El Auge de los Totalitarismos: Fascismo y Nazismo en la Europa de Entreguerras

La crisis de las democracias tuvo sus orígenes en la conjunción de una doble amenaza. De un lado estaba la amenaza de las organizaciones de derechas conservadoras y los nuevos grupos de extrema derecha de ideología totalitaria y ultranacionalista: los movimientos fascistas. Y por otro, presionaba el comunismo soviético, que desde 1917 había implantado una dictadura en Rusia y actuaba por medio de la Komintern para extender la revolución a otros países. Los extremismos se vieron reforzados por las dificultades internas producidas a consecuencia de la Primera Guerra Mundial y se agudizaron por la grave depresión de los años 30. En esta situación, la democracia solo subsistió en los países en que estaba más asentada. Pero en el resto, la crisis económica y la inestabilidad de las democracias coincidieron con el éxito del partido nazi que llevó a Hitler al poder en Alemania en 1933 e imprimió un nuevo impulso a los movimientos fascistas. En los países de la Europa central, oriental, balcánica y mediterránea, que tenían una escasa tradición democrática, el sistema parlamentario fracasó y se impusieron dictaduras nacionalistas radicales de derechas entre 1922 y 1939. En 1939 la mayoría de los sistemas políticos de Europa eran autoritarios y la forma más común eran las dictaduras de derechas. Solo en Italia en 1922 y en Alemania en 1933 se impusieron en el poder dictaduras totalmente fascistas.

La Ideología Fascista

Características:

  • Establecimiento de un estado totalitario capaz de controlar todas las esferas de la vida.
  • Apoyaba un sistema político dictatorial de partido único.
  • Este partido se sustentaba en el principio de liderazgo, así se estableció el culto a la personalidad del líder.
  • Radical anticomunismo y anticapitalismo.
  • Nacionalismo agresivo, expansionista y militarista.
  • Los fascistas eran todos racistas.
  • Defendía la violencia frente a los oponentes políticos.
  • También exaltaban los principios masculinos relegando a la mujer a la crianza de los hijos y las labores del hogar.

Las Bases Sociales del Fascismo

Desde el punto de vista social, los partidos fascistas nunca lograron un completo respaldo popular, contaron con el apoyo de jóvenes activistas y románticos impresionados por la guerra y frustrados por la ineficacia del sistema liberal. Se fueron sumando miembros de las clases medias, urbanas y rurales, afectados por la crisis económica y temerosos de la extensión del comunismo. También se incorporó un importante sector de la clase obrera, procedentes de partidos radicales de izquierda que encontraron atractivo el mensaje extremista y violento del fascismo. Un sostén fundamental fue el apoyo de los grandes empresarios y terratenientes. La toma del poder por el fascismo y el nazismo no puede explicarse sin los apoyos que recibió de las propias instituciones del estado liberal: el ejército y la policía toleraron e incluso colaboraron con la violencia que las organizaciones fascistas utilizaban.

La Italia Fascista

El final de la guerra tuvo en Italia graves efectos económicos y sociales. El número de desempleados se elevó. Italia se vio envuelta en una oleada de huelgas obreras y revueltas de las ligas de campesinos pobres. En los años 1919 y 1920 las huelgas se extendieron y dieron lugar a ocupaciones de fábricas y de tierras. A la crisis social se unió una profunda crisis política. Los partidos liberales perdieron apoyo. El partido socialista italiano no logró aunar a las masas obreras debido a las continuas fricciones entre sus dos sectores: los reformistas y los maximalistas. A la inestabilidad se sumaba la frustración por los resultados de la Primera Guerra Mundial.

El fundador del fascismo fue Benito Mussolini, que pasó de liderar el ala radical del partido socialista a convertirse en nacionalista extremo. Benito Mussolini fundó en Milán los Fascios Italianos de Combate, su núcleo principal estuvo compuesto por gente muy variada: antiguos anarquistas y sindicalistas revolucionarios. Una de sus primeras acciones violentas fue la destrucción de las oficinas del diario socialista Avanti!, porque consideraban que difundía sentimientos antinacionalistas. El movimiento fascista logró aumentar sus apoyos sociales: parte de las clases medias, los terratenientes y propietarios campesinos. Todos ellos vieron en el movimiento fascista un instrumento de orden. Mussolini cambió de táctica. Abandonó su tendencia revolucionaria y preparó al fascismo para la lucha parlamentaria. Para ello transformó los Fascios en el Partido Nacional Fascista. Por otro lado, el fascismo se convirtió en un violento movimiento de represión de las organizaciones obreras y campesinas. Los socialistas promovieron una huelga general contra la violencia fascista. Pero la huelga fue un fracaso y acabó favoreciendo a Mussolini, ya que los fascistas solo necesitaron un día para acabar con la amenaza socialista.

