El Baco de Caravaggio y el Mito de Dioniso

El Baco de Caravaggio (Siglos XVI-XVII)

La pintura de Caravaggio, ubicada en la Galería de los Uffizi en Florencia, representa a un joven dios Baco, reclinado a la manera clásica con uvas y hojas de parra en el suelo, manoseando el cordel de la toga que le cubre. Sobre una mesa de piedra enfrente de él hay un bol de fruta y una jarra grande de cristal con vino tinto; con su mano izquierda ofrece una copa de vino llana y ancha, aparentemente invitando al espectador a unirse a él. El vino se ha servido hace poco, como indica la espumilla en la jarra, mientras que Baco sostiene en la mano la copa con poca seguridad como muestran las vibraciones; las mejillas, como las manos, están sonrojadas y contrastan con la palidez de la piel, indicando un estado de ligera embriaguez.

Dioniso-Baco: Dios del Vino y el Delirio

Dioniso es el dios de la exuberancia de la naturaleza, y muy especialmente de la viña, que provoca la embriaguez, la inspiración desenfrenada y el delirio mismo. Se encarna en toro, cabra o serpiente, y sus símbolos vegetales son la hiedra y la viña enroscadas en torno a un báculo para formar el tirso. Se le conoce también con el nombre de Baco, nombre que adoptaron los romanos.

Nacimiento y Juventud

Dioniso no nació dios, sino que adquirió la divinidad posteriormente. Sobre el nacimiento de Dioniso, ver información recogida en la diapositiva Júpiter y Sémele.

Zeus, para proteger a su hijo de la malevolencia de Hera, lo ocultó bajo ropajes femeninos en la corte del rey Atamante, pero Hera lo descubrió y volvió loco al rey. Zeus encargó entonces a Hermes que escondiera al niño en la misteriosa región de Nisa donde, convertido en cabritilla, fue educado por unas ninfas, las ménades, y por el sabio Sileno, que le enseñó el arte de tocar la flauta y le hizo descubrir el vino, con el cual se embriagaría alegremente con sus compañeros.

Hera logró descubrir su paradero y le infundió la locura. Dioniso se convirtió entonces en Baco, el “privado de la razón”, y empezó a recorrer el mundo convirtiéndose para los hombres en un libertador.

El Cortejo Dionisíaco

Formaban su cortejo los sátiros, Sileno, Príapo, y las ménades.

Sátiros

Los sátiros eran diosecillos de la naturaleza, híbridos de hombre y macho cabrío. Su cabeza y su torso son humanos, pero tienen unos cuernos de cabra, largas orejas puntiagudas, una larga cola y patas con pezuñas hendidas de macho cabrío. Recorren los campos en busca de ninfas o de muchachas mortales con las que satisfacer su desenfrenado apetito sexual. Aman el vino, la danza y la música. Cuando se hacen viejos reciben el nombre de silenos, del nombre del preceptor de Dioniso. Feos y ventrudos, suelen desplazarse sobre asnos. La representación cristiana de los demonios está directamente inspirada en los sátiros.

Sileno

Sileno es el dios de las fuentes y los manantiales, hijo de Pan y padre de los sátiros. Era una divinidad festiva a la que se imaginaba como un anciano grotesco y ventrudo, a menudo montado sobre un asno y, a veces, con cola, cascos y orejas de caballo.

Príapo

Príapo es el dios rústico de la fecundidad, es guardián de los jardines, cuya prosperidad asegura. Es hijo de Afrodita y Dioniso o Zeus, según las versiones. Desde su nacimiento se caracterizó por un enorme miembro viril siempre erecto. Tal deformidad habría sido causada por la malevolencia de Hera.

Ménades o Bacantes

Las ménades o bacantes eran mujeres que, en Tebas, arrebatadas por el delirio dionisiaco, formaban cortejos donde cantaban y danzaban con los cabellos sueltos y el pecho desnudo, apenas cubiertas con pieles de zorro. Lanzaban el grito sagrado de Evohé, sacudían la cabeza y, poseídas por una fuerza sobrehumana, perseguían a los animales salvajes que luego devoraban crudos. Fueron muy pronto confundidas con las ménades, las ninfas que criaron a Dioniso, y la leyenda les atribuía la facultad de hacer manar de los árboles leche, vino y miel.

Mitos y Viajes de Dioniso

Con su cortejo, Dioniso recorrió toda Grecia.

Viaje por Tracia y el Mar

En Tracia castigó con la locura al rey Licurgo, que se había resistido a aceptar su culto; Licurgo, en un acceso de locura, se cortó una pierna y mutiló a sus hijos. Dioniso embarcó más tarde para continuar su viaje, pero como el capitán pretendía venderle como esclavo, el dios hizo enloquecer a toda la tripulación, que saltó por la borda y fue metamorfoseada en delfines al tocar el agua.

Viaje a Asia e India

Su viaje le condujo hasta Asia, donde Cibeles lo inició en sus misterios y lo curó de la locura de Hera. Montado sobre un carro tirado de pámpanos y de hiedra, llegó a la India.

Regreso a Tebas y el Castigo de Penteo

Sin embargo, de regreso a Ática, su peregrinaje le condujo a una ciudad que se negó a reconocer su culto, Tebas. Su rey, Penteo, se opuso por considerar que era demasiado violento y licencioso, negándose además a reconocer la divinidad de Dioniso. Este se vengó transportándole al monte Citerón, donde se encontraban las mujeres tebanas que, presas del furor dionisíaco, se habían unido a las bacantes. Llevadas por el frenesí, despedazaron a Penteo tomándolo por un animal salvaje. Su propia madre, Ágave, lo desgarró con sus manos y ensartó su cabeza en un tirso. Cuando Ágave salió de su delirio, descubrió horrorizada lo que había hecho.

Descenso a los Infiernos

Antes de alcanzar el Olimpo, donde finalmente se le otorgaría el rango de dios, descendió a los Infiernos para buscar a su madre Sémele, que fue inmortalizada y convertida en la diosa Tíone.

Identificación Romana y Simbolismo

Roma confunde muy pronto a Dioniso o Baco con el antiguo dios latino Liber Pater. Dioniso simboliza particularmente la ambivalencia del vino, a la vez remedio y droga de temibles efectos.