El Desastre de Annual y la Guerra Civil Española: Un Análisis Histórico
El Desastre de Annual (1921)
El Desastre de Annual fue una grave derrota militar española en la Guerra del Rif y una importante victoria para los rebeldes rifeños comandados por Abd El-Krim. Se produjo entre el 22 de julio y el 9 de agosto de 1921, cerca de la localidad marroquí de Annual, situada entre Melilla y la Bahía de Alhucemas.
En el mapa podemos ver lo siguiente: fechas verdes, de ataques rifeños; fechas negras, que representan la retirada española; círculos rojos, que son posiciones españolas junto a las que aparecen también cruces que representan a los fallecidos en combate y en la retirada. En 1906, la Conferencia de Algeciras concedió a Francia y España el protectorado conjunto sobre el sultanato, y esto fue el inicio de una serie de conflictos con los lugareños que comienzan en 1909 y no terminarán hasta bien entrada la década de los años 20, en la dictadura de Primo de Rivera.
Tras la I Guerra Mundial, Francia acelera la carrera y hace saber a España que si no ocupa su zona, la ocupará ella. De manera precipitada se hacen los preparativos para concluir la conquista. Enfrente están las cabilas rifeñas de Abd-el-Krim que conocen perfectamente el terreno y desarrollan actos de hostigamiento al ejército español. El comisario español en Marruecos (máxima autoridad militar del Protectorado) es el general Berenguer, éste se encargará de ocupar la zona occidental; la zona oriental estaría al mando del general Fernández Silvestre que iniciará la ocupación desde Melilla. Silvestre, sin embargo, en una pésima actuación diseñada en la comandancia de Melilla, inició una penetración rápida, sin tomar la precaución de no quedar aislado de la retaguardia, con lo que quedaría a merced de las tropas irregulares de Abd-el-Krim, el caudillo rifeño.
Las tropas españolas, aisladas en la ratonera de Annual en 1921, sufrieron un gran descalabro, huyendo en desbandada mientras eran acribilladas por Abd-el-Krim. Trece mil hombres perdieron la vida en una acción tan desastrosa.
Las principales consecuencias del Desastre de Annual fueron varias.
Desde el punto de vista político, desde la perspectiva militar, el nuevo gobierno eliminó trabas burocráticas para la operativa del Ejército y triplicó el presupuesto de campaña para el Ejército de África, dotándolo con nuevo armamento.
Por su lado, desde el punto de vista social, las consecuencias fueron una desmoralización de la ciudadanía ante la guerra africana, que se extendía desde 1907 y que había tenido otros momentos críticos, como la matanza del Barranco del Lobo (1909). Pero también la inflamación del espíritu nacional y un alistamiento masivo de muchos jóvenes para combatir en África. El ejército africano se nutría con soldados procedentes de pueblos y ciudades españolas, generalmente personas humildes que pasaban tres años de servicio militar y se enfrentaban a situaciones de combate en Marruecos inimaginables, con una falta absoluta de medios militares y de pertrechos. Fotos de la época muestran que los soldados, en determinadas campañas, no contaban con botas militares y debían usar chanclas y alpargatas, por ejemplo.
Para determinar las responsabilidades del desastre de Annual se inició la instrucción de una investigación: el Expediente Picasso. Pero el 13 de septiembre de 1923 se produjo el golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dando comienzo la dictadura consentida por el rey Alfonso XIII.
Tras la significativa derrota, la guerra continuó hasta que el exitoso desembarco de Alhucemas de septiembre de 1925 le puso fin. Los combates aún se prolongaron hasta julio de 1927, pero en esa fecha Abd-el-Krim se vio obligado a reconocer la legitimidad del Protectorado español de Marruecos. El territorio permanecería bajo dominio español hasta la independencia de Marruecos en 1956.
Evolución Militar del Conflicto y la Guerra Civil Española (1936-1939)
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, la situación político-social fue empeorando rápidamente. El deterioro del orden público, unido al temor que en los sectores más conservadores despertaba el programa de izquierdas, terminó desencadenando la intervención del Ejército.
Sublevación Militar y Guerra Civil (1936-1939)
Desde finales de 1935, un grupo de oficiales estuvo conspirando contra la República. Para acabar con sus pretensiones golpistas, el Gobierno decidió destinarlos a puntos alejados en la península: Manuel Goded a Baleares, Emilio Mola a Pamplona y Francisco Franco a Canarias.
