Primo de Rivera
El 13 de septiembre de 1923 el general Primo de Rivera inicia un golpe de Estado ocupando los servicios básicos de su región militar. El rey Alfonso XIII, en contra de la opinión del gobierno, invita al general a formar gobierno. Comienza así una dictadura en la que fueron decisivos varios apoyos: el de la oligarquía deseosa de un poder fuerte para reprimir la agitación obrera, el del Ejército y el del propio rey también preocupado por su implicación en el Desastre de Annual. Pero fue decisiva la pasividad de la población, sin motivos para defender el sistema canovista, así como el ejemplo de Italia donde un año antes el rey llamó a Mussolini para formar el primer gobierno fascista.
El Directorio Militar (1923-1925)
Hasta 1925 Primo de Rivera encabeza un directorio militar compuesto por generales. Crea un sistema autoritario suspendiendo la Constitución de 1876, militarizando la administración, suprimiendo la Mancomunidad de Cataluña y anulando la investigación sobre el Desastre de Annual. El directorio se centró en el restablecimiento del orden público, declarando el estado de guerra para reprimir las protestas obreras. Pero mientras el anarquismo fue objeto de una dura represión, con el socialismo se mostró más tolerante. Por último, con el desembarco de Alhucemas y una ofensiva conjunta hispano-francesa conseguirá acabar con la Guerra de Marruecos.
El Directorio Civil (1925-1930)
Pero en 1925 el dictador sustituye el Directorio Militar por un Directorio Civil y da muestras de querer perpetuar su régimen. Se fundó un partido, la Unión Patriótica, que como un partido único pretendía encauzar el apoyo de la población, aunque nunca será un partido de masas. Se creó una Asamblea Nacional Consultiva, no electiva y sin apenas poder a la que se encarga la redacción de una constitución. En este contexto crece el descontento y la oposición desde varios frentes, especialmente por intelectuales y universitarios.
La Caída y la Dictablanda
En 1930, con los primeros ecos de la crisis de 1929 que ponen fin a la prosperidad económica, el dictador consciente de su falta de apoyos presenta su dimisión al rey. La dimisión de Primo de Rivera abre una etapa de incertidumbre conocida popularmente como Dictablanda. Se hacía difícil restaurar el sistema canovista por su desprestigio, a lo que se une la percepción de la Monarquía como cómplice de la dictadura. La oposición, sin embargo, reclama un proceso constituyente. El general Berenguer forma gobierno y restaura poco a poco las libertades. Pero la oposición de republicanos, nacionalistas y socialistas firma el Pacto de San Sebastián para instaurar la República mediante un pronunciamiento militar y abrir un proceso constituyente. La sublevación militar estalla en Jaca pero fracasa y sus responsables son ejecutados. La represión del gobierno moviliza a los intelectuales que crean la Agrupación al Servicio de la República.
En 1931 el almirante Aznar forma gobierno y convoca elecciones municipales como paso previo para restaurar el régimen constitucional. La oposición plantea las elecciones como una consulta sobre la Monarquía. El 14 de abril se conocen los resultados que dan un triunfo republicano en las ciudades. Se producen manifestaciones a favor de la República. El rey y el gobierno tienen que aceptar los hechos consumados y traspasan los poderes al nuevo Gobierno Provisional de la Segunda República.
El Franquismo
La dictadura del general Franco se caracterizó por una absoluta concentración de poderes en manos del general pero sin una ideología concreta en que sustentarse. En general, se pueden encontrar varias fuentes ideológicas: el catolicismo que combinado con el patriotismo originó el llamado nacional-catolicismo, el anticomunismo visceral y el conjunto de la tradición conservadora española que explica el antiliberalismo, la condena de las ideologías obreras y de los nacionalismos periféricos.
Apoyos Sociales
Desde el punto de vista social, el régimen contó con el apoyo de la oligarquía terrateniente e industrial deseosa de recuperar el dominio social y económico amenazado por las reformas de la República, así como con el apoyo de los sectores de opinión conservadores y católicos como el pequeño campesinado o los grupos urbanos de provincias. Pero la clave en la supervivencia del régimen fue la existencia de una mayoría silenciosa que no apoyó al régimen pero por miedo o necesidad se terminó acomodando.
