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Todo fluye

Según Heráclito los sentidos nos muestran la pluralidad de las cosas y su cambio permanente y aparentemente anárquico. Pero esto no es toda la verdad sobre la Naturaleza porque la razón nos permite ver que todo cambia según una ley inexorable, existe, pues, un orden subyacente al cambio. Esta ley es lo único que jamáscambia, es el logos. Este logos impone una proporción entre los contrarios.El hombre no solo vive obedeciendo a esta ley inexorable y divina, sino que, además, puede llegar a conocerla: Mira dentro de ti mismo, en tu propia mente, y descubrirás el logos: el orden real coincidecon el orden de la razón, la razón nos permite conocer la unidad de la Naturaleza, la causa del cambio y el orden subyacente a ese cambio. Con este planteamiento, Heráclito critica a otros pensadores que, como los pitagóricos, basaban sus investigaciones en los sentidos. Podría decirse, con términos actuales, inexistentes en la época de Heráclito, que, de esta forma, surge la oposición Empirismo / Racionalismo y se inicia en la Historia de la Filosofía el problema del conocimiento.

La guerra es la madre de todas las cosas
Heráclito mantiene esa afirmación porque considera que nada puede existir más que como tensión entre dos contrarios, por ello, entiende que esa lucha es buena: la Naturaleza está estructurada en pares de opuestos (posible influencia de Anaximandro): no hay uno sin otro, y la tensión entre ambos produce un cambio permanente. Esta lucha, lejos de provocar un caos, es armónica, esta armónía entre los
opuestos nace de su oposición, como ocurre en el arco o en la lira.

El fuego
Todo se cambia por fuego y todo pasa alguna vez por el estado del fuego. Heráclito se refiere al fuego
como símbolo, no propiamente como un argé. Quizás lo considerase como la mejor expresión material
de los dos principios centrales ya expuestos:
• Todo nace de la lucha: el fuego sólo vive consumiendo y destruyendo.
• Todo está en constante cambio: el fuego constantemente cambia de materia.


Los dos caminos o las dos vías del conocimiento
Parménides contrasta los dos caminos y señala que el primero es el más perfecto, sin embargo, debido a
la dificultad que encierra su comprensión, solemos elegir el de la opinión, el de las apariencias, que es el
más fácil porque es el camino de los sentidos.

El pasaje es difícil de interpretar (las dificultades comienzan ya en el momento de traducir del griego al castellano: hay otras traducciones posibles, y cualquier traducción es ya una interpretación) Quizá Parménides no quiere decir más que algo muy simple:

• Sólo es lo que es y no lo que no es (aquí Parménides, como no podía ser de otra manera en su época, se confunden los usos existencial -algo existe- y predicativo -algo es, por ejemplo, blanco – del verbo ser).

• Sólo lo que es (el Ser), es y es pensable. Hay una identidad perfecta entre Ser y Pensar: al pensar pienso el Ser; no puedo pensar el no ser, ya que no existe. Pero, ¿cabe pensar en lo que puede llegar a ser? Parménides dice que esto es una paradoja sin sentido. Si pienso en algo que puede llegar a ser afirmo que todavía no es. Y, si no es, proviene de la nada, que no existe. Puedo pensar entonces que proviene del ser, pero, entonces ya es ser. Por tanto, no va a ser posible hablar del movimiento o del cambio, pues si algo se mueve o cambia, o proviene de la nada (lo que es absurdo) o proviene del ser (y entonces ya es); el movimiento o cambio es una mera apariencia.

El Ser (lo que es) es:
• Ingénito e imperecedero, en caso contrario habría que suponer que procede del no-ser y vuelve a él; pero el no-ser es impensable e inexistente.

• Continuo y único. El ser es uno en su especie, no puede haber varios seres, porque la multiplicidad supone discontinuidad; ahora bien, entre dos seres discontinuos hay algo o nada. Si hay algo, hay ser y, por consiguiente, no hay discontinuidad, sino continuidad. Si nada hay, hay no-ser, y esto es imposible: no puede haber lo que no es. Por tanto, el ser es todo uno.
• Inmóvil, pues todo cambio sería hacia el no-ser.
• Indivisible, puesto que el vacío que separaría las partes equivale al no-ser.


Como se ve, Parménides realiza en su Poema un notable ejercicio de lógica separándose de los primeros
físicos jonios, que hablaban únicamente de los seres físicos y buscaban un arché de carácter concreto e
incluso empírico. Por supuesto, la lógica de Parménides no resulta demasiado convincente, al manejar
únicamente dos conceptos contrapuestos- Ser y no-Ser. Pero ¿qué quería decir en realidad?

En primer lugar, parece que Parménides intentó una verdadera demolición de la filosofía de sus prede-
cesores, especialmente de los pitagóricos. Ése es el significado que tiene su negación del vacío, el tiem-
po y la pluralidad. El cambio y el movimiento son considerados como ilusorios. Especialmente Parmé-
nides ataca el dualismo pitagórico. El Ser, a que se refiere Parménides es, desde luego, la realidad, o el

mundo. Y Parménides no podía concebirlo sino como algo corpóreo (la distinción entre material e inma-
terial no existía todavía). El mundo, pues, es algo limitado, compacto, inengendrado e imperecedero,

excluyéndose la posibilidad de cambios y movimientos. Es como una esfera bien redonda, inmóvil y
eterna.
De un modo explícito se introduce la distinción entre verdad y apariencia (u opinión), y se otorga la
primacía a la razón (lo que se puede pensar) por encima de las apariencias sensibles y engañosas. El
problema del conocimiento surge, pues, como nuevo problema filosófico.

La importancia de Parménides estriba en que inició a los griegos en el camino del pensamiento abstrac-
to, hizo trabajar a la mente sin referencia a los hechos externo y exaltó sus resultados por encima de los

de la percepción sensible.
Después de Parménides, la filosofía griega no podía ser ya la que había sido, su planteamiento deja a la
filosofía en un callejón de difícil salida. En adelante, ya no era viable ninguna filosofía que sostuviese que
el mundo, múltiple y cambiante, procediera de una unidad primitiva. Veamos el motivo.