Introducción
Al igual que los cínicos, Rousseau lamentó los inconvenientes de la civilización y considera que el hombre en sociedad es débil y dependiente de los demás. Sin embargo, una vez salidos del supuesto estado de naturaleza ya no hay marcha atrás, y sólo queda convertir la libertad natural perdida por la desigualdad, la propiedad y la esclavitud, en libertad civil. Expone una hipótesis sobre el origen de la sociedad: el estado de naturaleza es un estado de inocencia perdida. En este supuesto estado natural el hombre cuenta con dos principios que son anteriores a la razón misma: el amor de sí (principio de autoconservación) y el sentimiento de piedad hacia los demás (empatía). Por lo tanto, el hombre es un ser guiado por sentimientos antes que por la razón.
El Hombre Natural
En el estado de naturaleza el hombre lleva una vida sencilla, sus únicos males son la enfermedad y la vejez. Considera que aquello que diferencia al hombre del resto de los seres es su libertad, y junto a esta existe otra característica complementaria y distintiva del ser humano: la perfectibilidad (el afán de perfección), facultad que se desarrolla según el transcurso de las circunstancias. Esta facultad es, según Rousseau, la fuente de todas las desgracias. En el estado de naturaleza, al no existir relaciones sociales, no habrá ni vicios ni virtudes, por tanto, no habría moralidad. No hay nada en el estado de naturaleza que lleve naturalmente a la civilización (en contra de la tradición aristotélica). No existe la razón, sociedad ni lenguaje, por ello tampoco existe moralidad, opresión, desigualdad o inferioridad. Ahora bien, la bondad del hombre natural encierra un carácter paradójico, pues se manifiesta en un mundo que ignora la distinción entre el bien y el mal.
La Sociedad Civil y la Propiedad
Rousseau considera que el origen de la desigualdad entre los hombres ocurrió cuando alguien cercó un terreno y dijo que era suyo. El paso del estado de naturaleza a la sociedad civil no fue repentino. Las familias cada vez eran más amplias y comenzaron a crear los primeros instrumentos, y apareció el lenguaje. Las familias se reunían en grupos y fue entonces cuando surgieron las primeras desigualdades: siempre habría alguien que cazaba, bailaba o cocinaba mejor. Así, cada uno se empezó a mirar a través de los ojos de los demás. De ahí nació el amor propio, distinto al amor de sí, y fuente de todos los vicios. De estas primeras diferencias surgen la vanidad y el desprecio, la vergüenza y la envidia, las injurias y los deberes. Nuevos cambios produjeron las relaciones de dependencia económica. Se desarrolló la agricultura, la metalurgia y la propiedad. Esto trajo consigo más desigualdad y una guerra de todos contra todos. Así nació la sociedad civil: los que más tenían querían asegurarse sus propiedades y obligaron a pactar a los que poco tenían para que, al menos, pudieran conservarlo. Este falso pacto destruyó la libertad natural.
El Contrato Social
Según Rousseau, el hombre perdió su libertad natural al salir del estado de naturaleza y ya no hay marcha atrás. Ahora se trata, dice Rousseau, de encontrar los instrumentos que, aunque no pueden devolvernos a aquel estado originario, por lo menos nos garanticen la libertad civil. El verdadero origen de la sociedad civil es un contrato revocable, se aleja de la idea platónico-aristotélica según la cual el hombre es social por naturaleza. Tanto Hobbes como Locke están de acuerdo con Rousseau en que el origen de la sociedad no es natural, sino fruto de un pacto o contrato, pero las condiciones del contrato serán distintas en cada uno de ellos. Según Rousseau, es imprescindible encontrar una forma de asociación que defienda a cada persona y sus bienes. Tal asociación no supone una cesión de derechos en la figura del monarca absoluto, como proponía Hobbes, sino que, según nuestro autor, mediante este pacto el hombre debe permanecer libre. Aunque el hombre perdió su libertad natural, puede disfrutar de libertad civil (libertad bajo la ley, el hombre es libre de hacer todo lo que las leyes le permiten). Puede alcanzar la libertad civil. Por lo tanto, se trata de crear un cuerpo común, una voluntad general, que será el resultado de la suma de las fuerzas de cada hombre. “Cómo encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común, la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos los demás, no obedezca más que así mismo y permanezca, por tanto, tan libre como antes”. El hombre con este tipo de pacto garantiza su libertad ya que obedece a una fuerza común de la que él mismo forma parte activa. Este contrato sólo tiene la condición de la entrega de cada uno de los asociados. Lo primero que apunta Rousseau es que los socios deben darse por completo, esta condición es la misma para todos y así se crea un ámbito de igualdad que palie las desigualdades físicas e intelectuales. Hay una cesión de derechos por parte de los individuos a una colectividad que forman todos, es una voluntad general. El contrato que propone Rousseau es la condición para formar una comunidad de iguales que se rigen por tres bases: “libertad, igualdad y fraternidad”. Mediante este contrato social el hombre garantiza su libertad ya que al obedecer a la voluntad general, de la que forma parte, se obedece a sí mismo.
Lo esencial del pacto es, por tanto:
- La entrega de cada persona y su poder a la voluntad general.
- Cada miembro es una parte indivisible del todo.