El Cogito de Descartes: Fundamento del Conocimiento y la Metafísica Moderna

Primera cuestión: Identifique y explique de manera argumentada las ideas y el problema filosófico fundamentales del texto elegido.

Introducción

Descartes (1596-1650) publicó en París las Meditaciones Metafísicas (1641) en latín. Esta obra es la expresión de la madurez filosófica de su autor y es una exposición técnica de su filosofía, dirigida a “profesionales” de la filosofía, concretamente a los maestros de la universidad parisina. Las Meditaciones se componen de 6 meditaciones.

Tema central: Conocimiento y naturaleza del Yo pensante

El tema del texto en su totalidad es el conocimiento y la naturaleza del Yo pensante o Cogito. En la primera parte del texto, Descartes va a explicar qué puede conocer de la certeza de su propia existencia. Tras una serie de análisis sobre qué es él mismo, llega a la conclusión de que es, indudablemente, una cosa que piensa (res cogitans), un Yo pensante. La segunda parte del texto analizará la naturaleza de la res cogitans: ¿qué es una cosa que piensa? La definición de esta primera certeza incluye todos los actos psíquicos conscientes de mi pensamiento, que integran los del entendimiento y de la voluntad. Ambas partes son analizadas a continuación.

Análisis del Cogito y la res cogitans

En la Meditación primera, Descartes aplica la duda metódica como fundamento para alcanzar una certeza absoluta: el Cogito o Yo pensante. Partiendo de esta certeza, se pregunta en qué consiste ese Cogito: sabe que existe, pero no tiene claridad sobre lo que es. Descartes revisa y descarta las creencias previas sobre su existencia, ya que no superan los niveles de duda, como la hipótesis del genio maligno, la falacia de los sentidos y la indistinción entre vigilia y sueño.

Antes de la duda, creía ser un cuerpo con alma, atribuyendo al cuerpo capacidades como nutrirse, andar y sentir. Sin embargo, dado que la existencia del cuerpo es dudosa, estos atributos no forman parte del Cogito. Solo el pensamiento se mantiene como atributo esencial y no separable del Yo. Así, concluye que es una res cogitans, es decir, una cosa que piensa.

Posteriormente, Descartes define qué es una cosa que piensa: es un ser que duda, entiende, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina y siente. Estos actos psíquicos conscientes incluyen tanto los cognoscitivos (sentir, imaginar, entender) como los de voluntad (desear, rechazar, afirmar, negar y dudar). Este conocimiento del Yo pensante se logra sin depender de los sentidos, la imaginación o lo corporal, estableciendo que el entendimiento es la única fuente válida de conocimiento. Incluso al conocer realidades corpóreas, el auténtico saber solo se produce mediante el entendimiento: sola mente percipere.

Contexto filosófico y la propuesta cartesiana

En la primera mitad del siglo XVII, la filosofía aristotélica entra en crisis, afectando múltiples ámbitos: científico, filosófico, político, social y religioso. René Descartes propone una transformación de la filosofía, basada en la búsqueda de un fundamento de la verdad que garantice el conocimiento. Este fundamento lo encuentra en el sujeto pensante, el Cogito, que constituye la primera verdad indudable y cimiento de su metafísica.

Descartes desarrolla tres certezas fundamentales: Alma (Res cogitans), Dios (Res infinita) y Mundo (Res extensa), que son ideas verdaderas y sustancias con existencia indudable. La epistemología cartesiana, centrada en el conocimiento, se convierte en el problema principal para sustentar su teoría de la realidad (ontología).


Segunda cuestión: Relacione las ideas del texto con la filosofía del autor correspondiente.

La duda metódica como camino hacia el Cogito

Para entender cómo Descartes llega a intuir la evidencia del yo pensante (primera certeza), tenemos que explicar necesariamente la duda cartesiana. La Metafísica cartesiana se inicia con la búsqueda de verdades evidentes (primera regla del método). Para conseguirlo, se someten a duda todos los conocimientos para encontrar alguno que sea indudable (evidente). Es la famosa duda cartesiana, que posee las siguientes características: teórica (no afecta en principio al ámbito moral), metódica (instrumento para alcanzar verdades), artificiosa (considera falso lo que es sólo dudoso) e hiperbólica y radical (los motivos de duda superan el sentido común por su exageración y se aplica al origen, la raíz de mis ideas).

Existen 4 niveles de duda, cada vez más radicales:

  1. La falacia de los sentidos: Los sentidos no son absolutamente fiables pues en ocasiones nos engañan, por tanto, todo lo que conozco con los sentidos, el mundo material, puede ser falso.
  2. Los paralogismos de la razón: Si yo puedo equivocarme en una demostración matemática, también puedo equivocarme en todas, por tanto, las matemáticas también pueden ser falsas.
  3. La indistinción entre la vigilia y el sueño: Cuando estoy soñando, lo vivido en el sueño me parece tan real como cuando estoy despierto, por tanto, no puedo distinguir con seguridad entre la realidad vivida y la realidad soñada. Así, la existencia del propio cuerpo también puede ser dudosa porque reacciona igual en ambos estados.
  4. La hipótesis del genio maligno: Si hubiese sido creado por un ser todopoderoso que fuese malvado, podría haberlo hecho de forma que estuviese equivocado en todas mis ideas, incluso en aquellas que son para mí absolutamente verdaderas, las ideas evidentes de las que se componen las matemáticas. Así, la evidencia como criterio de verdad y las matemáticas como ciencia verdadera podrían ser falsas.