El 12 de julio de 1936 un grupo de falangistas asesinó al teniente de izquierdas José Castillo, miembro de la Guardia de Asalto. El 13 de julio, como represalia, fue asesinado José Calvo Sotelo. Aprovechando el impacto que tuvo la muerte del líder de derechas, los conspiradores decidieron adelantar el golpe y el 17 de julio de 1936 se iniciaba la sublevación militar en Melilla. Poco después, Franco voló desde Canarias hasta Marruecos para ponerse al frente de las tropas del protectorado. Desde allí, el alzamiento se extendió al resto de la península y, entre el 18 y el 19 de julio, la mayoría de las guarniciones militares se levantaron en armas.
El 19 de julio, Santiago Casares Quiroga fue relevado como jefe de Gobierno por José Giral, quien decidió entregar armas a las milicias de los sindicatos y partidos del Frente Popular. Un sector del Ejército y de las fuerzas de seguridad se mantuvo fiel al gobierno, y fue posible sofocar el levantamiento en buena parte de España.
La sublevación triunfó en el interior peninsular, Galicia, Castilla y León, Navarra, Zaragoza y Andalucía occidental. Los sublevados disponían de las zonas rurales y controlaban las reservas de trigo. Por el contrario, el golpe fracasó donde los obreros y la izquierda tenían mayor peso: en las zonas urbanas e industriales del País Vasco, Cataluña, Madrid, Asturias y Levante.
Apoyos Políticos y Sociales
El bando de los sublevados o “nacional” estaba constituido por militares conservadores, propietarios agrarios, monárquicos, jerarquía eclesiástica, afiliados a los partidos de derecha…, es decir, por aquellos que se habían opuesto a las reformas republicanas. Inspirado en gran parte por el fascismo, se proclamaron defensores de la unidad de España y de la religión católica.
Las fuerzas leales a la República estaban conformadas por las clases populares (obreros, campesinos sin tierra, empleados urbanos) y la pequeña burguesía. En su mayoría eran republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas. Junto a ellos se situaba además un nutrido grupo de intelectuales y artistas. Defensores de la legitimidad republicana, representaban intereses diversos y deseaban transformar el país por la vía democrática o, en el caso de determinados sectores del movimiento obrero, por la revolucionaria.
La Evolución Militar del Conflicto y sus Consecuencias (1936-1939)
En líneas generales el bando nacional llevó siempre la iniciativa estratégica de la guerra por más que los republicanos consiguieron algunos éxitos tácticos concretos.
Avance hacia Madrid (Julio de 1936 – Marzo de 1937)
El plan inicial de los rebeldes era conquistar Madrid lo más rápidamente posible. Para ello avanzaron sobre la capital desde dos direcciones simultáneas: Mola desde el norte con los “requetés navarros” y Franco desde el sur con el “Ejército de África”. Éste último avanzó rápidamente desbordando a las fuerzas improvisadas de milicianos que le salían al paso. La resistencia fue mayor en Badajoz, donde la derrota republicana se saldó con una feroz represión.
La conquista de Madrid acabó demorándose: Mola quedó detenido a la altura de la Sierra de Guadarrama y Franco, decidió ocupar Toledo y poner fin al cerco del Alcázar. La llegada a las puertas de la capital de los sublevados se produjo a finales de septiembre.
En octubre, la República decretó la movilización general para salvar Madrid. Miles de hombres y mujeres fortificaron los accesos y el interior de la ciudad. En noviembre el gobierno republicano se trasladó a Valencia, dejando la plaza presidida por una Junta de Defensa en manos del general Miaja, y la defensa al comandante Rojo. Pese a los continuos bombardeos, Madrid resistió gracias a las llegadas de las Brigadas Internacionales, los carros de combate rusos y una columna anarcosindicalista, procedente de Barcelona, al mando del líder sindical Buenaventura Durruti.
Fracasado el intento de tomar Madrid, los sublevados emprendieron dos maniobras para aislar Madrid y cortar sus comunicaciones con Valencia. La primera produjo la batalla del Jarama, en la que los sublevados fueron detenidos por los republicanos. En la batalla de Guadalajara, el ejército italiano sufrió una gran derrota, a manos del Ejército Popular de la República.
