Descifrando ‘Nada’ de Carmen Laforet: Un Viaje a la Barcelona de Posguerra

‘Nada’ y ‘La familia de Pascual Duarte’: Dos Visiones de la Posguerra Española

Las primeras novelas de posguerra que se publican son La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, y Nada, de Carmen Laforet. La primera presenta una estética feísta, llena de sordidez y violencia, conocida como tremendismo. La segunda, en cambio, generó cierto escándalo en su época.

La novela de Laforet contrastaba con la de Cela en dos aspectos esenciales:

  1. Ubica la acción en un entorno urbano (Barcelona), mientras que Cela la sitúa en el campo.
  2. Está escrita en una prosa sencilla y fluida, con poca lírica y un cierto desaliño estilístico y gramatical, frente a la prosa elaborada de Cela.

Ambas novelas presentan un narrador interno que cuenta la historia retrospectivamente. Los dos protagonistas parecen incapaces de entender el sentido de lo que refieren y comunican la sensación de ser inferiores a los lectores, que ven más de lo que ve el narrador.

La complejidad narrativa de Nada es mucho mayor que la de La familia de Pascual Duarte: es el primer brote de inquietud técnica de la posguerra.

El hecho de que la novela estuviera escrita por una mujer era importante en 1945. El régimen franquista divulgaba la idea de la minoría intelectual de la mujer frente al varón. Laforet desmantela los tópicos del folletín femenino de los años 40.

El Universo de Andrea: Familia, Amistad y la Búsqueda de Identidad

Nada cuenta la historia de las personas que rodean a Andrea entre octubre de 1939 y septiembre de 1940, durante su único año académico en Barcelona. Es más la historia de los otros que de la propia narradora, que percibe sin crítica conductas y hechos, sin que en apariencia hagan mella en su joven mirada.

Los personajes se agrupan en torno a dos núcleos espaciales:

  1. La casa familiar de la calle de Aribau: Un ambiente decrépito, lúgubre, cerrado y opresivo.
  2. La universidad: Un ambiente abierto, liberador, vital y juvenil.

La familia de Andrea representa la ruina familiar, simbolizada por el piso de la calle de Aribau. Los amigos y compañeros de la universidad multiplican los espacios de sus movimientos y el carácter de sus andanzas: la Vía Layetana, donde vive Ena y su familia; la playa y la montaña con los amores de Ena y Jaime; el estudio de Guíxols; la mansión burguesa de Pons. Aribau representa el pasado y es una amenaza para la esperanza de Andrea. En la casa pervive la guerra a través de la violencia de Juan hacia Gloria, de la inteligencia caduca de Román hacia los anteriores, y a través de la pobre víctima que es la abuela, que siente un exacerbado amor materno y perdona los excesos de sus hijos. El bebé sin nombre es símbolo de los que sufren en el anonimato.

La universidad y Ena representan el futuro, un cambio de vida que Andrea creía que podría realizar en Barcelona y que tiene que demorarse hasta el año siguiente en Madrid, cuando la invita Ena.

Estructura y Técnica Narrativa de ‘Nada’

Nada está dividida en tres partes: las dos primeras de nueve capítulos y la tercera de siete.

Tiempo: Aunque las indicaciones sobre el transcurso del tiempo no sean precisas, permiten establecer el período que abarca cada parte, dentro del curso académico 1939-1940:

  1. Primera parte: de octubre a febrero.
  2. Segunda parte: de marzo a junio.
  3. Tercera parte: de julio a septiembre.

La narración es lineal, sin retrospecciones que interrumpan el tiempo.

  • Primera parte: Se abre con la llegada de Andrea al piso de Aribau y se cierra con la marcha de Angustias a un convento.
  • Segunda parte: La derrota de Angustias proporciona a Andrea una sensación de libertad.
  • Tercera parte: Se inicia con la conversación entre la madre de Ena y Andrea, y concluye con la marcha de Andrea a Madrid.

Andrea Narradora y Andrea Narrada: El Punto de Vista

El punto de vista de la novela es el de una narradora que solo registra, no juzga. Es una narradora que no interviene, no actúa, salvo en una ocasión (al marcharse) y ante el suicidio de Román. No explica todo lo demás. No juzga porque solo puede presentar.

La narradora coincide con los gustos del personaje, lo que ha dado valor a la obra. Detrás de Andrea está Carmen Laforet, pero no podemos decir que la narradora *sea* Carmen Laforet. El narrador es ficticio, igual que el personaje.

  • Andrea Narrada: Conocemos pocos detalles de ella: es huérfana (pero no sabemos cómo murieron sus padres), viene de un pueblo pequeño, su tía Isabel es su tutora legal, recibe una pensión, fue a un colegio de monjas durante la guerra y su familia no era republicana. Podemos constatar el deseo de libertad del personaje.
  • Andrea Narradora: Narra la historia con distanciamiento. No sabemos nada de este narrador: si continúa los estudios, por ejemplo. No es una persona ingenua. Aunque dice que no se lleva nada, la situación la ha ayudado a madurar.

El Contexto Ideológico de ‘Nada’

No puede afirmarse que Nada sea una novela de crítica social. No podía serlo en la España de 1944, y la novela no tuvo ningún problema con la censura. Los censores la consideraron una novela insulsa, y otros, inmoral, pero se publicó sin modificaciones. Andrea llega a Barcelona solo nueve meses después de que el ejército franquista ocupara la ciudad, con los tribunales de responsabilidad política emitiendo órdenes de ejecución y las prisiones llenas de reclusos.

El Estilo de Carmen Laforet en ‘Nada’

Desde el momento de su aparición, se elogió el estilo sobrio y sencillo de la prosa de Laforet, asociándolo con la juventud de la autora. Ciertamente, la escritura se adecua al nivel de la muchacha veinteañera aficionada a la lectura que ordena los recuerdos de una etapa reciente de su vida. Pero el texto no es seco, sino que está surcado por abundantes imágenes y algunos símbolos que tiñen de lirismo las páginas. La descripción del mundo de las sensaciones se parece a la de Proust en En busca del tiempo perdido, que la autora había leído y anotado a los 16 años. Sería desacertado considerar espontáneo el estilo de la novela.

Influencia de ‘Nada’ en la Literatura Posterior

La influencia de la obra no fue inmediata ni ostensible. No se imitó en los años 40, pero caló hondo en autoras como Ana María Matute o Carmen Martín Gaite. No podía servir para la novela del realismo social y los autores comprometidos. Sin embargo, ofrecía un ejemplo de protagonista femenina poco convencional que resultó muy atractivo para las novelistas españolas: Andrea es, en palabras de Martín Gaite, una “chica rara” que detesta las imposiciones que contrarían su libre capricho, que busca más en la calle que en casa la satisfacción de sus anhelos, que cultiva más relaciones de amistad masculinas que femeninas, y que se siente distinta y a menudo incomprendida.