Los Enfrentamientos con Francia
Carlos I y Francisco I de Francia se enfrentaron por el dominio de los reinos y ducados de Italia. En una primera fase, las tropas de Carlos ganaron la batalla de Pavía en 1525. La actitud profrancesa del Papa llevó al saqueo de Roma. Los conflictos con Francia continuaron hasta que se produjo la victoria de los tercios españoles en San Quintín y la firma de la Paz de Cateau-Cambresis. En 1593, Enrique se convirtió al catolicismo, subió al trono como Enrique IV y España y Francia firmaron la Paz de Vervins.
Los Enfrentamientos con Inglaterra
Inglaterra había sido aliada de la corona española frente a Francia. El segundo matrimonio de Felipe II fue con María Tudor, pero al morir sin descendencia, el trono pasó a su hermanastra, que apoyó a los protestantes de Flandes y protegió a los corsarios que atacaban los barcos españoles. Felipe II decidió enfrentarse a Inglaterra y preparó una gran flota para atacarla: la Armada Invencible, que regresó vencida.
El Dominio del Mediterráneo
El Imperio Otomano era una gran potencia en el Mediterráneo Oriental. En 1453, desde Constantinopla, convertida en su capital, los otomanos aspiraban a expandirse por el centro de Europa y el Mediterráneo. En el mar, los berberiscos practicaban la piratería. Carlos I lanzó con éxito un ataque contra Túnez, pero fracasó. Durante el reinado de Felipe II, los otomanos amenazaron todo el Mediterráneo al apoderarse de Chipre y Túnez. El enfrentamiento se dio en el golfo de Lepanto, donde vencieron los cristianos.
La Rebelión de los Países Bajos
La guerra en los Países Bajos fue el mayor problema de Felipe II. Se originó por el descontento de los sectores burgueses ante los fuertes impuestos y por el conflicto religioso al extenderse el calvinismo. La primera rebelión se produjo en la región de Flandes, con el apoyo de Francia e Inglaterra. Al frente de los rebeldes estaban los condes de Horn y Egmont. Felipe II envió a los tercios con sus mejores generales al frente. En 1579, el sur de los Países Bajos aceptó la obediencia a Felipe II, pero el norte, las futuras Provincias Unidas de Holanda, continuaron la lucha. La rebelión nunca fue controlada y Felipe II acabó designando a su hija gobernadora con derecho a sucesión. Pero al no tener descendencia, revirtieron a la Corona española y se reabrió el conflicto.
Una Sociedad Estamental: Predominio Nobiliario
La sociedad del siglo XVI se caracterizó por la preeminencia de la nobleza y el clero, y la persecución de cualquier disidencia religiosa. Tendió a conformar una sociedad dominada por los grupos más conservadores. El mayor valor era ser hidalgo. La nobleza, un 5% de la población, abarcaba desde los títulos de Castilla hasta los Grandes de España. A lo largo del siglo fueron habituales la compra de títulos y designaciones. Eran notables las diferencias en el clero, que representaba entre un 5% y un 10% de la población. El alto clero mantenía situaciones semejantes a la nobleza, mientras que el bajo vivía de forma parecida a los artesanos. El señorío era la forma más extendida y sólida de su preeminencia social. Entre los no privilegiados estaban los pecheros, sujetos al pago de tributos, como campesinos y población urbana. Estaban sujetos al dominio inmobiliario. Existían grupos diferenciados por su procedencia étnica o religiosa: estos eran los moriscos y los judíos conversos. Su origen fue siempre causa de marginación e intentaban ocultar su imagen, ya que la limpieza de sangre era indispensable para el prestigio social.
Las Comunidades y las Germanías
Recién comenzado el reinado de Carlos I se produjeron los levantamientos de las Comunidades y las Germanías. Las Comunidades surgieron en Castilla. Las Cortes reclamaron a Carlos I más atención a los asuntos del reino. En 1520, el monarca marchó hacia Alemania en medio de un malestar creciente. Una serie de ciudades se sublevaron contra la monarquía, se constituyeron en gobierno del reino y ofrecieron la Corona a la madre de Carlos I. Este movimiento agrupaba a un sector de los hidalgos y de las clases medias urbanas. Los comuneros reclamaban la protección de la industria nacional, el respeto de las leyes y una mayor participación política. Las Germanías estallaron y afectaron a casi todos los territorios de la Corona de Aragón, siendo los hechos más graves en Valencia. En 1519, los agermanados se hicieron con el control de la ciudad de Valencia. Las Germanías fueron una revuelta de artesanos, de la pequeña burguesía y de campesinos contra la oligarquía ciudadana, la nobleza y el alto clero. Pedían la democratización y la protección del monarca frente a los abusos de los poderes. Pero fueron derrotados en 1521.
Intransigencia Religiosa y Autoritarismo
En la pugna entre la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, la monarquía de Felipe II se situó de forma decidida como defensora de los principios del Concilio de Trento. Se promulgaron leyes para vetar la importación de libros prohibidos y se impidió cursar estudios en el extranjero. La monarquía anuló todos los particularismos étnico-religiosos de los moriscos. Se les acusaba de connivencia con los ataques berberiscos y turcos en las costas mediterráneas. Su situación empeoró con el aumento de los impuestos sobre la seda. En 1566 se promulgó un decreto prohibiéndose el uso de su lengua, su forma de vestir y sus tradiciones. Los moriscos intentaron negociar con el rey un pago de dinero a cambio de conservar su estatus social. Los moriscos andaluces hicieron una insurrección en 1568 que fue sofocada dos años después. La represión de la disidencia religiosa se utilizó como castigo a cualquier forma de oposición a la autoridad real. Este fue el caso del secretario de Felipe II, que huyó a Aragón y reclamó la protección de la Justicia de Aragón, que se negó a entregarlo. Felipe II acusó de herejía a Antonio Pérez ante la Inquisición. El incidente puso de manifiesto el conflicto entre la voluntad de los territorios de la Corona de Aragón y los deseos de la monarquía de aumentar su poder e imponer una mayor centralización.
La Lucha contra los Protestantes
La ruptura de la unidad católica como consecuencia de la Reforma religiosa, denominada protestante, fue el principal problema de la monarquía de Carlos I. El fraile Martín Lutero había pedido la reforma de la Iglesia, lo que convocó la Dieta de Worms. El protestantismo fue adoptado por diversos príncipes en los territorios alemanes y en los dominios de Flandes. El emperador Carlos debía combatir el protestantismo. El enfrentamiento tuvo lugar en dos ámbitos: político y religioso. El monarca derrotó a la liga de los príncipes protestantes en la batalla de Mühlberg. El fin se llegaría con la Paz de Augsburgo, en la que los protestantes consiguieron que cada príncipe pudiera elegir la religión de sus estados.