La Ocupación del Norte (Abril – Noviembre de 1937)
La defensa de Madrid evidenció que la contienda sería larga. Franco decidió entonces concentrar sus esfuerzos en la cornisa cantábrica, un territorio rico en recursos siderometalúrgicos y armamentísticos. Tras diversas ofensivas, en el verano de 1937 caerían Bilbao, Santander y Asturias. El episodio más destacado de esta ofensiva fue el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor alemana.
Para reducir la presión franquista sobre el norte, los republicanos diseñaron una serie de ofensivas de distracción en el frente de Madrid (Batalla de Brunete) y en el de Aragón (Batalla de Belchite), que acabaron fracasando. La conquista del norte fue un gran éxito para Franco, que conseguía abundantes recursos minerales e industriales, imprescindibles para una guerra de desgaste.
El Avance hacia el Mediterráneo (Diciembre 1937 – Noviembre 1938)
El ejército republicano, que no había ganado ninguna gran batalla, se lanzó a finales de 1937 a la conquista de Teruel. En un invierno durísimo, la ciudad fue tomada por el Ejército Popular y recuperada por el bando nacional tres meses después. Franco decidió entonces llevar la guerra al frente aragonés y tras la batalla del Maestrazgo, consiguió llegar al Mediterráneo al tomar Vinaroz (Castellón), dividiendo el territorio republicano en dos.
Cuando la guerra parecía perdida, en julio de 1938 decenas de miles de soldados republicanos cruzaron desde el norte el río Ebro por sorpresa.
Aunque consiguieron conquistar territorio, cuatro meses después las tropas franquistas obligaron al Ejército Popular a volver a cruzar el río en retirada. La Batalla del Ebro fue el mayor episodio militar de la guerra, tanto por sus dimensiones como por el número de bajas, inclinando definitivamente la suerte de la guerra hacia el bando nacional.
Final de la Guerra (Diciembre 1938 – Abril 1939)
Franco decidió emprender definitivamente la ofensiva sobre Cataluña, que caería más rápido de lo previsto. Barcelona fue tomada en enero y Girona en febrero de 1939. Más de 400.000 personas cruzaron la frontera hacia Francia huyendo de la temida represión.
En febrero de 1939 a la República no le quedaba más territorio que la llamada zona centro, que comprendía Madrid y la región mediterránea del sureste. En el seno del Gobierno de la República surgieron entonces fuertes discrepancias. El jefe del Gobierno, Juan Negrín, y los comunistas eran partidarios de continuar la resistencia mientras esperaban el apoyo de los aliados. Los anarquistas y el ala moderada de los socialistas, con Julián Besteiro al frente, consideraban que la guerra estaba perdida y eran partidarios de buscar un final negociado. En marzo de 1939, el coronel Segismundo Casado encabezó un golpe de Estado contra el gobierno de la República y puso fin a la política de resistencia, ordenando la rendición de Madrid.
Las tropas franquistas entraron en la capital a final de ese mes. El 1 de abril de 1939 concluía la guerra con la toma de las últimas plazas en control de la República.
Consecuencias de la Guerra Civil Española
La Guerra Civil tuvo un balance trágico para España. Sus principales consecuencias fueron:
- Demográficas. Las investigaciones más recientes sitúan el número de víctimas entre 500.000 y 650.000 personas, considerando acciones de guerra, represión y violencia incontrolada. Si sumamos las pérdidas por enfermedades y desnutrición, la cifra superaría el millón. Además, la natalidad bajó drásticamente. Se calcula que alrededor de 500.000 españoles marcharon al exilio (fundamentalmente a Francia e Iberoamérica) huyendo de la represión. Las peripecias de estas personas en el exilio fueron trágicas: el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que numerosos españoles acabasen en campos de concentración nazi, como el de Mauthausen (Austria).
- La represión. La “paz” se instauró mediante la imposición de un bando sobre otro, al margen de cualquier tipo de reconciliación nacional. Tras la guerra, el Franquismo fusiló, encarceló o internó en campos de concentración a un importante número de personas. Muchos fueron condenados a trabajos forzados en grandes obras (canales, carreteras, el Valle de los caídos). Además, se depuró, es decir, se expulsó de determinadas profesiones y de la Administración a personas por su posible vinculación con la “anti-España” (la depuración fue muy intensa entre los profesores de la educación laica).
- Económicas. El país quedó devastado y arruinado, especialmente en las regiones que habían servido de frente de batalla. Se destruyeron numerosas infraestructuras y viviendas. El nivel de vida bajó considerablemente y no se recuperaría hasta dos décadas después del final de la contienda. La posguerra significó una etapa muy dura para la mayoría de los españoles: la falta de productos de primera necesidad llevó al racionamiento y favoreció la ruralización del país.
