Descartes y su método
Descartes propone un método que ha de ser matemático y universal, sea cual sea su aplicación o campo del saber a que se refiera. La primera ventaja que nos proporciona el método es evitar el error. Pero, además de proporcionarnos un conjunto de reglas para deducir lo que ya conocemos, puede aplicarse a cualquier nuevo campo del saber. El método permitirá que aumentemos nuestros conocimientos y descubramos nuevas verdades. Las reglas del método pueden resumirse en cuatro fundamentales:
Regla (Evidencia)
Sólo acepta como verdadero lo evidente. La evidencia se produce solo en la intuición, en un acto puramente racional por el que nuestra mente capta o “ve” de modo inmediato y simple una idea. La intuición es la captación intelectual inmediata de una idea. Inmediato implica que no hay una cadena deductiva de por medio y, por otra parte, que no hay mezcla con nada sensible (no median los sentidos o la experiencia para captar esa idea). La mente intuye ideas claras y distintas. Una idea es clara cuando podemos advertir todos sus elementos sin la menor duda (se opone a oscura). La idea será distinta cuando aparezca claramente diferenciada, separada y recortada de las demás, de tal manera que no podamos confundirla con ninguna otra idea. (se opone a idea confusa). La intuición intelectual se caracteriza por su indubitabilidad y exclusión total del error. Entre lo absolutamente falso y lo absolutamente verdadero no hay término medio. Algo es verdadero o falso. Descartes excluye los conocimientos que son únicamente probables. Lo que no es claro y distinto (evidente) es confuso y oscuro debiendo ser rechazado como posible fuente de conocimiento. La evidencia, como criterio de verdad, exige también que el conocimiento se retraiga a sus propios dominios y leyes, independientemente de lo que exista externamente a nuestra mente y su proceder. No hay posibilidad de experimentar una intuición sensible. Esto no existe. Las ideas que provienen de la sensación son siempre oscuras y confusas. Descartes solo admite un reducido número de ideas simples (extensión, substancia, pensamiento, etc.). La mayoría de nuestras ideas son complejas, por lo que hay que encontrar la manera de reducirlas a ideas simples, por lo tanto, evidentes. Las ideas innatas son poseídas por todos los hombres por el hecho de ser racionales. No son ideas que se adquieran a través de la experiencia o el aprendizaje y tampoco dependen de la cultura o las condiciones históricas. Son verdades evidentes que se hallan en nuestras mentes, independientemente del tiempo, el lugar y la persona que las piense.
Análisis
Cualquier problema que tengamos que estudiar no es más que un conjunto vertebrado de ideas complejas. Analizar consiste en descomponer lo complejo en sus elementos simples, elementos estos que podrán ser susceptibles de ser intuidos como ideas claras y distintas, esto es: evidentes. Reducimos lo complejo a lo simple y, en el mismo movimiento, accedemos desde lo desconocido a lo conocido: las ideas innatas.
Síntesis
Una vez que hemos llegado a los elementos simples de un problema hay que reconstruirlo en toda su complejidad, deduciendo todas las ideas y consecuencias que se derivan de aquellos principios primeros absolutamente ciertos. La síntesis es un proceso ordenado de deducción, en el que unas ideas se encadenan a otras necesariamente. En el proceso deductivo no solo reconstruimos lo complejo a partir de sus elementos simples y verdaderos, sino que ampliamos nuestros conocimientos con nuevas verdades: de lo conocido (los elementos simples) accedemos a los desconocido mediante un proceso ordenado y riguroso de concatenación de ideas. La síntesis complementa al análisis y nos permite avanzar en la búsqueda de nuevas verdades.
Comprobación
Se trata de comprobar y revisar que no haya habido error alguno en todo el proceso analítico-sintético. La comprobación intenta abarcar de un solo golpe y de manera intuitiva la globalidad del proceso que se está estudiando. Se parte de la intuición y a ella se vuelve. Una vez comprobado todo el proceso, podremos estar seguros de su certeza. Certeza racional y evidente que le da solidez a sus propios planteamientos. Es el siglo de la física, las matemáticas, la geometría y las ciencias que no dependen de lo subjetivo.
