El Bienio Reformista de la Segunda República Española (1931-1933): Reformas y Tensiones

Etapas de la Segunda República Española

El Bienio Reformista (1931-1933)

Manuel Azaña presidió un gobierno integrado por los republicanos de izquierda y por los socialistas, e impulsó un programa de reformas. Como presidente de la república, Alfonso XIII.

La reforma del ejército

El ejército necesitaba una profunda transformación. Era necesario reducir los efectivos militares y suprimir la macrocefalia. Para ello, se fijó la “Ley de retiro de la oficialidad”: todos los militares en activo debían prometer su adhesión al régimen, y se les concedía la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro si así lo deseaban. La reforma no logró sus objetivos y fue recibida por ciertos sectores del ejército, los africanistas, como una agresión a su institución. Todo ello provocó fuertes tensiones internas en el ejército.

La cuestión religiosa

La República se propuso limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad española y secularizar la vida social. Se tomaron otras medidas, como la disolución de la orden de los jesuitas y la nacionalización de sus bienes y, por último, la Ley de Congregaciones limitaba la posesión de bienes a las órdenes religiosas y contemplaba la posibilidad de disolverlas en caso de peligro para el Estado. La inmensa mayoría de la jerarquía católica manifestó su antagonismo hacia la República y movilizó a la opinión pública católica, lo que provocó un aumento del anticlericalismo en las clases populares.

La reforma agraria

Fue el proyecto de mayor envergadura iniciado por la República, teniendo en cuenta el papel que desempeñaba en la economía española. En Andalucía, Extremadura y Castilla, más del 50% de la tierra estaba en manos de un pequeño grupo de grandes propietarios. Convencidos de la necesidad urgente de mejorar las condiciones de vida del campesinado y de atajar el tradicional atraso de la agricultura española, se pusieron en marcha unos primeros decretos que intentaban proteger a los campesinos sin tierra y a los arrendatarios. La elaboración de la Ley de Reforma establecía los siguientes principios:

  • Expropiación de tierras sin derecho a indemnización.
  • Expropiación de tierras con indemnización a todas las restantes: las cultivadas deficientemente.

La aplicación de la ley fue encomendada al Instituto de la Reforma Agraria, que indemnizaba y facilitaba el asentamiento de las comunidades de campesinos. Los resultados de la reforma fueron muy limitados y su fracaso supuso un aumento de la tensión social.

La reforma del Estado centralista: las autonomías

En Cataluña, el gobierno provisional republicano reconoció un gobierno autonómico, la Generalitat, y una comisión quedó encargada de redactar un estatuto, que fue aprobado en referéndum popular con un 99% de votos afirmativos. En 1932, se aprobó el Estatuto para Cataluña.

En el País Vasco, los nacionalistas y carlistas redactaron un proyecto de estatuto muy partidista y tradicionalista que contó con la oposición de socialistas y republicanos. Hasta octubre de 1936 no se aprobó el Estatuto, después del consenso que se firmó entre nacionalistas, republicanos y socialistas.

Reformas sociales y educativas

Largo Caballero desarrolló una serie de reformas sociales que produjeron la hostilidad de las organizaciones empresariales. Se crearon seguros sociales y se redujo la jornada laboral de los trabajadores del campo.

Pero fueron las reformas en el sistema educativo las que tuvieron mayor alcance por su agilidad y esfuerzo en su aplicación. El interés por llevar la educación a las clases más desfavorecidas significó la creación de las Misiones Pedagógicas, dedicadas a difundir la cultura en las zonas rurales. Federico García Lorca fundó una compañía de teatro llamada “La Barraca”, con la que realizó giras por todo el país hasta el inicio de la Guerra Civil.

Los adversarios del reformismo y la conflictividad social

Las reformas del gobierno polarizaron la vida política nacional en dos frentes, sin aceptar concesiones entre ellos. Las reformas progresistas provocaron, por un lado, la reorganización de las derechas y, por otro, un aumento de la conflictividad social.

A finales de 1932, se creó la CEDA, partido dirigido por Gil Robles, que reunía a la derecha católica tradicional; el partido llamado de Renovación Española, dirigido por Calvo Sotelo, se fusionó con Falange Española. Esta era una organización de corte fascista.

Se produjo el golpe de Estado del general Sanjurjo, que fracasó. Este fracaso originó la creación en la clandestinidad de una organización militar, la UME, que preparó con tranquilidad un intento golpista posterior.

La CNT contaba ya con un millón de afiliados, pero las tensiones internas entre los sectores más moderados y radicales originaron el triunfo paulatino de las posiciones más extremistas.

La UGT, que contaba con una poderosa organización en el campo, la Federación de Trabajadores de la Tierra, se fue radicalizando hacia posturas más intransigentes con la República. El Partido Comunista, que era muy minoritario, aumentó de forma espectacular su número de afiliados.

El momento más delicado del gobierno fue la sublevación de Casas Viejas en Andalucía. Azaña dimitió y se convocaron elecciones para noviembre de 1933.