Dualismo Antropológico de Descartes: Alma, Cuerpo y Pasiones

Antropología de Descartes: Dualismo y Control de las Pasiones

La antropología dualista de Descartes establece una clara distinción entre el alma y el cuerpo. El alma se define como inmortal, pensante, simple, indivisible e imperecedera, mientras que el cuerpo es concebido como una máquina compleja, creada por Dios, caracterizada por su extensión. Ambas sustancias son independientes y no se necesitan mutuamente para existir.

La Conexión Alma-Cuerpo: La Glándula Pineal

Descartes aborda el problema de la comunicación entre el alma y el cuerpo, dada su naturaleza separada. Propone que la glándula pineal, situada en la base del cerebro, sirve como punto de conexión entre ambas sustancias. Esta conexión se realiza a través de los “espíritus animales“, corpúsculos materiales diminutos que circulan por los nervios y el cerebro, transmitiendo señales entre el cerebro y los músculos.

Las Pasiones del Alma y el Libre Albedrío

Desde su perspectiva dualista, Descartes desarrolla su teoría de las pasiones del alma. Estas son causadas por el cuerpo, sin la intervención de la voluntad. Las pasiones surgen de los movimientos del corazón, la sangre y el sistema nervioso. Descartes identifica seis pasiones fundamentales:

  • Admiración
  • Amor
  • Odio
  • Deseo
  • Alegría
  • Tristeza

La combinación de estas emociones da lugar a sentimientos más complejos. Según Descartes, el ser humano puede controlar sus pasiones modificando las condiciones físicas que las provocan. Gracias al libre albedrío, el ser humano es superior a los animales, que se ven dominados por pasiones incontrolables. Además, puede emplear la razón para clarificar sus ideas y evitar errores en sus decisiones.

Un individuo cuya voluntad se guíe por ideas claras y distintas, obtenidas mediante un razonamiento metódico, podrá gestionar mejor sus pasiones. Esto le permitirá tomar decisiones más racionales y alcanzar un mayor grado de libertad.

Ética y Moral en Hume: El Emotivismo Moral

Hume critica las teorías éticas anteriores que fundamentan la moral en la razón. Argumenta que nuestros juicios morales no provienen de la razón, ya que no son resultado de conocimiento a priori (relaciones entre ideas) ni a posteriori (hechos de la realidad). Los juicios morales no describen la realidad, sino que la evalúan, emitiendo un juicio de valor sin una impresión directa. Además, Hume señala que, aunque la razón puede clarificar la utilidad de las acciones, no puede motivarnos a realizarlas. Por lo tanto, para Hume, la moral no se basa en la razón.

El Fundamento de la Moral: Sentimiento, Utilidad y Simpatía

Hume defiende el emotivismo moral, que postula que el fundamento de la moral reside en el sentimiento moral, una emoción o “gusto” interior que surge del individuo. Este sentimiento se manifiesta como agrado o desagrado ante las acciones. Es universal y común a todas las personas debido a la naturaleza humana compartida. El sentimiento moral se basa en dos principios:

  • Utilidad: Se basa en la expectativa de placer que una acción puede generar; las acciones que prometen más placer serán consideradas buenas, introduciendo criterios pragmáticos en la moral.
  • Simpatía: Es la inclinación humana a compartir los sentimientos y deseos de los demás, lo que nos impulsa a actuar moralmente en busca de la felicidad ajena.

La moral humana, según Hume, surge de la interrelación entre el cálculo racional y el sentimiento, asegurando que el sentimiento moral no sea egoísta ni individual. De este modo, la moral no es solo convencional, sino que se fundamenta en un sentimiento moral común a toda la humanidad, lo que le otorga un carácter universal.

Descartes: Realidad, Conocimiento y el Método Cartesiano

Descartes, figura central del siglo XVII y fundador de la Filosofía Moderna, es el principal exponente del racionalismo. Esta corriente filosófica considera la razón como la única fuente de conocimiento verdadero, superior a los sentidos.

El Método Cartesiano: Búsqueda de un Conocimiento Indudable

Su objetivo principal era alcanzar un conocimiento seguro e indudable. Para ello, desarrolló un método racional que sirviera como guía para el pensamiento. Analizó el funcionamiento de la razón humana, asegurándose de que su método fuera compatible con ella.

La razón, común a todos los seres humanos, opera a través de dos modos de conocimiento:

  • Intuición: Captación de ideas simples, claras y evidentes.
  • Deducción: Establecimiento de relaciones entre ideas simples para alcanzar verdades complejas.