El resultado de la duda es que todas mis ideas son dudosas. Pero mientras dudo, es necesario que yo piense, por tanto, si pienso existo como pensamiento: Pienso, luego existo. Esta será la primera certeza que buscaba Descartes: Yo soy una cosa que piensa, el Yo pensante. A partir de aquí, demostrará la existencia de Dios y del Mundo. (El conocimiento y la naturaleza del Yo pensante han sido explicados en la Primera Cuestión).

El Racionalismo cartesiano y el plan de las Meditaciones

En el siglo XVII surgen tres corrientes filosóficas enfrentadas sobre el origen del conocimiento: el racionalismo, que confía en la razón; el empirismo, que lo basa en la experiencia; y el escepticismo, que niega la posibilidad de conocimiento verdadero. Descartes, como padre del racionalismo, busca certezas en un contexto de crisis generalizada, planteando el problema central: ¿Cómo puedo estar seguro de que mis conocimientos son verdaderos?

El plan de las Meditaciones se orienta a fundamentar las certezas metafísicas, concebida como ontoteología. Estas certezas se centran en Dios y el Alma o pensamiento, y necesitan una base indudable desde la cual deducir otras verdades. La primera meditación elimina, mediante la duda metódica, todas las certezas naturales que no son realmente indudables. En la segunda meditación, surge la primera certeza: el Cogito, ergo sum (pienso, luego existo), que se convierte en el pilar fundamental de toda su metafísica. Este texto se ubica en la segunda meditación, explicando el conocimiento y la naturaleza de esta certeza, el Yo pensante.

Superación del escepticismo como objetivo central

En este sentido, las ideas del texto están vinculadas al interés central del autor, que es la superación del escepticismo. Para ello, Descartes quiere elaborar un sistema filosófico perfectamente racional y verdadero, que establezca los principios indudables del conocimiento y la realidad (Metafísica). Descartes descubre en la intuición del Yo pensante (tema del texto) la certeza y verdad indudable que buscaba para, partiendo de ella como principio y modelo del criterio de verdad, deducir el resto de las certezas (Dios y Mundo), asegurando la verdad de sus conocimientos y superando el escepticismo.


Tercera cuestión: Exponga cómo se ha abordado en otra época el problema filosófico planteado en el texto y confróntelo con el pensamiento de un autor de esa otra época.

Antecedentes: Presocráticos y Platón

El problema epistemológico y antropológico ha estado presente desde el inicio de la filosofía. En la filosofía presocrática, Parménides es el primero que, de manera explícita, plantea la búsqueda de la verdad (problema epistemológico) como objetivo fundamental de la reflexión racional. Para esto optaba por la Vía de la verdad frente a la Vía de la opinión para conocer el verdadero Ser de las cosas. Este planteamiento influirá decisivamente en la ontoepistemología platónica.

En los pitagóricos tenemos la primera concepción dualista del ser humano: unión accidental y temporal de dos sustancias distintas: alma (esencia del ser humano) y cuerpo (cárcel del alma). El alma sufre un proceso de sucesivas y limitadas reencarnaciones en distintos cuerpos, con la finalidad de purificarse, para poder regresar a su lugar natural, el mundo de las ideas. Platón adoptará la antropología pitagórica en su filosofía. Es en Platón donde estos problemas filosóficos se integran en un sistema filosófico, dando sentido a toda su filosofía.

Comparación Descartes vs. Platón: Alma, conocimiento y verdad

El Alma es un tema central para Descartes y Platón, quienes coinciden en considerarla como el principio del conocimiento, pero difieren en su naturaleza y papel.

  • Para Descartes: El Alma o Yo pensante es la primera verdad, fundamento del conocimiento y criterio de evidencia. Su atributo esencial es el pensamiento, lo que la hace inmortal y separada del cuerpo. Sin embargo, no es el principio de la vida, pues el cuerpo se mueve por el alma, pero no depende de ella para vivir.
  • Para Platón: El Alma, además de ser el principio del conocimiento, es también el principio de la vida, ya que confiere movimiento y vida al cuerpo. Sostiene que el alma se reencarna, trasladándose de un cuerpo a otro para sobrevivir en el mundo sensible. Su lugar natural es el mundo de las Ideas, donde contempla las verdaderas realidades. Además, el alma tiene una estructura tripartita: racional, irascible y concupiscible. Solo la parte racional es inmortal, coincidiendo en esto con Descartes. Las funciones irascible y concupiscible necesitan del cuerpo, y desaparecen con su muerte.

La gran diferencia respecto al papel del sujeto pensante (Alma) en el conocimiento humano está en el enfoque sobre la verdad.

  • Para Descartes: La verdad es subjetiva y depende del criterio de certeza: será verdadero lo que el sujeto pensante conciba con claridad y distinción. Por tanto, defiende un enfoque subjetivista en el que la verdad la establece el sujeto.
  • Para Platón: La verdad es objetiva. El conocimiento verdadero se da cuando el Alma reconoce las Ideas, que son los únicos objetos reales y verdaderos. Por ello, defiende un enfoque objetivista donde la verdad la establece el objeto conocido.