Pilares Institucionales
Desde el punto de vista institucional el régimen se apoyó en tres pilares: el Ejército, que garantizaba la represión de la disidencia, la Iglesia, que legitimó el régimen, y el partido único o Movimiento Nacional, que a través de la propaganda, la información y los sindicatos verticales ejercía un control sobre la población.
Evolución Política y Relaciones Exteriores
En sus momentos iniciales la evolución política del régimen estuvo condicionada por la política exterior. Ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el régimen adoptó una inicial neutralidad, rota con la declaración de no beligerancia y la aproximación a Hitler ante el triunfo de las potencias del Eje en 1940. Esta aproximación se plasmó en la entrevista con Hitler en Hendaya y en el envío de la División Azul. En el terreno interior, esto se reflejó en la definición del régimen como nacional-sindicalista, con una fuerte presencia de Falange y el empleo de la retórica fascista.
Pero el retroceso de las potencias fascistas y el previsible triunfo de los aliados obliga al régimen a modificar su imagen, algo que se acentúa con el aislamiento internacional y la condena internacional tras la Guerra. El régimen abandona la retórica fascista, reduce la presencia de Falange y se define como nacional-católico, dando más importancia a los ministros católicos para mejorar la imagen. Al mismo tiempo se aprueban varias Leyes Fundamentales como la que crea unas Cortes no electivas a modo de parlamento, el Fuero de los Españoles y la Ley de Sucesión que declara a España como estado católico, social y representativo. El régimen se autocalifica como democracia orgánica en la que los españoles participan a través del sindicato, la familia y el municipio.
En 1953 en el contexto de Guerra Fría los Estados Unidos ven en el anticomunismo del régimen un posible aliado y firman los acuerdos de cooperación que a cambio de ayuda económica ceden a EEUU varias bases militares. Ese año también se firma el concordato con el Vaticano. Ambos acuerdos permiten la rehabilitación internacional del régimen. Éste, más seguro ahora, aprueba la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento, convertidos en la base doctrinal del régimen.
Política Económica: La Autarquía
La política económica se caracteriza por la autarquía y la búsqueda del autoabastecimiento, resultado del aislamiento exterior y de la voluntad del régimen. Ello se tradujo en un intervencionismo del Estado que regula toda la actividad económica, una industrialización por el Estado a través del INI y el control de la agricultura mediante la recogida de la cosecha a precios fijados por el Estado. El control de los trabajadores se hizo mediante los sindicatos verticales controlados por Falange. Esta política provocó una escasez y miserias generalizadas, que obligó a racionar alimentos básicos, la proliferación del mercado negro y el desarrollo de la corrupción como forma de conseguir licencias y permisos.
La Oposición al Régimen
Pese a la dura represión del régimen se desarrollaron diversas formas de oposición. En zonas de montaña se desplegó una táctica guerrillera conocida como el maquis que acabó desapareciendo fruto de la represión y el miedo de la población. Paralelamente, Don Juan de Borbón pasó de una postura de apoyo al franquismo a un acercamiento a las democracias parlamentarias que se plasmó en el Manifiesto de Lausana. Finalmente, Don Juan se acercó al dictador y aceptó que su hijo Juan Carlos viniera a educarse a España bajo la tutela del dictador. Mientras, la CNT y, sobre todo, el PCE intentaron organizar células clandestinas con poco éxito. En los años 50 aparecen nuevas formas de oposición: se producen huelgas en las zonas industriales y en 1956 estudiantes universitarios protestan contra su encuadre en el sindicato falangista.
El Exilio Republicano
Hay que señalar que el franquismo provocó la mayor corriente de exiliados de la Historia de España. Muchos exiliados acabaron en Francia, acabaron luchando en la resistencia francesa y sufrieron la ocupación nazi y los campos de concentración. México fue el país que de forma más generosa acogió a los republicanos españoles. Otro caso especial fue el de los niños de Rusia que posteriormente sufrieron los rigores de la Segunda Guerra Mundial y el estalinismo. El exilio de los intelectuales constituyó la llamada España Peregrina y originó un auténtico empobrecimiento cultural.