1. La Sublevación Militar
La sublevación militar en España fue el resultado de una evidente conspiración tramada. Tras el triunfo del Frente Popular, Mola, ideólogo militar del golpe, Franco y Goded decidieron reunirse y preparar el proceso, contando con el apoyo de amplios sectores conservadores del ejército. Ante esta situación, los militares que aún se mantenían fieles a la República habían creado la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista), con el fin de reducir el ambiente conspirativo y ayudar en la instrucción militar. De este modo, incluso civiles estarían lo suficientemente capacitados como para luchar a favor de la República. Todo el mundo tenía la certeza de que tendría lugar una sublevación, pero a pesar de ello, el gobierno de Casares Quiroga apenas actuó, si bien es cierto que tampoco tenían muchas posibilidades. Su acción se limitó a enviar a importantes generales a diversos destinos: Franco a Canarias, Mola a Pamplona y Goded a Baleares (gran error, ya que se comen la Península por tres frentes).
La insurrección militar comienza el 17 de julio de 1936 en el Protectorado de Marruecos, extendiéndose al resto de la Península y las islas durante los dos días siguientes. En las zonas más conservadoras del país (Navarra y Castilla y León) el golpe triunfó, mientras que en las zonas de tradición republicana (Asturias, Cantabria, Cataluña, Madrid, País Vasco, zonas de Andalucía…) éste encontró una gran resistencia. Su generalizado fracaso se debe, entre otros motivos, a las dudas, la falta de control sobre los centros de poder, el fallecimiento del general Sanjurjo, encargado de dirigir la sublevación… lo que acabaría desencadenando la división de España en dos zonas y el posterior estallido de la guerra.
Por un lado, encontramos a los sublevados (España Nacional) que controlaban Galicia, Castilla y León, parte de Extremadura, zonas de Andalucía… Por ello, contaban con las reservas de ganado, cereal, minas de carbón leonés además de un ejército mucho más preparado. El gobierno, por su parte, mantuvo la Cornisa Cantábrica, Levante, la submeseta sur (Madrid) controlando, por tanto, los focos industriales y mineros además de las reservas de oro de España. No obstante, debido a la sublevación de buena parte de los militares, el ejército estaba notablemente debilitado (aunque la Armada y la Aviación se mantuvieron). Finalmente, el exceso de confianza y la falta de apoyo exterior, supusieron la derrota de la República.
2. Etapas y Desarrollo de la Guerra
La zona de actuación de los republicanos se centró en Aragón, mientras que los rebeldes avanzaron en dirección a Madrid.
Los sublevados llegaron a las orillas del Manzanares el 7 de noviembre de 1936, donde la notable inferioridad militar republicana evidenciaba una derrota inminente.
Ante esta situación, se constituye la Junta de Defensa centrada en organizar a las milicias, lo que junto con la llegada de refuerzos exteriores incrementó la moral de la población madrileña. En julio de 1936, el bando nacionalista dominaba Castilla y León, Navarra, Galicia y los archipiélagos, siendo el resto de la Península zona republicana.
Pese a los bombardeos aéreos a los que Madrid estaba siendo sometida por parte de aviones alemanes, las tropas republicanas resistieron. El fracaso de Franco a la hora de atacar Madrid frontalmente, le llevaron a cercar la ciudad, desencadenando la Batalla del Jarama que finalmente se convirtió en otro fracaso. Ante esta situación, Franco decide atacar Madrid desde Guadalajara en la llamada Batalla de Guadalajara. Madrid, no obstante, resiste hasta el final de la guerra. Los fracasos en la ciudad llevan a Franco a dirigirse hacia la Cornisa Cantábrica, una zona que concentraba buena parte de los recursos mineros e industriales del país pero que presentaba un gran inconveniente: la complicada orografía. No obstante, la superioridad militar de los rebeldes no encontró ningún freno, caerían Bilbao, Santander y en último lugar Gijón (tenaz resistencia minera en Asturias).
Durante la segunda mitad de 1937, los republicanos toman la iniciativa con las Batallas de Brunete y Belchite, con el objetivo de reducir la presión sobre la franja norte, levantar el cerco de los sublevados en torno a Madrid y, en el caso de Belchite, conquistar además Zaragoza. Ambos casos resultaron fallidos. Los territorios republicanos en España comienzan a reducirse a la zona de Levante, Cataluña, Madrid, Castilla-La Mancha, Murcia y parte de Andalucía. Los intentos republicanos continúan en Teruel, que se convierte en el punto central de la guerra. La ciudad, conquistada por los republicanos en 1938, sería pocos días después recuperada por los nacionales. La victoria franquista en la Batalla de Teruel evidenció el poder de sus tropas que avanzaban imparables hacia el Mediterráneo, así como la debilidad de la República que decide trasladar su gobierno a Cataluña. Tras la batalla de Teruel,