La Escultura: El Retrato y el Relieve Histórico
El Retrato Romano
La influencia de la escultura griega en la romana es innegable, especialmente tras la llegada a Roma de obras griegas como botín de guerra. Sin embargo, la tradición etrusca también desempeñó un papel importante. En la escultura romana coexisten dos corrientes: la clasicista, de fuerte influencia griega (época de Augusto, Adriano, etc.), y otra más oriental, popular y anticlásica (época de los Severos, la Tetrarquía), que prefigura el arte medieval. Ambas corrientes conviven, aunque con predominio de una sobre la otra en diferentes momentos.
Algunos autores sugieren que el pragmatismo romano favoreció la aceptación del retrato realista, que no se limita al realismo físico, sino que también captura la psicología del retratado, una habilidad en la que los romanos destacaron. Desde la República, los patricios elaboraban máscaras de cera de sus antepasados fallecidos (los manes), obtenidas directamente del rostro del cadáver. Estas máscaras se guardaban en armarios y se exhibían en los funerales familiares. Así nace el retrato realista romano, que no oculta nada de la realidad: los rostros muestran arrugas, cicatrices, severidad y la personalidad del retratado.
Un ejemplo notable es la Estatua Barberini (siglo I a. C., Palacio de los Conservadores, Roma), que representa a un patricio portando las efigies de sus antepasados (escultura en piedra). En la época imperial, el retrato se convierte en un instrumento de propaganda oficial. Los emperadores podían ser representados de cuatro maneras: con traje militar, con la toga de senador, como pontífice máximo (con la cabeza cubierta) o como personificación de algún dios o héroe, ya sea de cuerpo entero o de medio cuerpo.
- Augusto de Prima Porta (19 a. C.): Un ejemplo de representación militar, de tradición helenística. El original de bronce se ha perdido, pero se conoce gracias a una copia encontrada en la casa de su viuda Livia (Museos Vaticanos). Augusto aparece descalzo, símbolo de divinidad, con Cupido a sus pies.
- Retrato de Cómodo (190 d. C., Palacio de los Conservadores, Roma): Representado como Hércules, con la piel del león, las tres manzanas de la inmortalidad y la maza. Posterior a Augusto, se observa una predilección por los retratos de medio cuerpo.
- Estatua ecuestre de Marco Aurelio (166 d. C., Palacio Nuevo, Roma): De los numerosos retratos ecuestres que adornaban las ciudades romanas, este es el único que se conserva. Sirvió de modelo para las estatuas ecuestres del Renacimiento (Donatello y Verrocchio).
El Relieve Conmemorativo Histórico
El relieve conmemorativo histórico es la gran aportación romana a la escultura. En Roma, las celebraciones triunfales en honor a los emperadores victoriosos eran frecuentes. Se erigían arcos de triunfo, altares y columnas decoradas con relieves históricos con fines propagandísticos. Estos relieves, de tradición helenística (en la Grecia clásica, los relieves solían representar temas mitológicos), crean profundidad mediante el relieve pictórico. Esta técnica combina diferentes tipos de relieve: los personajes en primer plano tienen un relieve más acusado, mientras que los del segundo plano presentan un relieve menos saliente y los del fondo (paisajes, edificios) se labran en un relieve muy bajo.
- Ara Pacis de Augusto (13-9 a. C.): Erigido en honor a Augusto por pacificar las Galias e Hispania. Consta de un pequeño altar rodeado por un muro casi cuadrado (10×11 m) con dos puertas abiertas en honor a la Paz. Sus bajorrelieves son de gran valor artístico: en el muro interior, un friso con bucráneos (cabezas de toro, influencia de Pérgamo) y guirnaldas; en el exterior, un zócalo con roleos de acanto y, en la parte superior, cuatro alegorías en los lados con puerta y la representación de la procesión cívica en los lados sin entrada, donde Augusto, acompañado de Eneas, la familia imperial y los senadores, acuden al sacrificio anual en honor a la paz. El movimiento es solemne, los rostros son retratos identificables de los personajes y el relieve pictórico está muy bien logrado. Destaca la alegoría de la Tierra, representada como una matrona flanqueada por los genios del aire (sobre un cisne) y del agua (sobre un monstruo marino), simbolizando la prosperidad del reinado de Augusto.
- Columnas conmemorativas: Una aportación original de los romanos. Consisten en una gran columna sobre un pedestal (que a menudo servía de mausoleo), con el fuste decorado con una banda continua de bajorrelieves en espiral. En la parte superior, un capitel soportaba la estatua del emperador divinizado (desnudo). Su origen es incierto, pero se sabe que en Roma se envolvían las columnas de los templos con telas en días festivos y que los romanos escribían en pergaminos enrollados.
- Columna de Trajano (113 d. C.): Erigida en su foro, narra la conquista de la Dacia en una banda continua de 200 m de bajorrelieves. Las escenas de guerra, construcción de puentes y fortalezas se presentan con gran detalle y en secuencia temporal, como un “cómic” moderno. El estilo es clásico, con relieve pictórico, aunque presenta algunos fallos de perspectiva.
- Columna de Marco Aurelio (180 d. C.): Imita la columna de Trajano y narra las guerras con los sármatas y marcómanos. Su estilo es dramático y anticlásico (sin relieve pictórico), anticipando el arte medieval tanto en significado como en estética.
- Arcos de triunfo: Otra invención romana. Podían tener uno o tres vanos, formados por arcos de medio punto, y estaban decorados con bajorrelieves, columnas e inscripciones que glorificaban al emperador. El núcleo era de hormigón y ladrillo, revestido de mármol. Sobre el ático solía haber una cuadriga de bronce.
- Arco de Tito (80-85 d. C., Roma): De un solo vano, con bajorrelieves que representan la guerra contra la rebelión judía.
- Arco de Septimio Severo (200 d. C.): De tres vanos, ubicado en el Foro Romano.
- Arco de Constantino (312 d. C.): De tres vanos, tardío, con bajorrelieves saqueados de monumentos anteriores (arco de Trajano) de mayor calidad que los realizados para el propio arco.