Platón y Descartes: autores idealistas
En primer lugar es necesario destacar que tanto Platón como Descartes son autores idealistas; es decir, creen que las ideas son la base de la teoría epistemológica. Pero el punto de partida de ambos es distinto, puesto que para Platón las ideas han existido siempre y para Descartes las ideas son producto del razonamiento. Ambos autores defienden la existencia de un tipo de innatismo en el conocimiento. Si bien Descartes es el primero que usa esta terminología para justificar la existencia de las ideas innatas en el hombre, Platón, con su teoría de las ideas, ya justificó la existencia de las ideas de un modo innato en el hombre. Para Descartes este innatismo era la pieza fundamental de su filosofía, ya que sobre su doctrina del cogito recae el edificio de su epistemología. Lo mismo le sucede a Platón y a su mundo de las ideas: el alma, al preexistir en el mundo de las ideas (contemplándolas), lleva inserto el innatismo cuando desciende a un cuerpo. Tal innatismo es demostrable desde la teoría de la reminiscencia de Platón, donde se explicita la existencia previa de las ideas. Sin embargo, la diferencia entre ambos en este punto es que para Descartes las ideas son connaturales a la propia razón, forman parte de ella, de modo que no es necesario, como hacía Platón, justificar una reminiscencia para poder conocerlas. Además, para ambos autores el conocimiento por medio de lo sensorial no es fiable. Descartes directamente desconfía de los sentidos como fuente de información; cree que los sentidos nos engañan, no son fiables y, por lo tanto, no pueden proporcionar un conocimiento científico. Para Platón, los sentidos, al encontrarse dentro del cuerpo, tampoco pueden alcanzar el conocimiento científico. Por eso podemos encontrar otra similitud importante entre ambos: la total confianza en la razón como órgano de conocimiento. Podríamos decir que a este nivel ambos son racionalistas, puesto que el más alto grado de conocimiento, la ciencia, solo se puede alcanza usando la razón. Pero la diferencia entre ambos en lo que se refiere a la epistemología se centra más en el modo de interpretar este uso de la razón. Platón, al sostener la universalidad y preexistencia de las ideas, no le otorga apenas importancia al papel del sujeto en el conocimiento. Platón, en este sentido, es objetivista, pues las ideas son realidades objetivas y, por lo tanto, no hay necesidad de que el sujeto dictamine la validez de su conocimiento. Sin embargo, Descartes, inserto en la tradición moderna, hereda una perspectiva más subjetiva, dando más relevancia al papel del hombre, del sujeto, en el conocimiento.
*Sobre el conocimiento (epistemología). Para Platón, del mundo sensible solo es posible una opinión, un saber no verdadero. Lo sensible solo es útil como medio para recordar las Ideas que el alma racional había conocido antes de encarnarse en el cuerpo (innatismo). La verdad del conocimiento depende de la verdad de los seres (objetivismo), a cuyo conocimiento solo se llega a través del alma racional, pues los sentidos muestran una realidad aparente (racionalismo). Descartes coincide con Platón al afirmar que el conocimiento más elevado es el inteligible, la ciencia. Igual que en Platón, las creencias y opiniones carecen de valor. También desconfía de los sentidos como fuente válida de conocimiento; solo la razón lo es. Descartes también acepta la existencia de ideas innatas, pero reconoce que hay otras con otros orígenes: las adventicias y las facticias. Probablemente, el punto de mayor distancia entre ambos, y que sitúa a Descartes como un filósofo de la Edad Moderna, sea su apuesta por un enfoque subjetivista de la verdad, heredero del humanismo y antropocentrismo. El criterio de verdad cartesiano es la certeza: será verdadero lo que la razón perciba con claridad y distinción. Es el sujeto quien determina cuándo estamos ante un conocimiento verdadero. Sin embargo, en Platón el enfoque es objetivista. El conocimiento es verdadero si es conocimiento de Ideas, es decir, de seres verdaderos. Por tanto, entre el sujeto y el objeto conocido, en Platón el elemento clave es el objeto conocido, mientras que en Descartes lo es el sujeto.