Descartes propone un método con cuatro reglas para desarrollar estos modos:

  1. Evidencia: Aceptar solo aquello que se presente de manera clara y evidente.
  2. Análisis: Dividir los problemas complejos en partes más simples.
  3. Síntesis: Reconstruir lo complejo a partir de lo simple, estableciendo un orden deductivo.
  4. Enumeración: Revisar exhaustivamente todo el proceso para evitar errores u omisiones.

La Duda Metódica y el “Cogito, Ergo Sum”

Descartes utiliza su método para encontrar una verdad indudable y construir una metafísica segura. Aplica la duda metódica, cuestionando sistemáticamente todo conocimiento hasta encontrar algo absolutamente cierto:

  1. Duda de los sentidos: Los sentidos pueden engañarnos.
  2. Duda de la realidad externa: No podemos distinguir con certeza entre la vigilia y el sueño.
  3. Duda de la razón: Podría existir un “genio maligno” que nos induzca al error, incluso en los razonamientos más evidentes.

A pesar de esta duda radical, Descartes descubre que no puede dudar de que piensa. Por lo tanto, su existencia como ser pensante (cogito) es indudable. Así, formula su primera verdad absoluta: “Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum).

Las Tres Sustancias: Cogito, Dios y Realidad Exterior

A partir del cogito, Descartes busca construir una metafísica cierta y distingue tres tipos de ideas:

  1. Adventicias: Aquellas que parecen provenir del exterior.
  2. Facticias: Creaciones de la mente a partir de otras ideas.
  3. Innatas: Ideas propias de la razón, no creadas ni recibidas del exterior.

Entre las ideas innatas se encuentra la idea de Infinito (Dios). Descartes argumenta que esta idea no puede provenir del exterior ni ser creada por la mente finita, por lo que debe ser innata.

La Demostración de la Existencia de Dios

Descartes utiliza el principio de causalidad para demostrar la existencia de Dios. Afirma que toda idea tiene una realidad objetiva (su contenido) y debe ser causada por algo con igual o mayor realidad formal (existencia real). Dado que la idea de infinito (Dios) no puede haber sido causada por un ser finito, su origen debe ser un ser infinito y perfecto.

Por lo tanto, concluye que Dios existe, ya que es la única causa posible de nuestra idea de infinito. Además, Descartes presenta una variante del argumento ontológico, afirmando que la perfección de Dios implica su existencia. También sostiene que Dios es necesario como primera causa incausada del cogito.

Dios, como sustancia infinita, es omnisciente, perfecto y bueno. Su existencia garantiza la veracidad de nuestras ideas claras y distintas sobre el mundo exterior, ya que un Dios bueno no nos engañaría. Así, Descartes concluye que la realidad externa existe y la explica mediante el mecanicismo, donde la materia se mueve según leyes físicas determinadas.

Descartes identifica tres sustancias:

  1. El cogito (la sustancia pensante).
  2. Dios (la sustancia infinita).
  3. La realidad exterior (la sustancia extensa).

Define “sustancia” como aquello que existe independientemente de otro ser. Solo Dios es sustancia en sentido estricto. Sin embargo, tanto la sustancia pensante (cogito) como la extensa (realidad exterior) son independientes entre sí y también pueden considerarse sustancias.

Tomás de Aquino: Política, Sociedad y el Bien Común

Inspirado en Aristóteles, Tomás de Aquino establece que el ser humano es sociable por naturaleza y que solo en sociedad alcanza su pleno desarrollo. El objetivo del Estado es la felicidad colectiva y el bien común de los ciudadanos, ya que de esto depende el bien individual.

La Subordinación del Estado a la Iglesia

Sin embargo, Santo Tomás añade que, dado que la felicidad del ser humano reside en la contemplación de Dios en la otra vida, el Estado debe subordinarse a la Iglesia. Debe permitir todo aquello que conduzca al ser humano hacia Dios y prohibir todo aquello que lo aleje de Él. Para ello, el buen gobierno, que busca el bien común, dicta la Ley Positiva, el conjunto de leyes con las que los hombres regulan su convivencia en sociedad.

Ley Natural y Ley Positiva: La Política Basada en la Religión

La Ley Positiva debe fundamentarse en la Ley Natural y subordinarse a ella, sin entrar nunca en contradicción. Por lo tanto, el planteamiento tomista de las relaciones entre la ley natural y la ley positiva excluye el laicismo como forma de organizar la vida social. La política debe basarse en la religión.

