grupo también se podrían incluir a los mansos cristianos, generosos y humildes, que encuentran en el rebaño su fuerza.

En conclusión, lo importante es llevar una vida diferente, alejarse de la masa, de la muchedumbre. Nietzsche era un esteta, y para él hay que llevar una vida estética, diferente, ser ante todo original y alejarse del gregarismo en el que ha caído Occidente.