Escultura Griega
Las primeras esculturas griegas, que datan del siglo IX a. C., eran pequeñas figuras humanas elaboradas con materiales maleables como la arcilla, el marfil o la cera. Los temas más recurrentes en la escultura griega fueron:
- Mitológico: Dioses y héroes griegos.
- Temas cotidianos: Competiciones de atletas.
- Figura humana: Generalmente desnuda.
- Temas militares.
- Retrato: De aparición tardía (finales del siglo V a. C.).
La escultura griega se divide en tres grandes etapas: arcaica, clásica y helenística.
Estilo Arcaico
El estilo arcaico se caracteriza por la representación de jóvenes atletas, vencedores en los juegos. Son figuras rígidas que, con el tiempo, adquieren mayor dinamismo. Lo que prima en estas obras es la perfecta proporción basada en la simetría. El objetivo es la perfección del cuerpo humano y la expresión del rostro. Estas esculturas siguen el principio de la ley de la frontalidad, conservando los brazos pegados al cuerpo y rígidos, avanzando habitualmente la pierna izquierda. Las estatuas arcaicas se dividen en:
- Kuroi: Los atletas. Aparecen desnudos, siendo su anatomía el principal reto del escultor. Los labios se arquean hacia arriba, resultando la llamada sonrisa arcaica, mientras que sus ojos son abultados. Su cabellera en zigzag cae sobre los hombros. Con el tiempo, se manifiesta un mayor conocimiento anatómico y aumenta la expresividad del rostro.
- Korai: Las muchachas. Se representan vestidas, reduciendo su cuerpo a una especie de tablero de mármol con un estrechamiento en las caderas y un abultamiento en el pecho. En algunas ocasiones, se presentan con la forma del tronco de un árbol. El cambio de moda supondrá una interesante evolución, aunque siempre reflejen las figuras la típica sonrisa arcaica y el convencional rizo en el cabello. Estas figuras guardaban un gran parecido con las esculturas egipcias que habían servido de modelo.
Estilo Clásico
El estilo clásico es el momento de los grandes autores, representando el hito de la escultura griega. A Mirón y Policleto debemos el dominio del cuerpo humano que caracteriza este periodo. Mirón se especializó en el movimiento, siendo su obra más famosa el Discóbolo. En el estilo clásico (siglos V y IV a. C.), la estatuaria griega tomó un carácter propio y abandonó definitivamente los primitivos patrones orientales. Gracias al estudio de las proporciones, se pudo copiar fielmente la anatomía humana y los rostros ganaron en expresividad y realismo. En este período se introdujo el concepto de “contrapposto”, una posición por la cual la escultura se apoyaba totalmente sobre una pierna, dejando la otra libre. Con esto se consiguió que el principio del dinamismo cobrara forma en las representaciones de atletas en plena acción. Algunos de los grandes artistas del clasicismo fueron Policleto, Mirón, Praxiteles, Fidias y Lisipo. Con Fidias culminan los esfuerzos hacia la conquista de la belleza, consiguiendo las figuras más equilibradas y perfectas. Fidias fue el autor de la decoración del Partenón, donde establece la técnica de los paños mojados que inciden en el estudio de la anatomía sin recurrir al desnudo. Algunas de sus obras eran de carácter monumental, como la Atenea Pártenos que hizo para el Partenón en oro y marfil, alcanzando los 15 metros de altura.
Estilo Helenístico
Durante el período helenístico (siglo III a. C.) se enfatizaron y sofisticaron las formas heredadas del clasicismo. Así, producto de esta adaptación, surgieron obras de inigualable monumentalidad y belleza, como “El coloso de Rodas”, de treinta y dos metros de altura.
Mezquita
Es el edificio fundamental de la arquitectura hispanomusulmana en su periodo califal (fines del siglo VIII – X). Comenzada en 786 por Abd al-Rahmán I, sufrió sucesivas ampliaciones, la más importante por su riqueza fue la del califa Al-Hakam II (siglo X) y la última con Almanzor. Es una mezquita de 18 naves, con el mihrab descentrado. Tiene un original sistema de doble arquería superpuesta (arco de herradura semicircular con dovelas alternadas y encima arco de medio punto) sobre doble soporte (columna abajo y encima pilar). Posee ricas bóvedas de nervios que no se cruzan en el centro, con una cúpula gallonada en el centro. La decoración es muy abundante y variada (epigráfica, lacería, ataurique y mosaicos). La mezquita es el lugar de reunión de la comunidad musulmana y su estructura deriva de la casa de Mahoma en Medina, aunque también observamos ecos de las basílicas paleocristianas. Sus partes fundamentales son:
- El patio (“sahn”), rodeado de arquerías.
- La torre (“alminar” o “minarete”), junto a la puerta de acceso al patio.
- La fuente para abluciones (“sabil”), generalmente bajo un templete.
- La gran sala de oración (“haram”), dividida en numerosas naves.
- El muro orientado hacia La Meca (“qibla”).
- El nicho o lugar santo en el centro de la qibla (“mihrab”).
- El recinto cercado para el califa o imán (“maxura”).
- El púlpito (“minbar”).
Iglesia Románica
La más común adopta la planta de cruz latina en recuerdo de la pasión de Cristo; la cabecera es la parte más importante (representa simbólicamente el lugar en que el crucificado apoyó la cabeza). Está orientada hacia el Este, donde se halla el sepulcro de Jesucristo, cuyo símbolo es el sol naciente y que representa también el “camino espiritual” del cristiano: de las tinieblas hacia la luz. El deambulatorio o crucero se desarrolla en torno al altar mayor. El pórtico es la entrada a la Jerusalén celestial que es la iglesia; generalmente es abocinado con arquivoltas, presenta vano con dintel sobre el que descansa el tímpano semicircular, en ocasiones apoyado en el parteluz. En el pórtico se concentra la decoración escultórica.
Escultura Gótica
La escultura gótica se caracteriza por el interés hacia la naturaleza manifestado por los artistas. Conserva el carácter monumental y grandioso de herencia románica, pero las figuras están dotadas de mayor expresividad, abandonando la deshumanización. Las imágenes se comunican entre sí expresando sentimientos: alegría, tristeza, dolor, etc., hasta llegar al patetismo en el siglo XV. Con la escultura gótica reaparece también el retrato. Este afán por la expresividad llevará al artista gótico a interesarse por la anécdota y lo secundario, tratando en ocasiones lo satírico e incluso lo obsceno. En la escultura gótica se observa una progresiva liberación del marco arquitectónico y un mayor naturalismo. Existirá una escultura monumental. También adquiere gran importancia la escultura funeraria, donde el retrato tiene un mayor realismo. Podemos hablar de varias etapas en el desarrollo escultórico del gótico:
- Protogótico: Destaca el conjunto del pórtico de la Gloria, en España, atribuido al maestro Mateo y el pórtico real de Chartres. Este primer periodo es de grandes composiciones, con escasos pliegues en los ropajes.
- Clásico: Encontramos una tendencia a la belleza ideal, a la ingenuidad y a la sencillez. Suelen ser conjuntos narrativos que ocupan principalmente las portadas. Las figuras se hacen más alargadas y aumentan las curvas, especialmente en los ropajes.
- Flamígero: Se caracteriza por la utilización de la curva y la contracurva como elemento decorativo. Con estas técnicas se consigue dar movimiento a las figuras. La figura humana se hace más naturalista, convirtiéndose los rostros en auténticos retratos. La escultura se hace totalmente exenta y se difunde la estatuaria funeraria. En el relieve se introduce el paisaje hacia el siglo XV.