Etapa Parlamentaria

Los años 1922-1925 fueron cruciales para el paso del régimen liberal a la dictadura fascista. Al principio, Mussolini como primer ministro pareció mostrar un cierto respeto hacia el régimen liberal. Tras la aprobación de una nueva ley electoral, los fascistas y los partidos que apoyaban al gobierno lograron en las elecciones el 64% de los votos. En 1924 se produjo la crisis más grave del fascismo a raíz del asesinato del diputado y dirigente socialista Giacomo Matteotti por bandas fascistas. Mussolini respondió acelerando la implantación de la dictadura.

La Dictadura Fascista

Mussolini desarrolló las llamadas leyes fascistísimas, que incluían medidas diversas: la creación de un tribunal de delitos políticos y una nueva policía política secreta, la OVRA, la eliminación de los demás partidos políticos y los sindicatos obreros y la implantación de la censura de prensa. La fascistización del estado condujo a un régimen totalitario de partido único, el Partido Nacional Fascista. Un hecho que consolidó el régimen fue la firma de los Pactos de Letrán con la Iglesia Católica. Nacía oficialmente el Estado del Vaticano. Se reconocía el matrimonio eclesiástico y el catolicismo como la única religión del estado, y la religión volvió a enseñarse obligatoriamente en las escuelas. A cambio, la Santa Sede reconoció al estado fascista y la capitalidad de Roma.

La Alemania Nazi

En noviembre de 1918, tras la abdicación del emperador Guillermo II y mientras continuaban los combates de la Primera Guerra Mundial, el Partido Socialdemócrata proclamó la república en Berlín y su líder Friedrich Ebert fue nombrado canciller. La joven república tuvo que hacer frente de inmediato a la firma del armisticio con los aliados, a los intentos insurreccionales de la izquierda radical y de la derecha nacionalista y a los graves problemas económicos y políticos de la posguerra. Tras un breve periodo de estabilización, la Gran Depresión de 1929-1932 produjo un golpe devastador para la democracia en Alemania e impulsó al nazismo al poder.

En Múnich se fundó uno de tantos partidos nacionalistas que difundían una propaganda antiliberal y racista, el Partido de los Trabajadores Alemanes. Con el ingreso de Hitler en este partido comenzó propiamente la historia del nacionalsocialismo o movimiento nazi. Defendía un socialismo nacional que, a diferencia del socialismo marxista, superase la lucha de clases en beneficio de los intereses superiores de la nación. Las ideas centrales del programa fueron dos: una dictadura nacionalista fuerte y capaz de preservar la pureza racial y eliminar a los enemigos de Alemania: los demócratas, los marxistas y los judíos. Asimismo, aspiraba a unir a todos los alemanes en una Gran Alemania. Hitler fue elegido líder del partido en 1921. En 1923, grupos ultranacionalistas de derechas, entre los que estaba Hitler y su pequeño partido, prepararon un golpe de estado conocido como el Putsch de Múnich, que fracasó. Hitler fue encarcelado. Tras su salida de prisión, replanteó su programa.

El año 1932 fue el momento más intenso de la crisis política. En las elecciones presidenciales de 1932 solo dos candidatos tenían posibilidades de victoria: Hindenburg, que se presentaba a la reelección, y Hitler, que en ese momento había obtenido su mayor apoyo electoral. Venció Hindenburg. Hitler fue nombrado canciller en un gobierno de coalición entre los nazis y la derecha clásica.

En Alemania, la conquista del poder absoluto por el nazismo fue más rápida que en la Italia fascista. Una vez en el gobierno, Hitler mantuvo su radicalismo. En marzo de 1933 se celebraron elecciones. Los nazis se apoyaron en los partidos de derechas. El nuevo parlamento aprobó una ley de gran trascendencia que otorgaba al canciller plenos poderes durante cuatro años para promulgar leyes. Hitler, que se había convertido en dictador, utilizó esa ley para eliminar a los restantes partidos políticos. Alemania se convirtió en una dictadura de partido único. Entonces, Hitler se dedicó a construir el nuevo estado. Con la muerte de Hindenburg, Hitler dio su último paso: asoció la cancillería a la presidencia del Reich, lo que significó la subordinación del nuevo ejército y de la policía al partido nazi.