- Políticas. La guerra acabó con la experiencia modernizadora y democrática más importante del país hasta entonces. Se impuso una dictadura militar que implantó un Estado policial. Los terratenientes, el Ejército y la Iglesia se convirtieron en los grupos hegemónicos de la sociedad franquista. La vinculación del Franquismo con el fascismo europeo derrotado en la II Guerra Mundial provocará el aislamiento internacional auspiciado por la ONU.
- Culturales. Con el Franquismo se ponía fin a la conocida como “Edad de plata de la cultura española” (primer tercio del siglo XX). Muchos escritores, artistas, catedráticos, científicos y profesionales abandonaron el país (dos de ellos recibieron en el exilio el premio Nobel, Severo Ochoa de medicina y Juan Ramón Jiménez de literatura). La reforma educativa de la República se paralizó y la educación se confirió a la Iglesia. Además, el patrimonio cultural sufrió daños irreparables, por la destrucción en la guerra y por la violencia anticlerical y el expolio al clero.
Evolución Política de la Zona Republicana
En el verano de 1936, la República tuvo problemas para controlar su territorio, debido a la sublevación misma y al surgimiento de poderes locales revolucionarios.
Se formó entonces un nuevo gobierno liderado por José Giral, quien armó a las milicias obreras, que se convertirán en las defensoras de la República. Se puso en marcha una revolución espontánea liderada fundamentalmente por los sindicatos que crearon organismos que funcionaban con total independencia del gobierno. Los sindicatos realizaron numerosas incautaciones y colectivizaciones de tierras, fábricas, servicios públicos, etc. Al mismo tiempo llevaron a cabo una dura e indiscriminada represión sobre políticos y personas sospechosas de colaborar con los sublevados, entre las que se incluyó a miembros del clero.
En septiembre de 1936 se formó un gobierno liderado por Largo Caballero (máximo dirigente de la UGT) que incluía a los principales partidos y sindicatos defensores de la República, incluyendo a los anarquistas. El nuevo gobierno se trasladó a Valencia e intentó recomponer el Estado eliminando las estructuras paralelas revolucionarias que habían ido apareciendo y dirigir la guerra con determinación creando el Ejército Popular, en el que debían integrarse todas las milicias obreras.
En Cataluña, los anarquistas y el POUM (PARTIDO OBRERO DE UNIFICACIÓN MARXISTA) eran partidarios de realizar la revolución mientras combatían a los franquistas. Republicanos, socialistas y comunistas, consideraban prioritario concentrar todos los esfuerzos en ganar la guerra. El conflicto se convirtió en lucha armada entre ambas corrientes a causa del control de los servicios públicos en la ciudad condal. Cuando el gobierno de la Generalitat intentó desalojar a los anarquistas del edificio de Telefónica, el cual controlaban, se produjo un enfrentamiento armado que se saldó con 500 muertos.
Los acontecimientos de Barcelona de mayo de 1937 terminaron con la derrota anarquista, la disolución del POUM y la caída del gobierno de Largo Caballero.
Se formó entonces un nuevo gobierno dirigido por Juan Negrín con socialistas, republicanos y comunistas (que irán tomando una creciente relevancia en él) y en el que desaparecen los sindicatos. El nuevo gobierno se trasladó a Barcelona y se planteó varios objetivos (contenidos en su programa de los Trece Puntos): concentrar todos los esfuerzos en la resistencia militar; buscar, si era posible, una salida negociada a la guerra; y asegurar, cuando terminara el conflicto, la pervivencia de la República a través de elecciones democráticas. Las derrotas militares, las discrepancias internas sobre si se debía resistir esperando el estallido del conflicto europeo o buscar una salida negociada y la negativa de Franco a la posibilidad de negociar marcan la etapa final del conflicto. La guerra acabó cuando el coronel Casado se subleva contra el Gobierno y rinde Madrid.
Evolución Política de la Zona Nacional
La primera estructura de gobierno que crearon los sublevados fue la Junta de Defensa Nacional de Burgos, formada por un grupo de militares (Franco, Mola, Queipo de Llano) y presidida por el general más antiguo, Cabanellas. La Junta prohibió la actuación de todos los partidos, suspendió la Constitución y paralizó la reforma agraria. Tras las prematuras muertes de Sanjurjo y Mola, surge la figura de Franco, quien es nombrado en octubre de 1936 “Jefe del Gobierno del Estado” y “Generalísimo” de los ejércitos. La Junta de Defensa Nacional fue sustituida por la Junta Técnica del Estado.
