La reducción de la población indígena y el crecimiento del mestizaje, producto de las leyes segregativas de la Corona que diferenciaban cada grupo étnico favoreciendo más, por ejemplo, a los mestizos que a los indios, llevaron a que la mezcla racial fuera una salida. Por ello, se hizo necesario el acaparamiento de grandes territorios, especialmente los circundantes a los centros de poblamiento urbano, como forma de controlar la fuerza de trabajo que representaban los campesinos, estableciendo las relaciones de dominación características de la hacienda, dando lugar a las clientelas hacendatarias.
“Este doble fenómeno de apropiación de tierras y control de la población campesina –y aún de las haciendas- fue posible gracias a los estrechos vínculos –casi con exclusividad familiares- de los encomenderos con los grandes terratenientes favorecidos por las concesiones reales de tierras hechas por la Corona española.
Con las guerras de independencia se afianzaron estas estructuras de poder regional y señorial. Si bien propiciaron el triunfo sobre el centralismo borbónico, la derrota del ejército español significó que las capas sociales dominantes durante el periodo colonial se impusieran en el tránsito hacia la República y durante todo el siglo XIX.
La inestabilidad política recurrente durante el siglo XIX, producto de la conformación regional de poderes políticos y económicos señoriales, se manifestó en consuetudinarias guerras civiles que expresaban la lucha por la hegemonía en el nuevo Estado en formación1.
Aún persistían las relaciones interregionales dominantes en la época colonial, regiones difícilmente comunicadas entre sí, con ventajas económicas dispares (en términos productivos y de transporte) pero todas enmarcadas en un mismo orden político.
De este modo, la región de la costa Caribe se proyectó hacia plazas caribeñas y europeas con carnes, cueros, cortezas.
El gamonalismo como producto también de las guerras civiles, pues los enfrentamientos armados llegaron a…
Las cuales se habían visto fortalecidas con la “desamortización de bienes de manos muertas”, las reformas de medio siglo, es decir, la reducción de los bienes territoriales de la Iglesia –considerada la mayor terrateniente de entonces- para pasar a engrosar los latifundios privados.
Surgimiento y desarrollo del campesinado
Darío Fajardo (1983) señala que el campesinado es el resultado de la ocupación de determinados espacios, ricos en recursos y limitados a ciertas actividades económicas, que conjugaron distintos grupos étnicos y sociales: La descomposición de las comunidades indígenas fue la principal base para el surgimiento del campesinado.
En consecuencia, aparecieron aldeas en los límites de las tierras apropiadas por las haciendas, las cuales concentraban la mano de obra ocupándola en la producción agrícola que servía de abastecimiento a los centros de mayor población.
Orlando Fals Borda, en Mompox y Loba.
La dominación de las haciendas sobre el campesinado solamente fue superado por las colonizaciones de las vertientes. En éstas, grupos de aldeanos avanzaron hacia las fronteras agrícolas; sin embargo, los hacendados también se precipitaron sobre esas tierras y sobre la fuerza de trabajo que representaban estos colonos libres.
Por ello, la minería del oro no empleó mano de obra esclava de forma prolongada, ya que los elevados costos de esta mano de obra no podían ser sostenidos con las irregulares retribuciones obtenidas por los empresarios.
Además de ubicarse en la costa Atlántica, estos núcleos ganaron gran importancia en las regiones andinas oriental (Santander) y occidental (Antioquia) en las que cumplieron un destacado papel político (Movimiento de los comuneros a finales del siglo XVIII) y económico (Colonización Antioqueña).
Entre 1850 y 1930 el crecimiento económico de los países latinoamericanos se produjo gracias a la expansión de la agricultura y la ganadería comercial, lo cual afectó el sistema de tenencia de la tierra, la utilización de los suelos y las relaciones de producción en el campo.
Entre 1850 y 1885 Colombia diversificó la producción agraria y tuvo breves bonanzas exportadoras -tabaco (1854-1877), algodón (1862-1870), índigo o añil (1868-1876) y la chinchona o corteza de quinina (1869- 1882)- que pueden caracterizarse.
Varios estudiosos de la Historia Económica de América Latina coinciden en periodizar esta fase del desarrollo de los países así: 1850-1880 edad económica y 1880-1930 crecimiento extravertido (Rouquié, 1989).
La variación internacional de los precios, combinada con la inestabilidad política del país y las deudas contraídas por los hacendados llevó a que cayera la producción en la empresa comercial, a principios del siglo XX, y se hiciera más atractiva la economía campesina cafetalera.
De igual manera, se expandió la industria ganadera colombiana, como respuesta al aumento interno del precio de la carne, de las mejoras técnicas y de la llegada de semillas para el cultivo de pastos traídas de Brasil y de África por ganaderos ricos.
De manera paralela a la cría del ganado criollo que pastaba en potreros naturales dispersos por los vastos Llanos Orientales y la Costa Atlántica, se conformaron haciendas especializadas en el engorde y se amplió la industria ganadera a tierras altas y a llanuras, como las de Córdoba y del Magdalena Medio.
Las inversiones estadounidenses se expandieron fuertemente después de la primera posguerra, Colombia se privilegió de ello: llegaron los empréstitos que impulsaron la dotación de las infraestructuras viales y ferroviarias y la explotación de los recursos naturales (petróleo, oro y banano).
La United poseía en Santa Marta 8.000 de los 30.000 acres en producción, en 1912, y para mediados del año 1920 tenía la propiedad de la mitad de los 70.000 acres cultivados y mantenía en reserva otras extensiones (White, 1978: 25)6.
Además, había construido la totalidad de la irrigación en la zona, tenía a su cargo el ferrocarril de Santa Marta, financiaba los cultivos y controlaba la venta de productos a la población trabajadora a través de comisariatos” (Machado, 2009).
En 1917, cuando esta empresa inició sus exploraciones, se promulgó la Ley 71 en defensa de los derechos de los pequeños colonos quienes buscaban legalizar sus posesiones, pero la petrolera desalojó a los colonos que no accedieron a vender las mejoras.
La política de adjudicación de baldíos y de concesiones petroleras chocaron, pero los gobiernos privilegiaron (conservadores y liberales) la legislación de las concesiones por el peso económico de las empresas y el interés estatal por atraer la inversión extranjera.
Sin embargo, el mismo desconocimiento del Estado lo llevó a seguir dando en propiedad a los colonos tierras que tenía arrendadas a los petroleros, lo que ocasionó múltiples polémicas y conflictos.
1 El gamonalismo como producto también de las guerras civiles, pues los enfrentamientos armados llegaron a…