El Arte Hispanomusulmán: Legado Cultural y Arquitectónico

Introducción

El legado cultural, la mezquita y el palacio en el arte hispanomusulmán: Durante el emirato dependiente (714-756) se impuso en Al-Ándalus la doctrina malequí, caracterizada por su rigidez en la interpretación del Corán. Esta circunstancia limitó el desarrollo del pensamiento. Durante el emirato independiente (756-929) y el califato de Córdoba, Al-Ándalus conoció un esplendor cultural en consonancia con el político y económico, que convirtió a Córdoba en un centro cultural de primer orden con un gran desarrollo de las más variadas disciplinas científicas: medicina, historia, literatura, y especialmente la poesía, entre otras. Por otra parte, la España musulmana fue la vía a Occidente de la ciencia griega e hindú que habían sido recuperadas y desarrolladas por los árabes, un ejemplo es el actual sistema de numeración. Con la caída del califato, en los reinos de taifas (siglo XI), las principales cortes compitieron en la práctica del mecenazgo: Sevilla fue famosa por sus poetas (rey Almotamid), Zaragoza por sus astrónomos, Toledo por sus científicos. Ibn Hazm escribió El collar de la paloma, tratados sobre el amor. Los almorávides y los almohades limitaron el pensamiento; no obstante, en el siglo XII surgieron en Al-Ándalus tres grandes figuras: los musulmanes Abentofail y Averroes, y el judío Maimónides. Por último, el reino nazarí de Granada fue escenario también de una gran actividad cultural, destacando en el campo científico (matemáticas, astronomía y medicina principalmente) y en el literario con la figura sobresaliente de Ibn Hazm, cuyos poemas decoran los muros de la Alhambra.

El Arte Hispanomusulmán

Características generales de la arquitectura:

  • El empleo de materiales pobres como el mampuesto y el ladrillo recubiertos de yeso.
  • La decoración en yeso o mosaico sin imágenes: elementos vegetales, motivos geométricos e inscripciones epigráficas.
  • Un mayor interés por el interior que por el exterior.

La Mezquita de Córdoba

Fue construida sobre la que fuera la basílica de San Vicente, compartida en un principio por cristianos y musulmanes, y después comprada a los cristianos para construir una mezquita más grande.

  • Un patio al aire libre delimitado por arquerías con la fuente de abluciones.
  • Una sala de oración dividida en naves.
  • La quibla o muro hacia el cual se dirige la oración, que debe estar orientado a La Meca, aunque en el caso de la mezquita de Córdoba la quibla está orientada al sur, como en la mezquita de Damasco, capital del primer califato, donde la orientación a La Meca coincidía con el sur.
  • El mihrab, equivalente al ábside de las basílicas cristianas.
  • Un espacio delante del mihrab reservado al califa o a sus dignatarios.
  • El minarete, torre desde la que se llama a la oración, generalmente en una esquina del patio.

El crecimiento de la población obligó a tres ampliaciones sucesivas. El interior está dividido en naves por un laberinto de columnas que, con la base de un sistema de arcos superpuestos, sustentan la cubierta. Los arcos inferiores son de herradura, uno de los elementos más característicos del arte califal. Los arcos superiores son de medio punto y se apoyan en los pilares. Las dovelas de los arcos alternan el rojo del ladrillo con el blanco de la piedra o yeso.

Otras obras importantes del periodo califal son el palacio de Medina Azahara, construido por Abd-al-Rahman III en las cercanías de la ciudad de Córdoba, y la mezquita de Bab-al-Mardum en Toledo, convertida después en la iglesia de El Cristo de la Luz.

El Arte de los Reinos Taifas

La obra más representativa de esta época es el palacio de la Aljafería de Zaragoza.

El Arte Almorávide y Almohade

Del arte almorávide apenas se conservan muestras en España. De los almohades pueden apreciarse en la que fuera capital en Al-Ándalus, Sevilla, dos magníficos ejemplos: la Torre del Oro, exenta de la muralla para reforzar las defensas del Alcázar al lado del río, y la Giralda, minarete de la mezquita.

El Palacio de la Alhambra

Es la obra cumbre del periodo granadino y el mejor y más antiguo de los palacios islámicos conservados. Un buen ejemplo son las bóvedas de mocárabes, trabajo de yesería cuyas formas nos recuerdan a las estalactitas. La Alhambra son dos palacios unidos, uno en torno al Patio de los Arrayanes y el otro en torno al Patio de los Leones. La mayor preocupación por los interiores, rasgo propio del arte islámico, se refleja en exteriores sobrios y nada ostentosos. Siguiendo la tradición mediterránea, las estancias se disponen en torno a patios. Las diferentes dependencias se yuxtaponen sin un sentido claro de ordenación. La arquitectura se funde orgánicamente con la naturaleza: las fuentes y la vegetación envuelven los edificios o los invaden. El palacio se transforma así en un oasis de sombra y frescor, auténtico paraíso que refleja los anhelos de un pueblo castigado en su lugar de origen por el sol y la aridez del desierto. Estas características son aún más evidentes en la residencia veraniega del Generalife, situada enfrente de la Alhambra.