El fascinante mundo de la formación del suelo

1. ¿Qué es el suelo?

Dependiendo del punto de vista que se adopte, el término suelo tiene distintas definiciones. Para un geólogo es la «capa superior de la corteza, formada por los materiales que provienen de la meteorización de las rocas del subsuelo»; el biólogo lo considera la «capa a expensas de la cual viven o se desarrollan los seres vivos»; para el técnico es el «sustrato donde edificar». Para las ciencias medioambientales, el suelo es la «interfase entre la geosfera, la atmósfera y la biosfera». Como toda interfase, el suelo posee gran riqueza y diversidad, es muy sensible a los cambios y puede degradarse con facilidad, e incluso, llegar a desaparecer. El suelo lo estudia la edafología, una ciencia mixta que utiliza métodos conceptuales, biológicos y agronómicos, y que se interesa sobre todo por el suelo como recurso, para su conservación y explotación racional.

2. Formación del suelo

La formación del suelo o edafogénesis es un proceso muy lento que puede durar miles de años. Parte del sustrato rocoso y tiene lugar en tres etapas.

Etapas de la edafogénesis

  • Etapa C. Debido a los cambios de temperatura, la parte superior de las rocas experimenta una meteorización física que las disgrega en trozos. A continuación, la meteorización química altera algunos minerales de las rocas al reaccionar estas con los componentes atmosféricos (O2, CO2 y H2O) dando lugar a nuevos compuestos o minerales de alteración. Se forma de este modo el nivel u horizonte C, también llamado manto de alteración, que es la roca madre más o menos alterada.
  • Etapa A-C. Sobre el horizonte C se instalan progresivamente los seres vivos: en primer lugar, los colonizadores (líquenes, musgos y plantas austeras); posteriormente, microorganismos y seres heterótrofos, y, finalmente, plantas superiores y animales (árboles, grandes herbívoros y carnívoros). La aparición de los seres vivos aporta al suelo materia orgánica, que será transformada por microorganismos y por procesos fisicoquímicos en sustancias de carácter ácido (humus). Se constituye así el nivel u horizonte A, situado en la parte superficial del suelo.
  • Etapa A-B-C. En los horizontes A y C ya formados tienen lugar procesos físicos, químicos y biológicos responsables de la aparición del horizonte B, situado entre los dos anteriores. El proceso más importante en esta etapa es la disolución por las aguas de lluvias de sales minerales del nivel A y su precipitación en zonas más profundas con distintas condiciones fisicoquímicas.

El proceso descrito explica cómo se originan los suelos autóctonos, aquellos que se han desarrollado sobre las propias rocas del subsuelo. Puede ocurrir que los suelos se formen sobre materiales alóctonos, es decir, aquellos que los agentes geológicos han transportado de otros lugares; en ese caso, la formación del suelo es mucho más rápida, ya que, al hallarse el material previamente meteorizado, no es necesaria la etapa C.

2.1. Factores que intervienen en la edafogénesis

Las características de un suelo, tales como el grado de desarrollo, la composición, la textura, etc. dependen de una serie de factores que influyen en su formación y posterior evolución. Los más importantes son:

La naturaleza de la roca madre

La roca madre aporta al suelo la mayor parte de sus componentes minerales e influye en las primeras etapas de su formación, sobre todo por su mayor o menor resistencia a la meteorización. Si la roca se altera con facilidad, se forman suelos potentes, en poco tiempo; por el contrario, si la roca es muy resistente a la meteorización, se originan suelos de poco espesor y sin horizonte B. El tipo de roca influye también en la textura del suelo (según su solubilidad, porosidad…).

El tiempo

Los suelos son inmaduros o jóvenes cuando no han tenido tiempo para desarrollarse totalmente; en cambio, son maduros aquellos suelos que están en equilibrio con el medio, es decir, los estables y potentes. El tiempo que tarda en formarse un suelo maduro varía desde cientos de años en un clima cálido y húmedo a miles de años en climas fríos y secos.

La topografía

Es un factor decisivo en algunos casos. En zonas de pendientes, al predominar los procesos erosivos, abundan los suelos poco potentes e inmaduros; por el contrario, en zonas llanas abundan los suelos maduros y potentes ya que dominan los procesos sedimentarios. También influye la orientación de las laderas y la altura absoluta de los terrenos.

El clima

Es el factor más importante. Generalmente, se cumple que rocas distintas bajo el mismo clima producen suelos iguales. El factor climático influye sobre el tipo y la intensidad de la meteorización y sobre la clase y la cantidad de vegetación, lo que determina la riqueza del suelo en materia orgánica.