Introducción
El Cid Campeador es el héroe de la historia que representa el ideal de caballero español: fuerte, valeroso y defensor del honor. Provoca en los españoles lo que el Rey Arturo para los ingleses y Roldán para los franceses.
El Poema de Mio Cid
En 1207, el abad Per Abbat copió un manuscrito de casi 4000 versos que contenía un relato de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar. El poema, conocido como Poema de Mio Cid o Cantar de Mio Cid, trata de la recuperación de la honra perdida.
Se inicia con el destierro del Cid tras la acusación de robo. Es desposeído de sus heredades en Vivar y privado de su familia. Participa en numerosas batallas y termina conquistando Valencia, tras lo cual consigue el perdón real y el señorío sobre Valencia.
Concerta bodas con linajes de prestigio, los infantes de Carrión, pero debido al ultraje de estos a las hijas del Cid, nuevamente pierde la honra. Decide alegar la nulidad del matrimonio en un juicio presidido por el rey, donde los infantes quedan infamados públicamente y las hijas conciertan matrimonios con los reyes de España, llegando al máximo ascenso social posible.
Elementos históricos y ficticios
En el Cantar se encuentran elementos históricamente contrastados, pero no es un relato histórico. El exilio y la conquista de Valencia son históricos, pese a que la ruta cidiana literaria no se corresponde con la histórica. Hay bastante exactitud geográfica y la mayoría de los personajes nombrados existieron, aunque no siempre con la relación que se presenta en el Cantar.
Las hijas existieron, pero no se llamaban Elvira y Sol, y no se casaron con reyes. Por otro lado, hay personajes totalmente inventados como los judíos Raquel y Vidas. En la segunda mitad, el argumento gira en torno a episodios ficticios como el casamiento de las hijas con los infantes o la afrenta de Corpes.
El Cid: Un héroe humanizado
El poema gira en torno al engrandecimiento del héroe, que logra mediante el esfuerzo una ascensión imparable: un progreso militar derivado de las conquistas y el progreso familiar y social por los enlaces de sus hijas y del triunfo legal al obtener el perdón regio.
El Cantar es un poema humanizado. El Cid se comporta de manera afectuosa con su familia, es cortés, generoso, religioso, fiel vasallo, defensor de los débiles, prudente y mesurado. Sin embargo, también tiene raptos de cólera.
Cuando otros héroes luchan contra el mal absoluto, en el Cantar el mal está rebajado a la mezquindad humana. El Cid se dibuja como espejo de las virtudes típicamente castellanas.
El Cid no es un héroe imposible, es un modelo creíble e imitable. El autor compuso un poema menos épico que otros europeos, pero la expansión de Castilla en aquellos tiempos de Reconquista necesitaba exhibir modelos de héroes que encarnaran a aventureros y emprendedores.
El Cid en la literatura posterior
El Cid como símbolo
Símbolo de valor y de la hidalguía castellanas, la figura de Rodrigo se presenta como un modelo para grupos sociales diversos, por lo que se convertirá en el centro de algunos poemas épicos.
El más temprano es el Cantar de Sancho II o Cantar del cerco de Zamora, conocido por sus resúmenes cronísticos. En él se escucha la recomendación del rey Sancho de desafiar al nuevo rey Alfonso mediante la jura de Santa Gadea.
El Cid en la literatura árabe y latina
Pronto los escritores árabes lo pintan como enemigo maldito a causa de las duras derrotas de los suyos. También la poesía e historiografía latina se fijan en él con el Carmen Campidoctoris (s. XI) y la Historia Roderici (s. XII), donde se empieza a combinar historia y leyenda.
El Cid en la literatura medieval y renacentista
Hasta el siglo XIV, su vida fue fabulada con atención en su juventud, imaginada con libertad creadora en las Mocedades de Rodrigo, que narra cómo da muerte al enemigo de su padre, el conde don Gómez, y para reparar la culpa le obliga a casarse con su hija Jimena.
Los siglos XVI y XVII fueron dedicados a obras teatrales de gran éxito, generalmente inspiradas en el Romancero. Juan de la Cueva escribió la comedia La muerte del rey don Sancho. Lope de Vega compuso Las almenas de Toro y Guillén de Castro Las mocedades del Cid y Las hazañas del Cid.
El Cid en la literatura moderna y contemporánea
En el siglo XVII, el francés Pierre Corneille escribió Le Cid, un clásico del teatro francés. Ejemplos de dramaturgia del siglo XIX son La jura de Santa Gadea de Hartzenbusch y La leyenda del Cid de Zorrilla.
En el siglo XX, Rubén Darío en Prosas profanas presenta al Cid del Romancero dando limosna, y Manuel Machado revivirá la escena de la niña en la salida de Burgos. También los miembros de la Generación del 27 lo tratan, no como guerrero, sino como personaje que sufrió por el abandono de su señor y el destierro.
En el teatro contemporáneo destaca Las hijas del Cid de Eduardo Marquina.
El Cid en el cine y la televisión
En el cine del siglo XX se estrenó la versión cinematográfica con Sophia Loren y Charlton Heston, y en TVE se retransmitió la animación Ruy, el pequeño Cid, con las imaginarias aventuras del niño Cid.
En la ópera destaca Le Cid de Jules Massenet.
Conclusión: La evolución de la figura del Cid
La idea del Cid ha cambiado con el tiempo: héroe, impostor, caballero ejemplar, mercenario, avaro, cruel, justo, indomable… según la época. En realidad, fue un hombre de su tiempo que superó su previsible futuro.