El Matrimonio: Vocación al Amor Conyugal
El matrimonio es la vocación al amor conyugal, que implica hacer propio y pleno el amor inscrito en la naturaleza del hombre y la mujer. Nace de la admiración ante la belleza del otro e incluye una llamada a la comunión. Esta llamada implica la libertad de ambos y vincula a la totalidad de la persona.
El hombre y la mujer son dos seres esencialmente iguales; sin embargo, varón y mujer son dos modos diferentes de ser persona humana. Entre ellos, no existe solo una diferencia de carácter física, biológica o psíquica, sino el modo humano de vivir la condición personal: se es persona desde y a través de la condición de varón y mujer.
La diversidad sexual entre mujer y varón es un hecho natural, no se explica solo por las pautas culturales o de comportamiento. Es una realidad previa a toda sociedad, cultura y legislación positiva. El sexo afecta a la totalidad de la persona (cuerpo y alma). A esta “unidad de los dos”, el matrimonio, Dios confía no solo la obra de la procreación y la vida de la familia, sino la construcción misma de la historia.
La genérica inclinación natural hacia el otro sexo se produce mediante la libertad, que transforma la atracción espontánea en amor conyugal. Empieza así un proceso de comunicación personal, de entrega recíproca de la totalidad de la persona, tanto cuerpo como alma, entre un varón y una mujer. El acto de consentimiento recíproco del matrimonio es fruto del amor que le dio origen, expresión del amor presente y compromiso del amor futuro.
La Familia: Subjetividad Social y Santuario de la Vida
El Amor y la Formación de la Comunidad de Personas
La familia es una comunidad de personas donde se aprende a amar. Del amor nacen relaciones vividas como entrega gratuita, que “respetando y favoreciendo en todos y cada uno la dignidad personal como único título de valor, se hace acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda”. La familia es la primera e insustituible escuela de sociabilidad. Todos los miembros de la familia tienen la responsabilidad de construir día a día la comunión de las personas.
El ser humano ha sido creado para amar, no puede vivir sin amor. La comunión primera es entre los cónyuges, llamados a crecer continuamente a través de la fidelidad cotidiana y con la recíproca donación total.
La Familia es el Santuario de la Vida
El amor conyugal está, por su propia naturaleza, abierto a la acogida de la vida. Cada ser humano recibe la vida como un don. La familia es el ámbito donde la vida puede ser acogida y protegida de manera adecuada. La familia contribuye de modo eminente al bien social por medio de la paternidad responsable. En cuanto a los “medios” para la procreación responsable, se rechazan como moralmente ilícitos tanto la esterilización como el aborto. Se rechaza también la mentalidad anticonceptiva. Sin embargo, es lícito moralmente recurrir a los métodos naturales de regulación de la natalidad.
El deseo de maternidad y paternidad no justifica ningún “derecho al hijo”. El hombre y la mujer tienen derecho a poner los medios para ser padres, pero el surgimiento de la vida es un don del Dios Creador.
La Tarea Educativa en la Familia
La familia forma al hombre en la plenitud de su dignidad; es una comunidad insustituible para la enseñanza y transmisión de valores. Cumpliendo su misión educativa, la familia contribuye al bien común. La familia tiene una función original e insustituible en la educación de los hijos. La educación de sus hijos se debe considerar como esencial, original y primaria, así como insustituible e inalienable.
Los padres tienen el derecho y el deber de impartir una educación religiosa y una formación moral a sus hijos. Los padres tienen el derecho de fundar y sostener instituciones educativas. Los padres deben obrar siempre conjuntamente. Tienen una especial responsabilidad en la educación sexual de sus hijos, debiéndoles transmitir el significado de la sexualidad y los valores humanos y morales a ella asociados.
Dignidad y Derechos de los Niños y la Mujer
Dignidad y Derechos de los Niños
Los derechos de los niños deben ser protegidos por los ordenamientos jurídicos.
Dignidad de la Mujer
Masculino y femenino diferencian a dos individuos de igual dignidad. Sin embargo, no es una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico masculino: diversidad en la igualdad. Se debe reconocer la identidad propia de la mujer en su relación de diversidad y de recíproca complementariedad con el hombre. Deben revalorizarse socialmente las funciones maternas y paternas.