En 1937 se creó un partido único dirigido por Franco. La Falange Española Tradicionalista y de las JONS unía a falangistas y carlistas, al tiempo que obligaba al resto de partidos a integrarse en él.
En 1938, se constituyó el primer gobierno de Franco, que ostentaba la jefatura del Estado y la presidencia del gobierno, concentrando en su persona todos los poderes. Su tarea principal fue la elaboración de una legislación profundamente reaccionaria: supresión de los partidos políticos, legalización de la pena de muerte, clericalización de la vida pública (especialmente en materia de educación y divorcio), control de la prensa… Destacó la aprobación del Fuero del Trabajo (marzo de 1938), en el que a imitación del fascismo italiano se crearon los sindicatos verticales, los únicos autorizados.
La represión de los simpatizantes republicanos se utilizó como herramienta para crear un clima de terror. Esta, que superó en número a la de la zona republicana, se produjo de manera sistemática siguiendo las órdenes de las autoridades militares con el agravante de que no se produjeron llamamientos que pidieran su paralización. En 1939 la Ley de Responsabilidades Políticas creaba tribunales mixtos (jueces, militares y miembros de Falange) para juzgar a las personas vinculadas a los partidos y sindicatos de izquierda. Muchos fueron encarcelados o fusilados acusados de rebelión militar.
La Internacionalización del Conflicto (1936-1939)
La “guerra de España” apasionó y dividió a gobernantes, medios de comunicación, opinión pública e intelectuales del mundo entero. Las democracias, los progresistas, los partidos obreros de todo el mundo y la URSS manifestaron su simpatía por la República. Por el contrario, las fuerzas conservadoras y los gobiernos fascistas ven en Franco un freno al comunismo. El catolicismo tradicional y el Papado se pronunciaron a favor de Franco.
Tanto los sublevados como el gobierno legítimo de la República recurrieron al exterior para buscar apoyos. Los sublevados enviaron agentes a los países fascistas con el fin de pedir ayuda militar. El gobierno de la República pidió colaboración militar y política, en primer lugar, a Francia, que también tenía un gobierno del Frente Popular. Pero los gobernantes de las democracias (Francia, Gran Bretaña, EE.UU.) fueron prudentes por temor a que el conflicto español pudiera extenderse por Europa. Gran Bretaña defendía una política de apaciguamiento ante la Alemania nazi. Francia se plegó a estas exigencias e impulsó la creación de un Comité de No Intervención (agosto 1936), al que se adhirieron veintisiete países. Ello dejó a la República sin posibilidad de adquirir armas para defenderse y será una de las causas de su derrota, al negar a un Estado soberano y legítimo el derecho de adquirir armas para defenderse de la insurrección.
La existencia del Comité de No Intervención no impidió que los dos bandos recibiesen ayuda exterior:
Por el bando republicano, se tuvo que comprar armas y productos energéticos donde y como se pudo.
En octubre de 1936, Largo Caballero envió a la URSS las reservas de oro del Banco de España para hacer frente al pago de armas. Consejeros militares soviéticos desempeñaron un papel destacado en la organización táctica de la guerra. Esto dará gran peso al PCE. Las Brigadas Internacionales prestaron gran ayuda. Fue el resultado de la solidaridad internacional antifascista (más de 60.000 voluntarios de todo el mundo). Tuvieron un papel decisivo en la defensa de Madrid y en otras batallas.
Los sublevados fueron más favorecidos por el apoyo extranjero:
- Alemania envió a la “Legión Cóndor” y utilizó España como laboratorio de pruebas. Los sublevados pagaron con minerales (wolframio) y otros productos estratégicos.
- Italia envió gran cantidad de armas y una gran unidad militar, el Corpo Truppe Volontarie.
- Se unieron voluntarios de otros países afines al fascismo o de ideología católico-conservadora (portugueses, irlandeses…).
En diciembre de 1936, el Papa Pío XI dio su bendición personal a Franco. Este respaldo fue muy importante, no económico, pero sí a nivel ideológico, ya que favoreció el apoyo del catolicismo mundial a Franco.