Relaciones Iglesia-Estado: Fe y Razón

El filósofo medieval comparó las relaciones entre Iglesia y Estado con las relaciones entre fe y razón. Así como la razón se subordina a la fe, el reino terrenal debe estar al servicio del reino de los cielos. Aunque el Estado posea cierta autonomía, como la razón, siempre debe estar al servicio de la Iglesia en la defensa de la fe, para conducir al hombre a Dios, que es su bien supremo.

Formas de Gobierno y la Tiranía

Por otra parte, tras analizar las formas de gobierno consideradas justas por la tradición clásica griega (monarquía, aristocracia y democracia), Tomás afirmó que todas pueden ser válidas. Solo se convierten en ilícitas cuando degeneran en tiránicas, es decir, cuando no respetan la justicia, ya sea por parte de un solo gobernante, de algunos poderosos o de las masas populares. Por lo tanto, también el pueblo entero o la muchedumbre pueden convertirse en un tirano, en la degradación de la democracia, cuando esta se transforma en demagogia y anarquía. Políticamente, lo peor es la tiranía (de uno, de unos pocos o de muchos), por ser el modo de gobierno más contrario a la razón y al bien común.

Tomás de Aquino: El Problema de la Existencia de Dios

Tomás de Aquino, conociendo por revelación la existencia de Dios, busca demostrarla racionalmente. Considera esta demostración posible porque la existencia de Dios es un preámbulo de la fe, accesible tanto por la fe como por la razón. La demostración es necesaria debido a la existencia de ateos, lo que indica que la existencia de Dios no es evidente ni innata.

Demostración *a priori* y *a posteriori*

Distingue dos tipos de demostración:

  • A priori (previa a la experiencia).
  • A posteriori (dependiente de la experiencia).

Un ejemplo de demostración a priori es el argumento ontológico de San Anselmo, que parte de la idea de la perfección de Dios como causa para afirmar su existencia como un ser necesario.

Tomás rechaza esta demostración, argumentando que los seres humanos, al ser imperfectos y limitados, no podemos conocer la esencia de ningún ser perfecto. Solo podemos conocerlo por analogía, lo que se ajusta mejor a nuestras capacidades.

Considera viable una demostración a posteriori: partiendo del conocimiento de las cosas sensibles de la experiencia, podemos encontrar una vía para demostrar la existencia de Dios, partiendo de los efectos sensibles hasta su causa. Esto concuerda con la teoría del conocimiento empirista de Santo Tomás.

Las Cinco Vías Tomistas para la Demostración de la Existencia de Dios

Tomás de Aquino propone cinco vías para demostrar la existencia de Dios:

  1. Vía del movimiento: Parte del movimiento observado en el mundo para llegar al motor inmóvil (Dios). Todo lo que se mueve es movido por algo, por lo que es necesaria la existencia de un iniciador del movimiento (Dios).
  2. Vía de la causalidad eficiente: Existen causas subordinadas, que a su vez deben ser causadas por una primera causa incausada (Dios).
  3. Vía de la contingencia: Parte de la contingencia (lo que no es necesario ni imposible) en las criaturas para llegar al ser necesario (Dios). Todos los seres pueden existir o no, pero necesitamos un ser que exista necesariamente y sea la causa del resto de los seres contingentes.
  4. Vía de los grados de perfección: Parte de los distintos grados de perfección observados en las criaturas para llegar al ser perfecto (Dios). Observamos distintos grados de perfección, por lo que debe existir necesariamente un sumo de perfección (Dios), del cual derivan los distintos grados.
  5. Vía de la finalidad y el orden cósmico: Parte del orden que observamos en el mundo, donde todos los seres cumplen una finalidad y se dirigen a un fin, para llegar a la suprema inteligencia ordenadora (Dios).

Los Atributos Divinos: Afirmación, Negación y Eminencia

Una vez demostrada la existencia de Dios, podemos acceder racionalmente a su esencia, aunque el conocimiento que el ser humano puede tener de ella es finito. Sin embargo, los atributos divinos pueden ser conocidos a través de tres vías:

  • Vía de la afirmación: Afirmar de Dios todo lo que nuestro entendimiento pueda concebir como rasgo de perfección. Dios es bueno, sabio, poderoso; en Él no hay materia, sino forma, esencia y existencia.
  • Vía de la negación (remotion): Negar de Dios aquellos atributos imperfectos observados en las criaturas. Dios es infinito, sin límites, acto puro, sin potencia, necesario, y no es contingente.
  • Vía de la eminencia: Predicar de Dios todos aquellos atributos positivos que predicamos en las criaturas, pero en un grado sumo. Dios es suma perfección, suma bondad, sumo bien.