La Insurrección Cubana y la Intervención Estadounidense
Antecedentes de la Insurrección
Los nativos cubanos soportaban cada vez peor el dominio de los peninsulares, ya que se veían excluidos de los cargos públicos y se sentían discriminados por la política económica de la metrópoli. Esta imponía fuertes aranceles al comercio de otros países, especialmente al de los Estados Unidos, considerado su mercado natural. En 1868, Carlos Manuel Céspedes inició la Guerra de los Diez Años, uno de los intentos más serios de los cubanos por emanciparse, aprovechando el desconcierto causado por la revolución en España. Sin embargo, la debilidad militar de los insurgentes y el escaso apoyo popular impidieron su victoria frente al ejército español. La Paz de Zanjón (1878) puso fin a la contienda.
Entre 1878 y 1895, Cuba gozó de ciertas libertades: libertad de expresión, elecciones de ayuntamientos y diputaciones provinciales, y la constitución de partidos políticos.
La Segunda Guerra de Independencia y la Intervención de EE. UU.
En 1895, se inició la II Guerra de Independencia en Cuba. La crisis azucarera, tras el derrumbe de los precios internacionales del azúcar en 1884, y el descontento generalizado en la isla permitieron ampliar la base social del movimiento. El gobierno de Cánovas intentó someter la insurrección y, a finales de 1896, aumentó los efectivos a 200.000 hombres bajo el mando del general Weyler. A pesar de la fuerte represión y la táctica de tierra arrasada, no pudo invertir la situación.
Los intereses norteamericanos, cada vez más importantes, se habían consolidado en la economía cubana. Las insurrecciones independentistas eran vistas como factores de desestabilización que podían poner en peligro sus inversiones. El gobierno de los Estados Unidos temía una revolución social en Cuba y estaba descontento con la actitud pacificadora del gobierno español.
La destrucción del “Maine“, un buque enviado para defender a los ciudadanos americanos, por causas aún desconocidas, permitió a los Estados Unidos declarar la guerra a España. Esto les otorgó presencia en la Paz de París, mientras que los independentistas cubanos fueron excluidos de la Conferencia.
Los gobernantes y militares españoles, conscientes de la inferioridad española, habían tratado de evitar la guerra.
Posiciones Políticas en España
Las posiciones políticas se agruparon en dos bandos:
- Belicista: Partidos dinásticos, carlistas y la mayoría de los republicanos. También incluía a empresarios con intereses coloniales (cerealistas castellanos, textiles catalanes, industriales vascos).
- Pacifista: Federales, socialistas, anarquistas y nacionalistas.
La prensa, los aparatos culturales y la Iglesia fueron instrumentos clave en la legitimación ideológica de la guerra. Se promovió una “causa santa”, una “nueva cruzada”, y se crearon falsas expectativas sobre la superioridad española.
Consecuencias del Conflicto: La Crisis Española
Tras el desastre, sobrevino la frustración colonial y una profunda crisis interna a nivel político, social, moral e intelectual.
Crisis Política
La guerra de Cuba amenazó al régimen. Sin embargo, tras el desastre, el sistema político de la Restauración se renovó y fortaleció. Contribuyeron a ello la rápida superación de la crisis económica y el alivio popular ante el final de la guerra.
Crisis Moral e Intelectual
El sistema de valores que sustentaba la Restauración sufrió un importante golpe. La crisis ideológica, iniciada antes del desastre, se intensificó. El regeneracionismo se convirtió en un tema común y en un punto central de todo discurso crítico. Intelectuales disconformes criticaron duramente tanto al Estado como a la sociedad española, debido al retraso de ambos respecto al mundo occidental.
Crisis en el Ejército
La guerra colonial había multiplicado los problemas del Ejército español. De las más de 62.000 bajas sufridas en Cuba, solo algo más de 2.000 fueron en combate; el resto se debieron a enfermedades. La mitad de los soldados carecía de asistencia sanitaria y solo uno de cada cuatro tenía carabina. El problema más grave era el número desmesurado de oficiales. El fin de la guerra cerró la posibilidad de ascensos rápidos, lo que llevó a buscar un nuevo campo de acción en Marruecos.
Crisis Económica
La pérdida de las colonias obligó a un profundo reajuste económico: repatriación de capitales, nueva orientación del sector industrial y una nueva política agraria. La estructura económica del país se transformó y se desarrolló, aunque la concentración industrial resultante hundió a la pequeña empresa y favoreció los movimientos sociales. A partir de entonces, las huelgas y rebeliones urbanas en áreas industrializadas se hicieron frecuentes.